Morteza Nikoubazl, Teheran Norte

Estimadxs amigos y amigas,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

En un búnker de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, juega con sus pulgares. Sus asesores —John Bolton y Mike Pompeo— quieren que destruya Irán. Él está de acuerdo con ellos, pero no logra decidir. En Twitter ha declarado la guerra; pero su mano se mueve sobre las órdenes, que aún no ha firmado. Pero podría, en cualquier momento. Esa es la actitud temperamental de Trump.

Mientras tanto, desde Teherán, el panorama es diferente. Irán ha enfrentado las agresiones de Estados Unidos por décadas. En 1953, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) derrocó al democráticamente elegido primer ministro, Mohammad Mosaddeg, y luego entregó todo su apoyo a la monarquía autoritaria del Shah de Irán hasta que fue derrocado por una rebelión popular en 1979. Fue Estados Unidos, otros países del oeste de Europa y Arabia Saudita quienes incitaron a Irak a invadir Irán y llevar a cabo una guerra terrible por ocho largos años. Dos desacertadas guerras estadounidenses—contra Afganistán (2001) e Irak (2003)— derrotaron a los antiguos adversarios de Irán, el Talibán y el Partido Ba’ath de Saddam Hussein. EE.UU. dirigió esas guerras, pero fue Irán quien las ganó.

Alfred Yaghobzadeh, guerra Irán-Irak (1980-1988).

Irán ahora podía extenderse hacia ambas direcciones. Hacia el este, Irán profundizó sus vínculos con varias fuerzas en Afganistán y desarrolló lazos fuertes con China. Hacia el oeste, se fortalecieron los antiguos vínculos de Irán con Irak, Siria y el Líbano. Fue en función de confinar a Irán a sus fronteras y limitar su influencia en la región que Estados Unidos presionó por un cambio de régimen en Siria el 2004, presionó para que sus aliados iraquíes ganaran las dos elecciones parlamentarias de 2005, presionó para que se librara la guerra israelí contra el Líbano en 2006, y presionó para usar la cuestión nuclear para sancionar a Irán desde el 2006.

Por más de una década, Irán ha enfrentado una guerra híbrida de parte de Estados Unidos y sus aliados (Israel y los países árabes del Golfo). Nuestro dossier del Instituto Tricontinental de Investigación Social sobre el concepto de “guerra híbrida” y Venezuela entrega puntos importantes para comprender la naturaleza de la guerra contra Irán.

Presentación en Buenos Aires (Argentina) de nuestro equipo sobre el dossier 17 del Instituto Tricontinental de Investigación Social sobre la guerra híbrida contra Venezuela

El sabotaje a las instalaciones nucleares iraníes (así como el asesinato de sus científicos nucleares), una guerra de información y una guerra a través de sanciones han creado una serie de crisis en Irán. Sin embargo, como nos dijo esta semana el distinguido académico Mohammed Marandi de la Universidad de Teherán, el “ambiente en Teherán es normal”. Claramente, dijo Marandi, el ruido de sables ha tenido un impacto en los mercados, pero “en general, las personas están haciendo lo que hacen habitualmente”.

El objetivo de una guerra híbrida es golpear la confianza del pueblo. Es provocar desacuerdo y caos, aumentar el nivel de miedo y paralizar el país. Las amenazas por los ataques a los petroleros en el golfo Pérsico y las amenazas después de que Irán hundiera un dron estadounidense tienen un efecto acumulativo. Pero los iraníes saben esto. Muchos sospechan, como dijo Marandi, que Trump esté fingiendo. Los comentarios de Trump sobre detener un ataque de EE.UU. minutos antes de que ocurriera son parte de esta guerra neurológica, como señalo en mi informe sobre la guerra híbrida contra Irán.

Parte de esta guerra de información es decir que es Irán quien es agresivo y quiere la guerra. Se culpa a Irán por el ataque contra los petroleros noruegos y japoneses, aunque no hay evidencia forense para sostenerlo y a pesar de que las compañías noruegas y japonesas quieren una investigación en lugar de apuntar con el dedo. Estados Unidos es quien envió un dron a territorio iraní, pero Irán es el culpable de derribarlo. Irán siempre tiene la culpa. Ese es el resultado clave de la guerra de información.

Morteza Nikoubazi, Backgammon en las calles del sur de Teherán

La conversación sobre las provocaciones de Estados Unidos contra Irán —desde el sabotaje a los ataques contra los petroleros— no incluyen el Centro de la Misión de Irán (Iran Mission Center) de la CIA, creado para generar los “hechos” que buscan permitir que EE.UU. bombardee el país (para más información sobre el Centro de la Misión de Irán, por favor lean mi informe). Este Centro está dirigido por hombres que están ansiosos por la guerra contra Irán, hombres que harían cualquier cosa para provocarla. No se debe considerar que nada está por sobre sus capacidades, ni siquiera el sabotaje o el engaño. Asumir que van a jugar de acuerdo a las reglas del derecho internacional es ingenuo, ellos desprecian esas reglas, las ridiculizan en público y las violan en privado.

Sugerir una intención malvada de Estados Unidos o sugerir que el comité de trucos sucios de EE.UU podría estar tramando algo turbio en el golfo Pérsico invita a que se levante la ceja de sospecha. Una de las curiosidades de la historia es que cuando una potencia hace algo sucio —un asesinato, un golpe—, lo niega en ese momento, una negación que es ampliamente aceptada por los medios al servicio del poder.

Cable de la estación de la CIA en Teherán a John Waller, 22 de julio de 1953

Más tarde, cuando los historiadores busquen en los archivos y descubran la desagradable verdad, las cabezas asienten y se ofrecen sonrisas leves. Incluso hay armas humeantes: cables de la CIA, como el de arriba, y el diario del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower, abajo. El cable de arriba viene de la estación de la CIA en Teherán (1953), donde Kermit Roosevelt —quien dirigía la operación de la CIA en terreno— escribió a John Waller, quien estaba supervisando la operación de la CIA desde Langley, Virginia. Roosevelt quería que Waller preparara la declaración de EE.UU. un mes antes del “exitoso” golpe. El último documento, abajo, muestra a Eisenhower admitiendo el papel “encubierto” que tuvo EE.UU. en el golpe, y luego explicando el punto clave de que si este papel se hiciera público, entonces “nuestras posibilidades de hacer cualquier cosa parecida en el futuro desaparecerían casi por completo”.

Diario del presidente de EE.UU. Dwight D. Eisenhower, 8 octubre 1953, desclasificado 2009, Biblioteca Eisenhower

Todo esto está revelado. Pero esto no cambia la actitud hacia la próxima serie de asesinatos misteriosos y golpes, de bombardeos a petroleros en corredores marítimos y coches bomba cerca de distritos comerciales. La preocupación de Eisenhower es irrelevante. La verdad sobre el golfo de Tonkín y las incubadoras kuwaitíes está registrada, pero no mella la creencia de que el gobierno de EE.UU. —como ejemplo de una potencia agresiva— no es otra cosa que sensato en sus actos. Este es el poder de la guerra híbrida, del control de la información. Es una guerra por el control de las mentes, los corazones y cuerpos del pueblo.

Uno de los queridos poetas iraníes, Siavash Kasrai (1926-1996), cantó por buenos motivos sobre el gobierno de Estados Unidos como el “club de los mal intencionados”. El pueblo de Estados Unidos no quiere esta guerra, dice Marandi al Instituto Tricontinental de Investigación Social. Si hay una guerra, dijo, “todos perderían, obviamente”. Es verdad que EE.UU. tiene una abrumadora capacidad para destruir grandes partes de Irán, pero si Irak —con una población tres veces más pequeña que la de Irán— puede prevenir una victoria estadounidense, entonces es inevitable que Irán también lo haga. Pero el costo será catastrófico para todos, motivo por el cual Marandi, humanamente, dice que “todos perderían”. Es algo que hay que tener en cuenta.

La entrevista con Marandi conformará un dossier del Instituto Tricontinental de Investigación Social que aparecerá en agosto. No solo contendrá su evaluación de la guerra de sanciones contra Irán, sino también del rol de China y Rusia en la órbita iraní.

Veinticinco países se han reunido para formar un grupo contra el uso de sanciones unilaterales por parte de Estados Unidos. Estamos trabajando en un documento de apuntes sobre la historia y el uso de estas sanciones unilaterales, que se lanzará a comienzos de octubre. Estas sanciones son parte de la guerra híbrida.

La historia, como a menudo notamos, tiene su lado bueno. La elección del alcalde de Estambul (Turquía) resultó con la victoria de un candidato progresista, mientras en Quito (Ecuador) nuestro amigo Ola Bini ha sido liberado de la cárcel bajo fianza. Como cantó la gran poeta iraní Forough Farrokhzad (1934-1967):

Tuve un sueño.

Alguien viene, seguro.

Tuve un sueño sobre una estrella roja.

Cordialmente, Vijay.

PD: nuestro boletín está disponible en inglés, francés, portugués, ruso y español. Estamos agradecidos de nuestrxs traductorxs por su gran trabajo: Alexandre Bovey, Dafne Melo, Daniela Schroder, Pilar Troya y Kamil Alimov. Todos nuestros boletines, y nuestros otros materiales, están disponibles en nuestro sitio web para descarga gratuita.