Estimados amigos y amigas,
Saludos desde las Oficinas del Tricontinental,

El día primero de enero, 5.5 millones de mujeres formaron un muro de 620 kilómetros, a lo largo de la frontera del estado indio Kerala (que cuenta con una población de 35 millones de personas). Este, no era como el muro de Donald Trump, aquel que atravesaba la frontera México-EEUU y era una representación de inhumanidad. El de aquellas mujeres era un muro de libertad, un dique contra las tradiciones que no hacen más que humillarlas.

La razón más inmediata de la construcción de ese muro humano fue la lucha por el permiso a las mujeres para ingresar al templo de Sabrimala, al sur de Kerala. El 28 de septiembre, la Suprema Corte India dictaminó que debía permitírsele a las mujeres ingresar a dicho templo, pues consideró que dicho ingreso selectivo (o excluyente con un criterio de género) no era “una parte esencial” del Hinduismo sino que era una forma de “patriarcado religioso”.

El gobierno del Frente Democrático de Izquierda en Kerala aceptó el juicio y rechazó las protestas callejeras de los grupos reaccionarios de derecha, incluido el partido gobernante en India, el Partido Bharatiya Janata (BJP). En octubre, el Jefe de Ministros de Kerala, (Pinarayi Vijayan, líder del Partido Comunista de la India -marxista-), pronunció un importante discurso en defensa de la ruptura con las costumbres. Si una tradición es un grillete, debe romperse. Vijayan convocó a que este muro sea construido por mujeres el 1 de enero. Personas de todo el estado respondieron con entusiasmo. Se celebraron cien reuniones públicas en los últimos meses de 2018 para impulsar el apoyo; 175 organizaciones progresistas se unieron a la campaña. A las 4pm, las mujeres estaban allí firmes; juraron luchar por la emancipación de la mujer y conservar las tradiciones renacentistas de Kerala.

K. K. Shailaja, ministra de salud de Kerala y lideresa del Partido Comunista de la India (marxista), estuvo a la cabeza del muro en Kasaragod, en el norte de Kerala. El muro terminó en Thiruvananthapuram, la capital de Kerala, donde la última persona en la cadena era la lideresa del Politburó del Partido Comunista de la India (marxista), Brinda Karat. El próximo material del Instituto Tricontinental será el Dossier #12, una entrevista con Brinda Karat sobre las elecciones generales de la India que se celebrarán en 2019 y sobre los desafíos que enfrentará la izquierda india. «Este muro», afirmó Karat, «no es solo para las mujeres de Kerala. Es para todas las mujeres del país». Debería haber dicho “para el mundo”, mostrando cómo las luchas en Kerala son un ejemplo de cómo vivir en estos tiempos turbulentos.

La foto de arriba fue tomada por Sivaprasad Parinhattummuri. La figura central en ella es Athira, lideresa de la izquierda de Kerala. Actualmente, ella es miembro del Comité del distrito de Malappuram, de la Federación de la Juventud Democráctica India. También, integró el Comité del estado de Kerala de la Federación de Estudiantes de la India. Athira había sido encarcelada por su participación en una lucha estudiantil en la Universidad de Calicut. Athira tiene además una hija de seis meses, Duliya Malhar.

Envalentonadas, dos mujeres, Bindu Ammini (abogada y profesora de la Universidad de Kannur) y Kanakadurga (trabajadora de Kerala Civil Supplies Corporation), caminaban en el templo de Sabrimala. La historia está de su lado.

La Habana, 1959. Foto: Burt Glinn.
“Transformaron Cuba en un casino”, cantaba el poeta Carlos Puebla, “y entonces llegó Fidel”. Como las mujeres en Kerala, unidas para formar su muro, el pueblo cubano celebró el 60° aniversario de su revolución. A lo largo de sus 60 años, Cuba enfrentó la guerra económica impuesta por los EEUU y las oligarquías de América Latina. El gobierno revolucionario y su población militante han luchado para evitar la invasión, los asesinatos así como el estrangulamiento económico. No ha pasado un solo día en que los cubanos pudieran descansar con tranquilidad: el derrocado dictador huyó con el dinero de Cuba, el gobierno de los Estados Unidos comenzó su política de desestabilización, el sistema colonial de explotación de caña de azúcar se vio privado de inversiones y la isla se había convertido, como Puebla cantó, en una “cueva de apostadores”. La ayuda de la URSS no pudo con las consecuencias de una larga historia de esclavitud colonial y dominación imperial.

En 1991, cuando la URSS colapsó, Cuba perdió un esencial soporte. Comenzó entonces el “Período Especial”, y bajo estas condiciones la isla sobrevivió los últimos veinticinco años protegiéndose a sí misma de las amenazas de los Estados Unidos y de la globalización neoliberal. Hace 20 años, en 1999, Fidel Castro habló sobre el peligro del «casino gigante», esto es, juegos financieros desregulados que acaban aplastando las necesidades de las poblaciones. Se presta dinero para hacer dinero, pero no para curar enfermedades o para albergar a personas sin hogar. Castro describió al imperialismo de las altas finanzas como «lobos, agrupados en manadas y ayudados por programas de computadora». Estos lobos, dijo, «saben dónde atacar, cuándo atacar y a quién atacar». Quieren convertir a Cuba otra vez en un casino.

Hoy, la Revolución está en peligro (como he afirmado en mi nota). El presidente estadounidense, Donald Trump, ha puesto la soga alrededor de su cuello y amenaza con tirar cada vez más fuerte. Las finanzas han dado la espalda a Cuba, que observa a su aliado Venezuela tambalearse bajo las mismas presiones (consulte nuestro Dossier #4sobre la situación en Venezuela, “Elecciones presidenciales en Venezuela, ¿Qué es lo que está en juego?”). No hay un «mercado» que decida por arte de magia dirigirse a Cuba o a Venezuela. Ambas, se enfrentan a un ataque político, a una guerra económica, a la cuerda apretada, a la lucha por sobrevivir.

En honor al 60° aniversario de la Revolución Cubana, Tings Chak, diseñadpra del Instituto Tricontinental de Investigación Social, ha escrito un gran artículo sobre el proceso cultural que floreció luego de 1959. Siete años después, en 1966, el gobierno cubano organizó la Conferencia Tricontinental, un hito para el campo anti colonial y socialista. De aquí surgió la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL), con base en La Habana. La OSPAAAL publicó el periódico Tricontinental, cuyas publicaciones en el campo del arte inspiraron a una generación de revolucionarixs. Tings, desde nuestro Instituto, trabajó en la línea creada por Alfredo Rostgaard y su equipo. Un orgullo recuperar ese legado.

Jacob Lawrence, Toussaint L’Ouverture Serigraph Series, 1987.
Desde Sudáfrica, Richard Pithouse (editor de New Frame e integrante de nuestro equipo del Instituto Tricontinental) escribió un cuidadoso ensayo sobre la dialéctica abierta al final de la Guerra Fría. El liberalismo fortaleció a las élites de la globalización con su vocabulario y su visión del mundo; mientras, sus políticas fragmentaron a la sociedad y empobrecieron a cientos de millones de personas. Las elites gobernantes jugaron con los neofascistas, utilizándolos como medio para atacar los movimientos populares emergentes.

Brasil, por estos días es un ejemplo de ello. El primero de enero, el ultra derechista Jair Bolsonaro asumió como presidente de dicho país. Bolsonaro mismo es producto de la estrategia de “tierra arrasada”, realizada por las clases dominantes contra la izquierda. Su antipatía hacia ella y los movimientos sociales llevaron a Brasil a las manos de Bolsonaro.

En su ensayo, Richard apunta hacia Haití, que otro 1 de enero pero de 1804 derrotó a la esclavitud y se convirtió en la primera república anticolonial del mundo. Los franceses declararon un bloqueo a Haití, que duró veinte años. Finalmente, Haití acordó pagar a Francia una «compensación» por el fin de la esclavitud. Haití acudió a los bancos franceses para obtener este dinero que, al momento de la Revolución Cubana de 1959, ascendía a 17.000 millones de dólares. Haití nunca pudo romper las cadenas de tal deuda (sobre su actualidad, consulte nuestro Dossier #8“La insurrección popular haitiana y la nueva frontera imperial”). Es importante decir que el bloqueo de EEUU a Cuba le ha costado a la isla al menos, US$1.1 trillion. Ni a aquella Revolución Haitiana (1804), ni a la más reciente Revolución Cubana (1959) se les ha permitido sobrevivir. Sus “columnas vertebrales” debían quebrarse; pero ningún país se derrumba en silencio. Los pueblos haitiano y cubano continúan defendiendo su dignidad.

Imagen diseñada por Jesús Barraza para Dignidad Rebelde, basada en una fotografía de Kristen Flores.
El título de este Boletín proviene del llamado realizado por el Subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Marcos realizó esta declaración cuando el EZLN inició su insurrección en Chiapas (México), hace 25 años. En ese enero de 1994, todo parecía perdido. La URSS había caído, China había iniciado su era de las reformas, Cuba se encontraba en su Período Especial, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Foro Mundial Económico de Davos dominaban el planeta, y también, comenzaban a surgir las noticias del genocidio de Ruanda. En este contexto, de forma inesperada, el 1 de enero de 1994 los Zapatistas ocuparon una serie de pueblos en Chiapas y declararon que las fuerzas populares seguían con vida. Marcos lanzó diversos comunicados que compartían una nueva visión de futuro. “Hoy decimos, BASTA!” decía la Primera Declaración de la Selva Lacandona.

Un cuarto de siglo después, repetimos, Ya Basta!

Así lo hace el EZLN, que ha acogido la presidencia de Andrés Manuel López Obrador pero que también, le advierte que detenga las políticas de robo de tierras indígenas y la destrucción de la tierra. La Comandanta Everilda dio un fuerte mensaje: «No permitiremos ningún proyecto que destruya la vida de la humanidad y la muerte de nuestra madre tierra, porque detrás de estos proyectos están los intereses de los grandes capitalistas, nacionales y transnacionales» ¡Ya basta!

Afectuosamente, Vijay.

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