A la espera de un nuevo espíritu de Bandung | Boletín 16 (2025)
Después de décadas de estancamiento, surge un “nuevo ánimo” en el Sur Global. Aunque solo es un atisbo de posibilidad, encierra un enorme potencial democrático, con la soberanía como eje central.

Queridas amigas y amigos,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.
En los últimos días de marzo, estuve en Xiong’an, la nueva ciudad china ubicada a menos de dos horas de Beijing en automóvil. Esta ciudad, actualmente en construcción para descongestionar la capital, será también un centro para albergar a mujeres y hombres comprometidxs con el desarrollo de las nuevas fuerzas productivas de calidad de China. El proyecto aspira a convertirse en un nodo neurálgico para universidades, hospitales, institutos de investigación y empresas tecnológicas innovadoras, incluida la agricultura de alta tecnología. Xiong’an tiene como meta alcanzar una reducción neta de emisiones de dióxido de carbono a “cero”, mientras emplea macrodatos para potenciar el uso las ciencias sociales y mejorar la calidad de vida de la población.
La ciudad se construye en medio de una extensa red de lagos, ríos y canales, con el lago Baiyangdian en el centro. Durante una tarde fría, un grupo —integrado por miembros del equipo de Tricontinental: Tings Chak, Jie Xiong, Jojo Hu, Grace Cao y Atul Chandra— navegamos en barco para visitar un museo dedicado a la resistencia contra el imperialismo japonés. La hora que pasamos recorriendo el museo y navegando de regreso fue mágica. Cuando el ejército imperial japonés ocupó la provincia de Hebei (donde se encuentra Beijing), intentó aplastar al campesinado, incluidxs lxs agricultorxs y pescadorxs de la región del lago Baiyangdian. La resistencia organizada por el Partido Comunista de China (PCCh) en la zona provocó brutales represalias contra lxs habitantes de las pequeñas islas y riberas del lago. Con el apoyo de exoficiales militares, el PCCh construyó la Base Antijaponesa de Jizhong y, posteriormente, el Destacamento Guerrillero de Yanling. Estar en las aguas de este vasto sistema lacustre, deslizándonos en barca entre islas de juncos, mientras imaginábamos a lxs valientes campesinxs y pescadorxs enfrentando en sus pequeñas embarcaciones al ejército japonés en sus rápidas lanchas daihatsudōtei, ¡fue realmente conmovedor!

Izquierda: Guerrillero Yanling observando al enemigo. Derecha: Región del lago Baiyingdian.
Las mujeres y los hombres de Baiyangdian me recordaron las historias del valiente pueblo del distrito de Satara (en el oeste de la India), cuyo Toofan Sena [Ejército Huracanado] arrebató 600 aldeas al dominio británico entre 1942 y 1943 para establecer el Prati Sarkar [gobierno paralelo]. También eran campesinxs, muchxs de ellxs armadxs con fusiles caseros o robados al ejército británico, que sacrificaron sus cuerpos y sus vidas para defender su dignidad. Desde Baiyangdian y Satara, vale la pena viajar con la memoria a las tierras altas de Kenia, donde el Ejército de la Tierra y la Libertad —más conocido como Mau Mau—, bajo el liderazgo de Dedan Kimathi Waciuri, impulsó una rebelión contra el imperialismo británico entre 1952 y 1960. Fue a partir de estas luchas, de mujeres y hombres con los dedos hundidos en la tierra de sus territorios, que se forjó una sensibilidad antiimperialista. Esta luego se moldeó a través de diversos procesos: la conquista de sus propias independencias nacionales del dominio colonial (como la independencia de la India en 1947, la Revolución China en 1949 y la independencia de Kenia en 1963); su participación en encuentros internacionales anticoloniales (en su punto más alto, la Conferencia Asiático-Africana de Bandung, celebrada en Indonesia en 1955); y su insistencia en que las organizaciones internacionales reconocieran la urgencia de abolir el colonialismo (como ocurrió con la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales de 1960, donde se afirma que “el proceso de liberación es irresistible e irreversible”).
La estrecha conexión entre las luchas de masas de las décadas anteriores y el periodo de descolonización iniciado a fines de la década de 1940, dio lugar a lo que más tarde se conocería como el espíritu de Bandung. Este término remite al encuentro celebrado en 1955 en esa ciudad indonesia, que reunió a jefes de gobierno de 29 países de África y Asia para debatir y construir el Proyecto del Tercer Mundo. Un horizonte político que impulsaba propuestas concretas para transformar el orden económico internacional y construir una sociedad antirracista y antifascista. En aquel momento, la relación entre quienes conducían estos procesos de transformación y las masas de sus países era orgánica. Esa relación permitió que la idea del espíritu de Bandung se transformara en una fuerza material capaz de impulsar una agenda internacionalista en todos los continentes del Sur: África, Asia y América Latina (tras la Revolución Cubana de 1959).
En nuestro dossier más reciente, El espíritu de Bandung (publicado en abril de 2025 para conmemorar el 70° aniversario de la conferencia de 1955), se analiza la importancia de este vínculo orgánico para sostener dicho espíritu: cómo los líderes de los gobiernos de liberación nacional surgieron de rebeliones masivas contra el colonialismo y cómo se vieron obligados a rendir cuentas ante ese sentimiento popular y sus instituciones. El texto también cuestiona si ese espíritu perdura hoy. En el dossier celebramos el esplendor de las luchas anticoloniales de masas y los intentos de construir estados poscoloniales sobre las ruinas del saqueo y el despojo.
Sin embargo, como mostramos allí, el espíritu de Bandung fue en gran medida desarticulado hacia los años ochenta. Fue víctima tanto de la violencia ejercida por las antiguas potencias imperialistas contra los movimientos anticoloniales — a través de golpes de Estado, guerras, sanciones— como de la crisis de la deuda impuesta a estos países por los sistemas financieros occidentales (cuyo valor, no lo olvidemos, fue generado por el saqueo colonial). Sería engañoso sugerir que el espíritu de Bandung sigue vivo y en plena forma. Existe, sí, pero sobre todo como una nostalgia, no como el resultado de un vínculo orgánico entre masas en lucha y movimientos en el umbral del poder.

Hoy, tras muchas décadas de estancamiento, comenzamos a observar el surgimiento de lo que llamamos un nuevo estado de ánimo en el Sur Global. No obstante, este estado de ánimo no equivale aún a un espíritu. Es apenas el indicio de una nueva posibilidad, pero encierra un enorme potencial democrático, con el concepto de soberanía en el centro. A continuación, compartimos algunos elementos que caracterizan este nuevo estado de ánimo:
- Existe una comprensión cada vez más extendida de que la política impulsada por el FMI, basada en importar deuda y exportar materias primas sin procesar, ya no es viable.
- Se reconoce que recibir órdenes desde Washington o las capitales europeas no solo es contraproducente para los intereses nacionales, sino que es, además, profundamente colonial. Poco a poco se está recuperando la confianza en los países del Sur Global, que ya no creen necesario silenciar sus propias ideas. Se sienten capaces de articularlas de forma clara y directa.
- Se entiende que el crecimiento industrial de China y otras locomotoras del Sur Global (principalmente en Asia), ha modificado el equilibrio de fuerzas en el mundo, especialmente porque estas economías pueden ofrecer fuentes alternativas de financiación a países que antes dependían de los tenedores de bonos occidentales y del FMI.
- Esta confianza ha demostrado que China puede colaborar, pero no puede —ni debe— salvar por sí sola al Sur Global. Los países del Sur Global deben elaborar sus propios planes y movilizar sus propios recursos, en colaboración con China y otras economías emergentes del Sur Global.
- La importancia de la planificación central ha vuelto a ponerse sobre la mesa tras décadas de desprecio neoliberal. El debilitamiento de las instituciones estatales —incluidos los ministerios de planificación— ha dejado en evidencia que los países del Sur Global deben fortalecer sus capacidades técnicas y recuperar el rol de las empresas públicas. Para desarrollar estas capacidades será fundamental fomentar la cooperación regional.

Diez años después de la Conferencia de Bandung, el ejército indonesio —con luz verde de Estados Unidos y Australia— salió de los cuarteles y derrocó al gobierno de Sukarno. Durante el golpe de 1965, las fuerzas armadas y sus aliados asesinaron a cerca de un millón de miembros del Partido Comunista de Indonesia (Partai Komunis Indonesia, PKI), así como de otras organizaciones campesinas y obreras. También encarcelaron a amplios sectores de la población que simpatizaban con la izquierda. Fue un golpe contra el PKI y el propio espíritu de Bandung.
Durante su encarcelamiento —desde diciembre de 1966 hasta su ejecución en octubre de 1968—, Sudisman, secretario general del PKI, escribió no solo análisis sobre las causas del golpe, sino también poemas conmovedores sobre el compromiso del pueblo y la necesidad de la organización para sostener el espíritu de Bandung:
El Océano linda con el monte Krakatoa
El monte Krakatoa linda con el Océano
El Océano no se secará
aunque ruja el huracán
Krakatoa no se doblega
aunque arrecie el tifón
El Océano es el Pueblo
Krakatoa es el Partido
Los dos siempre unidos
Los dos lindando entre sí
El Océano linda con el monte Krakatoa
El monte Krakatoa linda el Océano.
Desde las profundidades de una prisión militar en Yakarta, de la que sabía que no saldría con vida, Sudisman escribió que es inevitable: los pueblos no tolerarán por siempre las contradicciones del imperialismo y del capitalismo. Tarde o temprano formarán sus propias organizaciones, y estas, envueltas en un nuevo espíritu, se alzarán para superar las condiciones de nuestro tiempo. Esos momentos llegarán: el nuevo estado de ánimo se transformará en un nuevo espíritu.
Cordialmente,
Vijay