Niños y niñas juegan en la urbanización de Rostock que, como todas las urbanizaciones de la RDA, debía incluir grandes espacios abiertos para las infancias. Créditos: Jürgen Sindermann, Wikimedia Commons / Archivo Federal Alemán

 

Queridos amigos y amigas,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

Hace unos años, un pequeño problema médico me llevó al Hospital Alemán-Nicaragüense de Managua, la capital de Nicaragua. Mientras me atendían, le pregunté al médico, un hombre mayor y amable, si el hospital había sido construido en asociación con una organización misionera alemana, dado su nombre. No, me contestó: este hospital se llamaba Carlos Marx y se construyó en colaboración con la República Democrática Alemana (RDA), o Alemania Oriental, en los años ochenta. La RDA colaboró con el gobierno sandinista de Nicaragua en la construcción del hospital en la zona obrera de Xolotlán, donde vivían trescientas mil personas sin acceso a asistencia sanitaria. Una campaña de solidaridad masiva en la RDA ayudó a recaudar fondos para el proyecto, y profesionales médicos de Alemania Oriental viajaron a Xolotlán para instalar un campamento de tiendas médicas provisionales antes de comenzar la construcción. El hospital se inauguró el 23 de julio de 1985.

Cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tomó el poder en 1979, los revolucionarios heredaron un país en el que las tasas de mortalidad infantil se habían disparado a 82 por cada mil nacidos vivos (lo que hoy sería la tasa más alta del mundo) y en el que la atención sanitaria era un privilegio restringido a una pequeña minoría de la población. Además, cuando el FSLN entró en Managua, todo el aparato sanitario que había construido el régimen de la familia Somoza durante sus 43 años de gobierno había quedado destrozado: el terremoto de 1972 destruyó el 70% de los edificios de la ciudad, incluidos los hospitales militar y baptista y la mayoría de sus instalaciones sanitarias. El Hospital Carlos Marx fue un acto de inmensa solidaridad por parte de los socialistas, construido en Managua sobre las ruinas de una sociedad brutalizada por la oligarquía del país y por sus facilitadores en Washington (como dijo el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en 1939 del dictador de entonces, “Somoza puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”). El internacionalismo socialista, desde la ayuda de la DDR hasta los esfuerzos del personal médico cubano, junto con el desarrollo de las campañas sanitarias sandinistas, mejoraron notablemente la vida del pueblo nicaragüense.

 

La prensa nicaragüense informa sobre la construcción del Hospital Carlos Marx, que comenzó como una carpa de triaje y pronto fue ampliado hasta convertirse en un hospital totalmente funcional.
Créditos: Colección personal del Dr Rüdiger Feltz

 

Me acordé del Hospital Carlos Marx por la nueva edición de nuestra serie Estudios sobre la RDA, producida conjuntamente por el Instituto Tricontinental de Investigación Social y la Internationale Forschungsstelle DDR (IFDDR) y titulado El socialismo es la mejor profilaxis: El sistema de salud de la República Democrática Alemana. La información sobre el Hospital Carlos Marx procede de un breve apartado del estudio sobre la solidaridad médica internacional de la RDA, que también incluía, entre otros muchos ejemplos, la construcción de un hospital en Vietnam durante la guerra de Estados Unidos contra ese país y la formación de miles de médicos de todo el Tercer Mundo en la RDA. Pero el estudio no se centra en la solidaridad médica, que formaba parte del internacionalismo socialista más amplio de la RDA, cuestión que se abordará en una edición posterior de la serie.

El estudio trata del intento de la RDA de crear un sistema sanitario humano y justo en un país devastado por la II Guerra Mundial, con pocos recursos disponibles (y una población que equivalía a un tercio de la de Alemania Occidental). El título del estudio, “El socialismo es la mejor profilaxis”, proviene de una declaración del Dr. Maxim Zetkin (1883-1965), hijo de la comunista y activista internacional por los derechos de la mujer Clara Zetkin (1857-1933).

Las palabras de Zetkin se convirtieron en un eslogan ampliamente difundido en la RDA y en el leitmotiv del sistema de salud pública que el país pretendía construir con y para su población, haciendo hincapié en que la atención de la salud debía ser preventiva, o profiláctica, y no reactiva, o meramente preocupada por tratar enfermedades y lesiones después de que se produjeran. La asistencia verdaderamente preventiva no reducía la salud al tratamiento médico, sino que se centraba en el bienestar general de la población mediante la mejora continua de las condiciones de vida y de trabajo. La DDR reconoció que la salud debe entenderse como una responsabilidad social y una prioridad en todas las políticas, desde la seguridad en el lugar de trabajo hasta el acceso universal de las mujeres a la salud reproductiva, la nutrición y las revisiones en la guardería y la escuela, pasando por la necesidad de garantizar las vacaciones de la clase trabajadora. Pero la cita de Zetkin también subraya cómo la atención preventiva solo puede llevarse a cabo mediante un sistema que elimine el afán de lucro, que inevitablemente da lugar a la explotación de los trabajadores sanitarios, precios inflados, patentes sobre medicamentos que salvan vidas y escasez artificial.

La RDA creó una red de instituciones médicas que trabajaban para mejorar la dieta y el estilo de vida, así como para identificar y tratar dolencias de forma precoz en lugar de esperar a que se convirtieran en enfermedades más graves. Todo esto tuvo que construirse en un país fuertemente sancionado, donde la infraestructura física había sido destruida por la guerra y donde muchos médicos huyeron a Occidente (en gran parte porque aproximadamente el 45% de los médicos alemanes habían sido miembros del Partido Nazi, y sabían que en Occidente serían tratados con indulgencia mientras que probablemente serían procesados en la RDA y en la Unión Soviética).

 

La Escuela de Medicina Dorothea Christiane Erxleben de la RDA, llamada así por la primera médica alemana, enfatizó la pedagogía médica. El objetivo era formar estudiantes que a su vez pudieran enseñar a otros estudiantes en sus países de origen, promoviendo así el desarrollo y la autonomía de los sistemas de salud locales.
Créditos: Thomas Lehmann,Wikimedia Commons / Archivo Federal Alemán

 

El compromiso de la RDA con la asistencia sanitaria integral se basaba en la idea de la medicina social (Sozialhygiene), desarrollada por el fundador de la patología moderna Rudolf Virchow (1821-1902) para examinar los determinantes sociopolíticos de la salud, y en el sistema soviético de asistencia sanitaria de “pagador único” Semashko, desarrollado por Nikolai Semashko, Comisario del Pueblo para la Salud en la Unión Soviética de 1918 a 1930.

Entre los aspectos clave del sistema sanitario de la RDA detallados en nuestro estudio se encuentran los policlínicos y el sistema de enfermeras comunitarias. Cuando una persona en la RDA se sentía enferma, acudía al policlínico de su barrio o lugar de trabajo. Cualquier persona podía entrar en el establecimiento, informar al personal de su dolencia y ver a un médico, quien, a su vez, le dirigía a uno de los muchos departamentos especializados (como medicina interna, medicina oral, ginecología, cirugía, pediatría y medicina general). Los profesionales médicos estaban empleados y remunerados públicamente, por lo que podían centrarse en curar al paciente en lugar de prescribir pruebas y medicamentos innecesarios simplemente para sobrefacturar a las compañías de seguros o a los pacientes. Los distintos profesionales y especialistas médicos que trabajaban en un mismo policlínico se consultaban entre sí para encontrar el mejor tratamiento. Además, en cada lugar trabajaba una media de 18 a 19 médicos, lo que permitía ampliar el horario de atención.

La RDA no fue el único lugar en el que se construyó un sistema sanitario basado en este formato de policlínico socialista: hace dos años, en el Instituto Tricontinental de Investigación Social publicación el dossier no. 25 sobre los policlínicos dirigidos por comunistas en las regiones de habla telugu de India, titulado Policlínicos populares: una iniciativa del movimiento comunista telugu en India. El aspecto crucial de estos policlínicos para nuestro tiempo es que no se intercambiaba dinero por la atención (lo que es especialmente notable en India, donde los gastos de bolsillo para la atención de la salud son extraordinariamente elevados).

 

Las enfermeras comunitarias de la RDA solían hacer sus rondas en ciclomotor para llegar a las zonas más remotas.
Créditos: Wolfried Paetzold, Wikimedia Commons / Archivo Federal Alemán

 

Un párrafo de nuestro estudio me detuvo en seco:

Para ampliar la atención preventiva a las áreas rurales y pueblos dispersos, se construyeron centros rurales de atención ambulatoria con un máximo de tres médicos. El número de estos centros creció de 250 en 1953 a 433 en 1989. En muchos pueblos, las y los médicos trabajaban en consultorios públicos o en oficinas de campo dotadas de personal temporal para ofrecer a las personas residentes horas de consulta y visitas a domicilio. Clínicas dentales móviles visitaban aldeas remotas para ofrecer atención preventiva a todos los niños y niñas. Además, la profesión de enfermera comunitaria se desarrolló a comienzos de la década de 1950 para paliar la escasez inicial de médicos en el campo; y su número pasó de 3.571 en 1953 a 5.585 en 1989. Esta amplia infraestructura rural ayudó a dotar a las regiones menos densamente pobladas de servicios médicos comparables a los disponibles en las áreas urbanas.

En 2015, la Organización Internacional del Trabajo publicó un informe según el cual el 56% de la población rural mundial carece de cobertura sanitaria, registrándose el mayor déficit en África, seguida de América Latina y Asia. Mientras tanto, en la RDA —que duró apenas cuarenta y un años, de 1949 a 1990— el proyecto socialista construyó un sistema de atención sanitaria rural que vinculaba a cada residente con los policlínicos de las ciudades cercanas a través del sistema de enfermeras comunitarias (Gemeindeschwester). La enfermera llegaba a conocer a cada habitante del pueblo, hacía diagnósticos preliminares y ofrecía tratamientos o esperaba la visita semanal de un médico a cada localidad. Cuando la RDA fue desmantelada y absorbida por la Alemania unificada en 1990, se disolvió el sistema, se despidió a las 5.585 enfermeras comunitarias y la sanidad rural del país se vino abajo.

Esperamos que nos acompañen en un panel en línea el 28 de febrero para debatir cómo los sistemas socialistas del pasado y del presente han transformado la atención sanitaria para servir a las necesidades de las personas y no a las ganancias.

 

Los avances de la RDA en materia de salud se basaron en la tradición progresista de la salud pública alemana, incluido el Servicio Proletario de Salud (PGD), un servicio sanitario autoorganizado que funcionó de 1921 a 1926.
Créditos: Internationale Forschungsstelle DDR

 

Al noroeste de Managua, en la ciudad de León, vivía el poeta Alfonso Cortés (1893-1969), declarado “loco” a los 34 años y encadenado en su dormitorio. Otro de los grandes poetas nicaragüenses, Ernesto Cardenal (1925-2020), creció no lejos de la casa de Cortés. De niño, Cardenal dijo que solía pasar por delante de la casa de Cortés volviendo de la Escuela de los Hermanos Cristianos y que una vez vio al poeta encadenado. La falta de atención de salud condenó a Cortés a esta humillación. En una ocasión, cuando iba a ver a un médico en Managua, Cortés pasó por delante de un árbol de genízaro milenario en Nagarote, un árbol al que el “poeta loco” escribió un hermoso poema de esperanza:

Te amo, viejo árbol, porque a todas horas,
reproduces misterios y destinos
con la voz de los vientos vespertinos
o de los pájaros en las auroras.

Tú que la plaza pública decoras
pensando pensamientos más divinos
que los del hombre, indicas los caminos
con tus ramas altivas y sonoras.

Genízaro, tus viejas cicatrices,
donde cual en infolio se halla escrito
lo que hace el tiempo en su caer constante;

más tus hojas son frescas y felices
y haces temblar tu copa en lo infinito,
mientras la humanidad va hacia delante.

Cordialmente,

Vijay