Estimados amigos y amigas

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

La Asamblea General de las Naciones Unidas abrió su 73ª sesión este año en medio de un intenso aguacero en la ciudad de Nueva York. El agua de las inundaciones rozaba los extremos de la ciudad, mientras los líderes mundiales se reunían en 7 hectáreas de tierra en el área de Turtle Bay en la isla de Manhattan. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como de costumbre, se robó todos los titulares. Su discurso en la ONU y sus comentarios en los corredores hicieron saltar a más de un corazón. Trump habló con sus típicas hipérboles crípticas, haciendo toda clase de declaraciones directas y luego expresando sus ataques en un tono de abyección y resentimiento. Cuando dijo que era el mejor presidente de los Estados Unidos, los delegados en la sala de la Asamblea General estallaron en carcajadas (pueden leer mi reportaje sobre el discurso de Trump en Salon). Este es el tipo de reacción que Trump resiente. El exige ser tomado en serio; sus burlas y fanfarronadas apuntaban a sus adversarios actuales: China, Irán y Venezuela. Quiere hacerle la guerra al mundo para ganarse su respeto.

Sentado al lado de Trump en el Consejo de Seguridad de la ONU estaba el presidente de Bolivia, Evo Morales. Trump fingió aburrimiento mientras Morales exponía la historia del intervencionismo estadounidense desde Guatemala e Irán hasta el presente. Se ha convertido en un cliché en Occidente llamar dictador a Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela. Maduro, un ex conductor de autobuses y Hugo Chávez, un ex soldado, provienen de la clase trabajadora de Venezuela. Tal movilidad social parece cerrada en EE. UU. Los Estados Unidos, sugirió Morales, es la verdadera dictadura, con tentáculos que abarcan de uno a otro extremo del planeta. «En los últimos meses», dijo Morales, «los Estados Unidos han demostrado su desprecio por el derecho internacional y por el multilateralismo. Invaden constantemente países y lanzan misiles. Estados Unidos no está interesado en la justicia o la democracia». La acusación de Morales fue penetrante. En la imagen encima, Morales y Trump cruzan miradas. Fue un momento eléctrico.  

Trump se había referido de modo extraño a la Doctrina Monroe de 1823 para justificar el reclamo de Estados Unidos sobre la totalidad del hemisferio de las Américas. Fue sobre esta base que se regodeó abiertamente con la acción militar contra Venezuela. Las consecuencias de semejante guerra no parecen molestar a Trump.  Las consecuencias de un cambio de régimen en Venezuela, una política activamente estudiada por el gobierno estadounidense (como muestro en Frontline), le molestan menos. Incluso los países latinoamericanos que están en el Grupo de Lima -establecido para derrocar al gobierno venezolano-, no tienen ganas de una acción militar. Saben que toda la región se pondrá patas arriba si los bombarderos estadounidenses comienzan a hacer ataques aéreos sobre Venezuela.

Nicolás Maduro no había ido a Naciones Unidas desde 2015. Tiene derecho a acudir y dirigirse a la Asamblea General cada año. Pero, la presión de Estados Unidos lo había dificultado. Este año, pese al intento de asesinato contra él en agosto, Maduro fue a la ONU. Su discurso abogó por el derecho de Venezuela a la autodeterminación. Pudo reunirse con el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres y dijo que su gobierno recibiría con agrado a la Directora del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet. La ONU juega un papel contradictorio, a veces incapaz de impulsar una agenda debido al sistema de veto en el Consejo de Seguridad y a los principales financiadores de la ONU; mientras que en otras ocasiones puede proveer apoyo genuino a pueblos y personas que están en extrema necesidad de asistencia (en blog State of Nature hay un rico debate sobre la relevancia actual de Naciones Unidas).

Inmediatamente después de hablar en la ONU, Maduro fue al otro lado de la ciudad, a la Iglesia Riverside, en Harlem, donde se juntó con el nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en una reunión a la que asistieron cerca de tres mil personas. Fue un encuentro dedicado a la solidaridad con Cuba, así como a discutir el historial de actos concretos de solidaridad de Cuba desde la Revolución de 1959. ¿Quien puede olvidar las brigadas médicas que iban por todo el mundo tratando a los pobres, los profesores cubanos que llevan sus programas de alfabetización por toda América Latina o los soldados cubanos que lucharon junto a los ejércitos de liberación africanos? Fue el apoyo cubano en Angola lo que precipitó la derrota de los ejércitos del régimen de apartheid de Sudáfrica en Cuito-Cuanavale en 1987, el evento que desmoralizó al régimen de apartheid sudafricano. Díaz-Canel contó estas historias en la iglesia y elogió estos actos de solidaridad concreta (mi relato del evento está aquí). ¿Qué tipo de solidaridad concreta es evidente hoy para Cuba y para Venezuela? Esta pregunta eriza. Refleja el contexto cambiante en el mundo, en el que la gente absorbe el parloteo de los medios corporativos y no reconoce el contexto del ataque a estos países ni las contradicciones dentro de las sociedades cubana y venezolana. La solidaridad es esencial aquí. 

Para nuestra evaluación de la situación de Venezuela, miren el Dossier No 4 del Instituto Tricontinental de Investigación Social. 

Naciones Unidas, curiosamente, dio al primer ministro de India, Narendra Modi, el premio «Campeón de la Tierra», el máximo galardón de la ONU para el ecologismo. Jignesh Mevani, miembro de la Asamblea Legislativa de Gujarat, dijo que Modi fue premiado «a pesar de que 11 de las 12 ciudades más contaminadas del mundo están en India» y que India ocupa el puesto 177 de 193 en el Índice de Desempeño Ambiental. Mientras tanto la Comisión Lancet sobre Contaminación y Salud informó que India ocupa el primer lugar del ranking de muertes relacionadas con la contaminación, con 2,51 millones de personas muertas en 2015 (el 25% del total de muertes). Se debería hablar más a menudo del estudio Lancet. Demostró que 9 millones de personas murieron prematuramente en 2015, una de cada seis personas que murieron ese año. Esa cifra muy conservadora es 15 veces el número de personas muertas en guerras o por otros tipos de violencia. La guerra se apodera de nuestra imaginación. Es públicamente brutal. El envenenamiento ambiental no recibe la atención requerida. Toser en Delhi un día en que la calidad del aire es particularmente mala, que es más frecuente de lo que podrían imaginarse, es un fuerte recordatorio de que la contaminación ambiental nos está asfixiando a todos. Entonces, Modi fue premiado por esto: aire sucio, terrible insensibilidad hacia la vida animal, vertido de efluentes a cursos de agua y tierras de cultivo, fracaso en alejarse del carbono hacia combustibles renovables. 

Por lo que Modi recibió el premio fue por su promesa de deshacerse del plástico de uso único en India para 2022. Obama recibió el Premio Nobel de la Paz por sus promesas contra la guerra. Basta decir que harás algo para ganar un premio. Si lo haces o no, es irrelevante. 

La solidaridad no es una abstracción. Habrá elecciones en Brasil el 7 de octubre. El candidato que habría barrido en las urnas en primera vuelta, Lula, sigue en la cárcel y se le prohibió participar en las elecciones. La hija del Che, la Dra. Aleida Guevara March fue a visitar a Lula en la cárcel. Aleida es una médica, una de las personas que se formó en las legendarias escuelas de Medicina de Cuba y que ha pasado largos períodos de su vida en misiones de solidaridad por todo el mundo. Fuera de la cárcel donde está Lula dijo: «No importa el nivel cultural o la ideología, lo que importa es que somos seres humanos y necesitamos dignidad para vivir, para alimentar a nuestros niños.» Necesitamos dignidad. No solo la persona que está encarcelada, sino también la persona que viene a ofrecer solidaridad, ambas necesitan dignidad. La dignidad no es un regalo de la naturaleza. Debe ganarse mediante actos conscientes de trabajo solidario con los demás y luchando para hacer del mundo un lugar mejor. 

Esto es precisamente lo que sucedió en Winneba (Ghana), donde 400 delegados de 62 países se reunieron en la 3ra Conferencia Panafricanismo Hoy. Fueron allá a unirse como continente africano, tanto físicamente como sus programas, y proclamar no solo que otro mundo es posible, sino que el socialismo es indispensable. 

La imagen de la semana del Instituto Tricontinental de Investigación Social a continuación está dedicada a Bhagat Singh (1907-1931). Bhagat Singh luchó contra el dominio británico en India. Debido a ello, los británicos sentenciaron a muerte a un muy joven Bhagat Singh. Cuando escuchó su veredicto, dijo, «Esta es la más alta distinción para un patriota y estoy orgulloso de recibirla. Pueden matarme, pero no pueden matar mis ideas. Pueden destruir mi cuerpo, pero no podrán destruir mi espíritu. Mis ideas perseguirán a los británicos como una maldición hasta que se vean obligados a huir de aquí». Así lo hicieron.

Este boletín se mantiene en vigilia por el caso de nuestro amigo, el fotógrafo bangladesí Shahidul Alam, todavía preso, todavía sin fianza. También por el periodista pakistaní Cyril Almeida, que fue arrestado esta semana porque sus reportajes enfurecieron al ejército pakistaní. Tanto por ellos como por el periodista eslovaco Jan Kuciak y su novia Martina Kusnirova, asesinados en Velka Maca por sus relatos sobre los vínculos del gobierno con el crimen organizado. Es por ellos y por Daphne Caruana Galizia, de Malta, asesinada por sus reportajes sobre la corrupción gubernamental. Es también por los periodistas de Reuters Wa Lone y Kyaw Soe Oo que están en un calabozo en Rangoon por sus reportajes sobre la limpieza étnica de los pueblos Rohingya.

Shaidul Alam también cubrió esta historia. En la ONU, el Secretario General Antonio Gutierres elogió a la primera ministra de Bangladesh Sheikh Hasina por el papel de su país en acoger al pueblo Rohingya. Debía haberle pedido que suelte a Shahidul Alam, así como debía decirle a Kyaw Tint Swe jefe de gabinete en Myanmar que detenga la violencia contra los Rohingya y que libere a Wa Lone y Kyaw Soe Oo.

El debía hacer todo eso. Nosotros debemos también.

Cordialmente, 

Vijay.

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