Investigación militante: Cómo la Asociación de Mujeres Democráticas de la India construye conocimiento para cambiar el mundo Entrevista con R. Chandra

Dossier no. 58

 

Las imágenes de este dossier aparecen como un álbum de recortes a partir de efemérides y artefactos del trabajo organizativo de AIDWA en Tamil Nadu, India, desde fotografías de movilizaciones y recortes de periódicos sobre sus lideresas, hasta portadas de la revista mensual de la organización, Magalir Sindhanai. Este trabajo artístico es un homenaje a la labor de AIDWA y sirve como momento de pausa para documentar, reflexionar y recuperar la memoria colectiva de esta lucha en un mundo en el que los movimientos políticos y sociales, tan inmersos en el trabajo diario de organización revolucionaria, no suelen tener tiempo ni recursos para mantener un archivo.

 

  1. Este afiche, que forma parte de una reciente exposición de AIDWA de Tamil Nadu, muestra una imagen de las integrantes del primer Comité Estatal de la AIDWA de Tamil Nadu en 1978. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu.
  2. Women and Secularism (Las mujeres y el laicismo), un libro de la ex vicepresidenta de AIDWA de Tamil Nadu, Mythili Sivaraman, de fecha desconocida. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu
  3. Portada de un panfleto de AIDWA de Tamil Nadu contra los asesinatos por dote mediante incineración. El texto dice «Nos consume el fuego; ¡que el volcán entre en erupción!», finales de los años 80. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu

 

Introducción

A partir de la década de 1960, Tamil Nadu, un estado del sur de India con una población de 73 millones de habitantes, experimentó una transformación agraria inducida por la introducción de nuevas tecnologías. Este proceso trajo consigo nuevas contradicciones, a la vez que agudizó las antiguas contradicciones de la sociedad aldeana, y tuvo un marcado impacto en la política de todo el estado. Durante este período, esas contradicciones se manifestaron en numerosos incidentes de atrocidades organizadas contra las castas oprimidas y en el aumento de la violencia contra las mujeres.

En este contexto, un grupo de mujeres militantes del movimiento comunista de Tamil Nadu creó en 1973 una organización llamada Jananaayaga Madhar Sangam [Asociación de Mujeres Democráticas] para abordar la naturaleza específica de la explotación y opresión de las mujeres. Ocho años después, en 1981, Madhar Sangam se unió a un grupo de otras organizaciones de mujeres de izquierda de diversos estados de la India para crear la Asociación de Mujeres Democráticas de toda la India (AIDWA).

Liderando una serie de luchas para movilizar a un amplio sector de mujeres contra la opresión de género y de casta y contra la explotación de clase, AIDWA construyó una organización fuerte que ahora tiene más de 11 millones de mujeres. Una de sus estrategias organizativas es la “organización intersectorial”, que centra las campañas en los problemas específicos de distintos sectores de mujeres (como mujeres de castas oprimidas o mujeres musulmanas) y luego moviliza a sus miembros y a otras organizaciones de masas en estas campañas1. Estas luchas no son diferentes de las demás, al contrario, se complementan para construir el poder de emancipación de las mujeres. Un enfoque de múltiples capas como este exige una comprensión de la realidad en constante evolución sobre el terreno y de la situación de las mujeres en todas las complejas intersecciones de la sociedad (como las jerarquías de casta y las diferencias religiosas). La investigación constante y rigurosa se ha convertido para AIDWA en una necesidad para captar estas complejidades y preparar mejor sus campañas.

En la década de 1990, el giro neoliberal de India causó estragos entre la clase trabajadora y el campesinado. El hambre y la precariedad agudizaron las tensiones sociales producto de las jerarquías de casta, género e identidad social (incluida la religiosa). Las encuestas realizadas por AIDWA en este periodo revelaron nuevas líneas de quiebre, tanto en el campo como en las ciudades. Una de las líderes de AIDWA en Tamil Nadu, R. Chandra, desarrolló muchas de las encuestas de la organización que analizaban los cambios en la economía agraria, la opresión de castas y el impacto específico del giro a la derecha de la política india en las mujeres musulmanas. Durante los años en que se llevaron a cabo estas encuestas, R. Chandra era integrante del comité estadual y de la secretaría adjunta de AIDWA en Tamil Nadu, así como presidenta de distrito de AIDWA en Tiruchirappalli. El Instituto Tricontinental de Investigación Social conversó con R. Chandra sobre las encuestas de AIDWA en particular y la investigación militante en general.

 

  1. Una pintura que recuerda a Mythili Sivaraman y su campaña para llamar la atención del país sobre la masacre de trabajadorxs agrícolas dalit en 1968 en Keezhvenmani, 2021. Fuente: Labani Jangi / People’s Archive of Rural India [Archivo Popular de la India Rural]
  2. K.P. Janaki Ammal, lideresa de AIDWA de Tamil Nadu, fecha desconocida. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu
  3. Pappa Umanath, lideresa de AIDWA en Tamil Nadu, fecha desconocida. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu

 

¿Podría hablarnos del origen de AIDWA en Tamil Nadu y de su trabajo en la organización?

En 1973, las militantes del movimiento comunista fundaron Madhar Sangam con la camarada Pappa Umanath como su presidenta fundadora y K.P. Janaki Ammal o Amma, como la llamaban cariñosamente, como secretaria fundadora. Amma, cantante, actriz, poderosa oradora y luchadora por la libertad que fue encarcelada durante el movimiento independentista, es un modelo para las y los comunistas en Tamil Nadu, mientras Pappa Umanath, que llegó a ser conocida como Ponmalai Pappa, desempeñó un papel importante en la famosa huelga ferroviaria en la década de 1940. Juntas Amma, Pappa y otras fundaron Madhar Sangam con tres objetivos: la emancipación de las mujeres [pen vidudhalai], la igualdad [samathuvam] y la democracia [jananaayagam]. La tasa de afiliación era de solo 50 paise y cualquier mujer podía afiliarse. Otras fundadoras importantes fueron: Mythili Sivaraman, Vijaya Janakiraman, Kunjitham Bharathi Mohan, Shazadi Govindarajan y Janaki Ramachandran. Estas militantes, que formaban parte del movimiento comunista indio, sintieron la necesidad de crear una organización autónoma de mujeres dentro del paraguas del movimiento de izquierda más amplio de la India. Juntas, movilizaron a miles de mujeres y lucharon por sus derechos. Tanto Amma como Pappa visitaron a las personas oprimidas y salieron a las calles para reclamar por sus problemas. Incluso las mujeres que inicialmente dudaban en salir a la calle y gritar consignas se unieron al movimiento masivamente. A medida que la membresía de Madhar Sangam aumentaba gradualmente, las mujeres comenzaron a aproximarse a la organización cada vez que tenían problemas.

Las experiencias de las fundadoras de Madhar Sangam en varios movimientos de masas, ya sea de agricultores o trabajadores, las llevaron a iniciar un movimiento que abordara los problemas particulares que enfrentaban las mujeres comprendiendo que la opresión de las mujeres estaba íntima, aunque no exclusivamente, ligada a la explotación económica y a las contradicciones de clase. Madhar Sangam fue una coalición amplia de mujeres de diversos estratos de la sociedad, desde trabajadoras agrícolas hasta mujeres de sectores medios, que luchaban por la igualdad y por la emancipación. El impulso inmediato para crear la organización fue el aumento de la violencia contra las mujeres, una violencia justificada por la costumbre. En la década de 1970, los periódicos de Tamil mencionaban diariamente muertes de mujeres por “accidentes” de cocina o porque ellas mismas se prendían fuego con combustible de cocina. Todo el mundo sabía que eran asesinatos por dote. Las primeras campañas de Madhar Sangam fueron en torno al tema de la dote.

Me uní a Madhar Sangam en 1977 y me convertí en miembro de su comité estadual en 1979, cuando nos enfocábamos sobre todo en los problemas de la dote. Luchamos por justicia para las víctimas y castigo para los perpetradores. Nos vimos involucradas en incidentes de acoso por dote y luchamos por una legislación adecuada para prevenir estos asesinatos, así como para sensibilizar a las instituciones legales sobre el asunto. En 1981, los movimientos de mujeres de izquierda de diferentes estados de la India como Madhar Sangam en Tamil Nadu, se unieron para formar AIDWA. En los años 80, nosotras, junto con otros grupos de mujeres, agitamos contra el aumento en la violencia sexual contra las mujeres (incluida la violación) y la falta de legislación que facilitara la justicia para las víctimas. Queríamos que el peso de la carga de la prueba pasara de las mujeres a los acusados. En las condiciones de la sociedad india, esta era una intervención legislativa necesaria.

Al mismo tiempo que formaba parte de esas grandes luchas, AIDWA participaba activamente en las luchas de las localidades en las que estamos presentes como: agua potable en verano, alumbrado público, distribución de alimentos y autobuses públicos. Estos eran asuntos muy importantes para mejorar las condiciones de vida de las mujeres de la clase trabajadora y sus familias. Nos movilizamos a nivel local para exigir a las administraciones que proporcionaran estas facilidades. Por ejemplo, cuando había escasez de agua, AIDWA movilizaba mujeres para que golpearan sus ollas frente al concejo municipal, exigiendo agua potable. A través de estos procesos, desarrollamos el liderazgo de mujeres militantes pobres y de la clase trabajadora. Nos movilizamos a nivel estadual cuando el precio de los alimentos y del combustible aumentó, lo que fue muy sentido por las mujeres.

 

  1. AIDWA marcha por todo Tamil Nadu para crear conciencia sobre la violencia contra las mujeres y cómo el aumento del consumo de alcohol contribuye a esta violencia, 2019. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu.
  2. La portada de un número de la revista mensual de AIDWA, Magalir Sindhanai, dedicada a la lucha contra la adquisición forzosa de tierras de los agricultores para una autopista entre Chennai y Salem. El título dice: “No es un corredor verde, sino una erosión verde”, julio de 2018. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu.

 

La investigación mediante encuestas desempeña un papel importante en el trabajo de AIDWA en Tamil Nadu. ¿Podría hablarnos sobre la encuesta estadual que AIDWA realizó sobre cuestiones agrarias?

En los años 90, el sector agrícola y las zonas rurales comenzaron a sentir agudamente el impacto de la liberalización de la economía, ya que el estado comenzó a retirar el apoyo a la agricultura. Se produjo una grave crisis agraria y una pérdida de empleo rural como resultado de la drástica reducción del crédito bancario para la agricultura, la supresión de servicios de extensión que proporcionaban insumos técnicos al campesinado, la falta de inversión pública en regadío, los recortes del gasto para el mantenimiento de instalaciones de riego (canales, embalses, etc.), y la reducción de subsidios agrarios, junto con la exposición a mercados agrícolas volátiles debido a la liberalización del comercio. La exposición a mercados internacionales y la difusión de la agricultura por contrato condujeron a cambios en los patrones de cultivo, alejándose a menudo de los cultivos intensivos en mano de obra. El impacto de esta crisis fue especialmente grave para las y los trabajadores agrícolas, quienes, de cara al desempleo a menudo se vieron obligados a migrar por angustia.

Muchas integrantes de AIDWA también son trabajadoras agrícolas, por lo que estos cambios impactan directamente en sus propias vidas y las de sus familias. En las reuniones de los comités de distrito de la organización, las integrantes discutían los patrones que estaban presenciando en sus comunidades. Por ejemplo, en una reunión del distrito de Thiruvarur, una integrante nos dijo que había visto un aumento del desempleo en su aldea debido al abandono del cultivo de arroz. En su aldea, una multinacional había arrendado 121 hectáreas de tierra a varios campesinos para cultivar pepinillos para exportación. Antes de ser alquilados a esa empresa, en esos 300 acres de tierras fértiles se cultivaba paddy [arroz], que es un cultivo que requiere mucha mano de obra. Después de arrendar la tierra, la empresa cultivó, procesó y envió los pepinillos, dando empleo apenas a 29 personas en esas 121 hectáreas. Con el paddy las 121 hectáreas daban empleo a muchas más personas, generando ingresos para toda la aldea.

Yo planteé este y otros asuntos en una reunión de dirigentas de AIDWA en Delhi. La entonces secretaria general de AIDWA, Brinda Karat, nos escuchó amablemente y nos dijo que necesitábamos averiguar mejor lo que estaba sucediendo con la agricultura en todo el estado de Tamil Nadu. Por eso diseñamos y aplicamos una encuesta en 1998-1999. Las militantes aplicaron la encuesta en todos los distritos, excepto en Tiruchirappalli, donde mis estudiantes me ayudaron, y yo tabulé y analicé los datos. Las experiencias de aprendizaje en terreno proporcionaron a las militantes de AIDWA las pruebas de las atrocidades que teníamos que cuestionar e ideas sobre cómo construir campañas para superar esas atrocidades.

Comenzamos nuestra encuesta en Thiruvarur cerca de la costa de Tamil Nadu, y de allí nos trasladamos a Dindigul, en el interior de la región centro-sur de Tamil Nadu. En nuestras encuestas, detectamos cambios en los patrones de cultivo, vimos a los campesinos pasar de cultivo de cereales alimenticios a cultivos hortícolas más lucrativos como el jazmín, la papaya, la guayaba y la uva. En algunos casos, pudimos identificar un aumento del trabajo infantil producto de estos cambios; en otros, vimos que las mujeres realizaban labores que no habían hecho antes.

En el distrito de Dindigul, presenciamos una transición en la cual las decisiones que las y los campesinos habían tomado previamente fueron subordinadas a los caprichos de las empresas. Conversamos con campesinos que nos dijeron que las compañías los contrataban para cultivar determinados productos, en este caso papayas. Yo no sabía que el extracto de papaya se usa en la industria cosmética, especialmente en cremas hidratantes faciales y limpiadoras de la piel para aportar propiedades antienvejecimiento, así como en productos para el cabello. El proceso para crear extracto de papaya es similar al proceso para extraer savia de los árboles de caucho. La empresa entrega a los campesinos las semillas y luego envía expertos que vienen de la lejana Coimbatore para plantarlas, cortar los tallos y recoger el extracto. La extracción de esencia de papaya es muy rentable para los campesinos. Uno de ellos me dijo que había cambiado completamente sus 5 acres de cultivo de paddy por papaya para extracto. No solo consiguió pagar la deuda que había contraído para hacer este cambio, sino que también pudo enviar a su hijo a estudiar Ingeniería en una universidad privada y construir una casa, todo gracias al cultivo de papaya. Los campesinos que tenían tierras se beneficiaron de este cambio en los patrones de cultivo. Sin embargo, la disminución del empleo debido al menor número de personas que se necesitan para producir extracto de papaya y debido a la dependencia de los expertos de la empresa hizo que la desigualdad social en el área aumentara dramáticamente. Escribí sobre esto en Peasant Struggle [Lucha Campesina], la revista del movimiento campesino dirigido por comunistas All India Kisan Sabha.

El cambio en los patrones de cultivo en Dindigul no solo aumentó el desempleo en algunos casos; en otros, llevó al surgimiento del trabajo infantil. Cuando los campesinos convirtieron cientos de hectáreas de arrozales para cultivar flores de jazmín, comenzaron a llevar a niños y niñas para cosechar las flores. Las y los niños se levantaban a las tres de la mañana, corrían a los campos que estaban a una media hora de distancia, porque las flores tenían que llegar al mercado en la ciudad de Madurai lo antes posible para ser venderlas para su uso en hogares y templos. Recogían flores hasta las siete de la mañana y luego iban a la escuela. En las épocas de mayor demanda, como los festivales o la temporada de bodas, las y los niños volvían de sus escuelas a los campos para recoger flores de jazmín por la noche. Los aldeanos enviaban a sus niños a los campos de jazmín a las tres de la madrugada, los despertaban y los enviaban sin lavarse los dientes ni la cara. A diferencia del paddy, para los campesinos el jazmín era un cultivo más lucrativo y suponía un impulso a sus ingresos. Sin embargo, implicaba una forma de trabajo infantil.

Fue la encuesta de AIDWA la que reveló la existencia de trabajo infantil en la industria del jazmín de Dindigul. El trabajo infantil está prohibido en India por lo menos desde la Ley de Trabajo Infantil de 1986, aunque legislación anterior en 1948 y 1952 prohibió a los niños trabajar en fábricas y minas. Sin embargo, al menos 10 millones de niñas y niños trabajan en India en diversas industrias peligrosas y onerosas como pulido de diamantes, fabricación de juegos pirotécnicos, tejido de alfombras y trabajo doméstico. Ha habido muchas iniciativas para acabar con el trabajo infantil, algunas de ellas dirigidas por sindicatos y otras por organizaciones no gubernamentales.

Entonces, AIDWA decidió ocuparse de este asunto en Dindigul debido a la encuesta. Cuando vimos que un niño había sido mordido por una cobra y murió mientras recogía flores de jazmín, nos acercamos al recaudador del distrito (el principal funcionario público en la zona), y le dijimos que era su obligación intervenir, porque el trabajo infantil estaba prohibido y los niños tenían derecho a jugar y estudiar. Conversamos con las y los campesinos y con madres y padres, tratando de sensibilizarlos sobre la atrocidad del trabajo infantil. Les dijimos que no enviaran a sus niños a trabajar porque tenían que jugar y estudiar. Nos pusimos en contacto con las y los profesores en la escuela local e intentamos que hablaran con los padres para asegurarse de que los niños fueran a la escuela. Tuvimos cierto éxito, pero la pobreza de las familias era tan grande que los ingresos de los niños eran de enorme importancia para evitar el hambre. No todas las familias estaban dispuestas a renunciar a esta fuente de ingresos. No era una cuestión que pudiéramos resolver a corto plazo.

En el distrito de Viluppuram, al oeste de Puducherry, nuestra encuesta mostró que había cambios significativos en el proceso laboral del cultivo de la caña de azúcar. Mientras que la mayor parte del trabajo pesado, como cargar los fardos de caña de azúcar en los camiones, antes era realizada por hombres, ahora las mujeres estaban haciendo esas tareas. Cuando visitamos los campos, las trabajadoras nos dijeron que hacían esos trabajos por necesidad. Este trabajo agotador es muy perjudicial para la salud reproductiva de las mujeres, especialmente para el útero.

Mientras realizábamos las encuestas agrarias, encontramos que la mayoría del campesinado no quería que sus hijas e hijos se dedicaran a la agricultura. Nos decían: “Soy el último en una línea de campesinos. Yo no quiero que mis hijos sean campesinos”. Cuando les preguntábamos: “¿Dónde estudia tu hijo o tu hija?”, respondían que estaban estudiando en la universidad Udumalpet o en esta o la otra escuela de Ingeniería para convertirse en ingenieros y médicos, profesiones distintas de la agricultura. La Comisión Nacional de Campesinos (2004-2006), dirigida por M.S. Swaminathan, señaló que el 49% de los campesinos están abandonando su profesión. Vimos esto claramente. En muchas partes de Tamil Nadu no hay una nueva generación de campesinos.

Los cambios en los patrones de cultivo que detectamos y que tenían lugar debido a la liberalización de la agricultura eran muy marcados: vimos que las y los campesinos pasaron de cultivos alimentarios a no alimentarios, lo que amenaza la seguridad alimentaria y tiene impacto en las oportunidades de empleo. A pesar de una mecanización significativa y el uso de nuevas tecnologías, el cultivo de arroz sigue siendo muy intensivo en mano de obra. Como profesora de economía, conozco los problemas a los que se enfrenta cualquier productor que dependa de un solo producto o, en el caso de agricultores, que se especialice en un cultivo. Dado que el fracaso de ese cultivo conlleva grandes pérdidas económicas, hay que desaconsejar que se pongan todos los huevos en la misma canasta. Sin embargo, lo que veíamos no era una diversificación, sino el paso de un cultivo alimentario, el paddy, a cultivos no alimentarios, un cambio que crea problemas de seguridad alimentaria, además de desempleo.

Vimos que muchas familias de trabajadores agrícolas se vieron obligadas a emigrar debido al desempleo creciente en las zonas rurales. De acuerdo al Censo de la India de 2011, la migración del campo a la ciudad aumentó un 51% entre 2001 y 2011, llegando a un total de 78 millones de migrantes en 2011, 55% de los cuales son mujeres. Aunque la migración estacional entre distritos que surge de los patrones de cultivo es común, nuestra encuesta descubrió que esa no era la principal causa de la migración en este caso, una conclusión que fue reforzada por los datos del censo. Lo que vimos era personas migrando por trabajo, que es lo que llamamos “migración por necesidad”. La encuesta de AIDWA mostró claramente la precariedad de las condiciones de vida rurales y la desatención del gobierno respecto a estos problemas.

 

  1. Una reciente exposición de AIDWA en Tamil Nadu recopila noticias publicadas en Magalir Sindhanai relacionadas con una conferencia especial contra la intocabilidad en 1999. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu

 

 

Mientras AIDWA realizaba a cabo esta importante encuesta sobre el impacto de la liberalización en la agricultura, la organización también llevaba a cabo una encuesta sobre la opresión y la violencia de castas. ¿Podría comentarnos sobre esta segunda encuesta?

En los años 80, AIDWA intervino en todo el país en las luchas de las mujeres contra diversas formas de opresión social. Estas incluían no solo violencia doméstica y casos de violación, sino también acoso por la dote. Durante las negociaciones en torno a un matrimonio, la familia del novio exige diversos bienes, que —en una era de liberalización—se ampliaron hasta incluir costosos bienes de consumo. Si no se proporciona la dote, la familia del novio acosa a la novia. Se debe señalar que aunque la Ley de Prohibición de Dote (1961) abolió las dotes, convirtiéndolas en una práctica ilegal, aún son muy comunes. AIDWA proporciona ayuda legal a mujeres, trata con la policía, lucha por justicia y reparación en los tribunales, y trabaja con fuerzas políticas para mejorar la legislación sobre estos asuntos.

En la década de 1990, quedó claro que esta intervención contra la opresión social tenía que centrarse en formas específicas de opresión que impactaban a distintos sectores de mujeres, como las dalit (castas oprimidas), las musulmanas, las trabajadoras agrícolas y las mujeres jóvenes. En la conferencia de AIDWA de 2001, celebrada en Visakhapatnam (estado de Andhra Pradesh), a instancias de la entonces secretaria general, Brinda Karat, tomamos la decisión de establecer varios subcomités para abordar las problemáticas de los distintos sectores de mujeres. Por primera vez, las responsables de AIDWA se dividieron en subcomités para trabajar los problemas de las mujeres en diversos sectores: creamos un subcomité dalit, un subcomité de minorías y así, formando un total de 11 subcomités a lo largo de los años.

Yo formé parte del subcomité dalit junto con K. Balabharathi de Tamil Nadu, que entonces era integrante de la Asamblea Legislativa de Dindigul. Nuestra primera tarea fue estudiar la prevalencia y formas de intocabilidad y analizar los tipos de discriminación que enfrentaban las y los dalit en el estado. En aquella época, como responsable estadual de AIDWA, estaba también a cargo del distrito de Pudukkottai, conocido por la persistencia de diversas formas de intocabilidad. Solo había conocido las atrocidades contra las personas dalit por los periódicos o el cine, pero no había experimentado la desgracia de esto hasta que tuve que asumir esta tarea. Me impactó su existencia y prevalencia.

Es difícil describir esta tragedia, la violencia del sistema de castas. Mientras realizábamos la encuesta, hubo una historia en el distrito de Madurai que realmente nos impactó mucho. Mientras una mujer dalit caminaba por el borde de un arrozal que estaba lleno de agua, un hombre de la casta dominante caminó hacia ella desde la dirección opuesta. Le pidió que abandonara el varapu, la estrecha extensión de tierra que separa un arrozal del otro. Cuando se negó, el hombre de casta dominante la golpeó y la obligó a beber orina. Resulta difícil imaginar que cosas así sucedan en nuestro tiempo, en una sociedad que se dice civilizada, pero esta es exactamente la miseria del sistema de castas.

Todo quedó claro para mí después de un atroz evento en el poblado de Themmavur, al norte de la principal ciudad de Pudukkottai. En aquel momento, el poblado tenía 3.000 habitantes, 500 de ellos dalit. A partir de 1996, las y los dalit de este pueblo se negaron a ser obligados a tocar los tambores durante los festivales en los dos templos para las diosas Mari Ammam y Kali Ammam. Las castas dominantes, que controlaban el pueblo y los templos, insistieron en que los dalit tocaran los tambores, porque decían que era su obligación, pero estos se negaron, alegando que obligarlos a hacerlo era un acto de humillación, ya que no se les permitía entrar a los templos. La principal comunidad dalit en Themmavur son los parayars. Cuando las castas dominantes trataron de obligarlos a tocar los tambores, los jóvenes en la comunidad parayar dijeron: “De acuerdo. Vamos a tocar los tambores, pero ¿nos dejarán entrar a los templos para ofrecer pongal (arroz cocinado con leche y azúcar) a las deidades?”. La digna negativa de los parayars a tocar los tambores enfureció a un amplio sector de las castas dominantes, que comenzaron una campaña de intimidación, acoso y ataques violentos. El 17 de mayo de 2000, la policía se retiró de la zona y entonces los hombres de la casta dominante irrumpieron en la aldea parayar y se lanzaron a una violenta embestida. Como era la época del festival, la mayoría de hogares parayars tenían parientes con ellos. Habían guardado granos y hecho una serie de preparativos para la celebración. Los hombres de la casta dominante persiguieron y golpearon a la gente, destruyeron sus granos y dañaron sus casas que eran en su mayoría chozas de paja. Las mujeres parayars fueron golpeadas con gran violencia.

La unidad de AIDWA de Pudokkottai me llamó justo después de los actos de violencia, y yo decidí acudir porque estaba en Tiruchirappalli (a más o menos una hora de allí). Los policías no estaban dejando entrar a nadie en la aldea, entonces les dije que era profesora e investigadora y que necesitaba entrar; era verdad, porque estaba enseñando Economía en el Urumu Dhanalakshmi College. Así fue como conseguí entrar en la aldea. Apenas entré, vi manchas de sangre por todas partes, pruebas de la brutal violencia. La aldea parayar estaba destruida, había personas gravemente heridas y muchas fueron llevadas al hospital local. Una mujer parayar tuvo que ser sometida a una histerectomía después de que los hombres de la casta dominante la atacaron, la arrojaron al suelo y se pusieron de pie sobre su estómago. Ni siquiera las y los niños se salvaron de estos hombres de la casta dominante que rompieron las costillas de niñas y destruyeron sus juguetes.

Fui a la aldea con la secretaria de distrito de Pudokkottai, Siva Banumathi, las activistas Noorjehan y Rukmani, y la unidad local del Partido Comunista de la India (Marxista). Supimos que la policía se había negado a ingresar un Reporte de primera información [First Information Report, FIR por su sigla en inglés] que habría abierto una investigación. Hablamos con el superintendente de policía y el recaudador de distrito y los obligamos a presentar el FIR, mientras AIDWA producía su propio informe sobre el incidente. Hicimos seguimiento del caso durante meses, luchando para que las víctimas fueran indemnizadas por sus lesiones y la destrucción de sus bienes. El seguimiento de este caso realmente me abrió los ojos.

Después de esto, supimos de incidentes similares de violencia en Pudokkottai. En un caso, hombres de casta dominante orinaron en un pozo en una zona dalit. La policía se negó a hacer un FIR, negativa que se ha convertido en algo cada vez más habitual. Fue en este contexto, a partir de estas experiencias, que sentimos la necesidad de crear una organización para conocer a fondo las varias formas de intocabilidad y discriminación que enfrentan las personas dalit. Consideramos que era necesario hacer una encuesta en los hogares dalit. Entonces, organizamos un equipo de investigadoras, la mayoría de las cuales eran militantes de AIDWA. Eran responsables a nivel local (taluk) y distrital, así como mujeres militantes de las comunidades dalit del estado. Elaboramos un cuestionario estructurado y una metodología para el proceso, que diseñamos con la ayuda del profesor Venkatesh Athreya de la Universidad Bharathidasan. Dividimos al estado en cuatro zonas y pusimos a todas las principales responsables a trabajar en la encuesta. Organizamos talleres para entrenar a las militantes para aplicar la encuesta. Llenar el cuestionario no era fácil, ya que la intocabilidad y la opresión de los dalit, aunque prevalente, a menudo es negada y considerada un tema sensible. Las personas dalit que respondían a la encuesta a menudo tenían miedo de hablar abiertamente, mientras que las no dalit no se sinceran respecto a la situación. Entonces, las militantes que iban a aplicar el cuestionario tuvieron que ser capacitadas sobre cómo obtener información sin necesariamente tener que hacer preguntas directas cuando las personas a encuestar se niegan a participar.

Aplicamos la primera ronda de encuestas en el área de Tamil Nadu, conocida como zona sur. Conseguimos cubrir varias regiones incluyendo Dindigul, Madurai y Pudokkottai. Organizamos una conferencia zonal en Pudokkottai para presentar los resultados y para discutirlos con quienes habían trabajado en la encuesta, así como con varias líderes políticas de nuestro movimiento. Identificamos una serie de casos de intocabilidad y discriminación en cada localidad (taluk). En aldeas con una población dalit sustancial, encontramos que no se les permitía entrar en los templos locales, ni siquiera durante festivales y ocasiones especiales cuando los devotos tradicionalmente ofrecen pongal a las deidades. En algunas aldeas, se impidió por la fuerza que niñas y niños dalit que querían ir al templo para rezar a las deidades en época de exámenes o después de haber obtenido buenos resultados pudieran hacerlo. Nos dimos cuenta por la encuesta que, para las comunidades dalit, la entrada en los templos es un problema importante.

De manera similar, en casi toda la zona sur, la cremación o entierro de los muertos era una grave preocupación para las familias dalit (algunas costumbres hindúes dictan que los niños pequeños deben ser enterrados y no cremados). En Coimbatore, una de las principales ciudades del oeste de Tamil Nadu, hay una zona llamada Ganapathi donde los dalit no tienen espacio para quemar o enterrar a sus muertos. Todavía recuerdo la desgarradora historia de una madre joven en el distrito de Thanjavur que había perdido a su hijo. Fue en noviembre, en la estación del monzón, por eso llovía mucho. La familia de esta joven mujer vivía a orillas del río Kaveri. Por ser una familia dalit, sufrían la discriminación de las castas dominantes que no les permitían enterrar a su hijo. Suplicaron a los funcionarios del gobierno local que les ayuden, pero a nadie le importó. Finalmente se vieron obligados a enterrar a su hijo a la orilla del río, cerca de su casa. Llovía torrencialmente. Con el tiempo, la tierra que cubría el cuerpo se erosionó, dejándolo al descubierto. La madre nos contó que vio como el cuerpo de sus hijos era devorado por perros. ¿Cómo se puede siquiera reaccionar ante un espectáculo tan atroz? Fue tan terrible. Y esta no era la única historia del estilo. Comprendimos que este también era un asunto que debía ser abordado en nuestro trabajo político.

 

  1. Un informe de AIDWA de fecha desconocida titulado The Brutal Killing of Manjolai Tea Garden Workers [El brutal asesinato de las trabajadoras de las plantaciones de té de Manjolai], publicado a raíz de que las demandas de las trabajadoras de mejores salarios y alojamientos, así como de la licencia de maternidad, condujera en 1999 al asesinato de 17 trabajadoras a manos de la policía. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu
  2. R. Chandra presenta el informe de la encuesta de AIDWA en la Conferencia de Erradicación de la Intocabilidad de la Zona Sur de la organización, celebrada en Pudukkottai, Tamil Nadu, el 26 de julio de 2002. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu

 

Una de las formas mejor documentadas de opresión social es el así llamado “sistema de tres vasos”, que se usa en salones de té y restaurantes. Los dueños que practican esta atrocidad usan vasos diferentes, de aluminio, latón y vidrio para servir el té a personas de diferentes castas. A los dalit y otras castas oprimidas se les sienta en una parte separada de la tienda y se les sirve té en un tipo diferente de vaso. Recuerdo una conversación con el propietario de una pequeña tienda de té. Le pregunté: “¿Cómo sabes cuál de los tres vasos darle a una persona?” Me dijo que su tienda ha practicado este sistema por un largo tiempo y que ellos pueden identificar quién viene de qué casta porque conocen a la mayoría de gente de la zona. Le pedí que identificara a mi casta. Él dijo: “Tal vez eres de Kerala. Tu tamil tiene un fuerte acento malayalam”. Yo dije: “no soy de Kerala”. A lo que él replicó: “Tal vez lo eres (…) No puedo identificar tu casta”. Cuando le pregunté cómo lograba identificar quién era o no de la comunidad dalit, su respuesta me interesó: “Si son de fuera, nos fijamos en la casta de la familia con la que se alojan. Con esa evidencia sabemos quién es y quién no es dalit”.

Las jerarquías de casta y la discriminación están tan arraigadas en nuestra sociedad que incluso dentro de las castas oprimidas se reproducen las distinciones. Los pallars y parayars, ambos parte de la comunidad dalit, no aceptan a los arunthathiyars como iguales y evitan comer con ellos. Estas prácticas tienen que ser extirpadas de raíz, lo que requiere una lucha enorme. Esta lucha debe basarse en la información más precisa. Ese es el papel de nuestras encuestas en el movimiento.

En el corazón de la discriminación contra los dalit está la cuestión de la tierra. Nuestras encuestas descubrieron que casi el 95% de las personas dalit con las que hablamos no poseen tierra o no tienen control sobre la tierra, incluso en aldeas en las que constituyen la mayoría de la población. Debido a esto, tienen que vender su fuerza de trabajo como trabajadores agrícolas en tierras ajenas y dependen de las familias de castas dominantes que tienen tierras para sobrevivir. Una de las consecuencias de esta dependencia es que en el momento en que los dalit resisten formas de humillación social (como las prácticas de intocabilidad), que se utilizan para reproducir jerarquías sociales y económicas, las familias de casta dominante los dejan sin trabajo. En otras palabras, las castas dominantes usan su poder económico para mantener su autoridad social, y utilizan su poder social para garantizar la longevidad de su dominación económica. Por ejemplo, cuando los dalit en Themmavur se negaron a tocar los tambores en el festival, se enfrentaron una serie de ataques de las castas dominantes. Aunque AIDWA consiguió que el gobierno les compensara por la pérdida de sus bienes, las clases dominantes se aseguraron de que perdieran sus medios de subsistencia. “Muy bien”, le dijeron al equipo de AIDWA, “ustedes vinieron y nos ayudaron a recuperar lo que habíamos perdido, pero ahora los chettiars y otros (castas dominantes) no nos dejan trabajar en sus campos”. De modo que se vieron obligados a viajar a Thanjavur y otros distritos vecinos para encontrar trabajo.

Una vez concluidas las encuestas, organizamos y tabulamos los datos de cada distrito, llevando un registro de cada detalle que encontramos. Luego, organizamos cuatro conferencias zonales donde presentamos un informe preliminar y discutimos los problemas que habíamos encontrado. Con base en nuestra encuesta y en datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de la India, encontramos que cada hora, dos personas dalit son atacadas en alguna parte de India, y cada día, tres mujeres dalit son violadas, dos dalit son asesinados, y al menos dos casas de dalit son incendiadas por las castas dominantes. Muchos de las y los delegados a estas conferencias contaron sus historias. Por ejemplo, Jayam, la presidenta del panchayat (autogobierno local) de Kilvelur en Thiruvarur, informó que un funcionario de dicho organismo que viene de una casta dominante y de una familia terrateniente se negó a trabajar bajo sus órdenes. También nos contaron cómo turbas de borrachos de las castas dominantes en Perambalur atacaban asentamientos dalit durante los festivales religiosos. La secretaria adjunta de AIDWA, K. Balabharathi, que también es integrante de la Asamblea Legislativa del distrito de Dindigul, dijo que había menos violencia contra los dalit en los distritos de Nagapattinam y Thiruvarur, sobre todo por el impacto de la lucha por la reforma social y derechos económicos organizada por All India Kisan Sabha y los partidos comunistas. El papel de la izquierda en estas zonas indicó la importancia de liderar esas luchas por la emancipación. El informe final de nuestra encuesta se publicó en Magalir Sindhanai, la revista mensual de AIDWA.

En mayo de 2007, gracias al trabajo de AIDWA y de All India Kisan Sabha, las organizaciones de izquierda crearon el Frente de Erradicación de la Intocabilidad de Tamil Nadu (TNUEF por su sigla en inglés). Tras la investigación de AIDWA, el TNUEF realizó su propia encuesta en 1.845 aldeas de 22 distritos del estado, la que encontró 82 formas de intocabilidad y otros 22 tipos de atrocidades contra los dalit. Una de esas formas era erigir un muro para dividir las áreas de la casta dominante de las áreas dalit. Esta encuesta, como la de AIDWA, proporcionó los medios para que las organizaciones populares centraran su atención en los aspectos de la opresión que causan más problemas a las personas y persiguieran estos casos en las comisarías y los tribunales. En 2008, TNUEF impulsó al pueblo de Uthapuram, en el distrito de Madurai, a que derribaran uno de estos muros de casta. El secretario general del Partido Comunista de la India (Marxista) en ese momento, Prakash Karat, participó en la acción.

Veinte años después, algunos de estos problemas, como cremar o enterrar a los muertos y el acceso a agua limpia para beber, permanecen acuciantes para las y los dalit. La lucha contra la opresión social es una lucha de largo aliento. Debemos ocuparnos de todas estas cuestiones y continuar luchando hasta lograr una resolución en cada caso. AIDWA tiene una historial de seguimiento de estos casos hasta el final, como comentamos en los casos de Themmavur y Ganapathi. Esto contrasta con las soluciones presentadas por el Estado, que la mayoría de las veces han sido temporales o incluso provisionales. Después de un incidente, el Estado interviene y forma un comité de paz compuesto por dalit y castas superiores que intenta resolver el conflicto. Estos comités de paz realmente no ofrecen ninguna solución a los problemas de las personas dalit; más bien, tratan de mantener una suerte de statu quo pacífico. Los dalit han comenzado a hacer valer más sus derechos más en estos años, aunque su presencia en el fondo de la escala económica no ha variado. A pesar de ello, el acoso y la violencia por motivos de casta no han cambiado, como lo demuestran numerosos incidentes. Recientemente, el dueño de una tienda les negó caramelos a dos niños dalit de edad escolar en una aldea en Tenkasi. Todavía en algunas escuelas se les pide a los niños dalit que limpien los retretes, mientras los asesinatos por honor en el caso de matrimonios entre castas han aumentado en Tamil Nadu. El Frente Contra la Intocabilidad de Tamil Nadu se ocupa activamente de estos casos. Queda mucho por hacer y se necesita una solución permanente, no una provisional y dócil.

Además de las encuestas sobre temas agrarios y dalit, también llevamos a cabo una encuesta en cada distrito de Tamil Nadu sobre la realidad que enfrentan las mujeres musulmanas, supervisada por la camarada Ramadan, que dirigía el subcomité de minorías. La encuesta reveló que las mujeres musulmanas no reciben una educación adecuada, ni tienen acceso a atención de salud adecuada u oportunidades de empleo. Después de la encuesta, mantuvimos reuniones con mujeres musulmanas y formulamos una serie de reivindicaciones específicas para ellas, demandas por las cuales AIDWA hizo campaña. A partir de este tipo de encuestas y actividades, AIDWA organizó la Convención Nacional de Mujeres Musulmanas en agosto de 2008.

 

¿Podría reflexionar sobre el papel que las encuestas han tenido en la política de AIDWA?

Las encuestas han ayudado a AIDWA a desarrollar una comprensión más integral del panorama económico y social. A través de las encuestas sobre la opresión de casta logramos identificar diferentes formas de intocabilidad en práctica. Las militantes se ocuparon de estas cuestiones y se movilizaron en todos los niveles para luchar contra ellas. En el proceso, muchas mujeres que se unieron a estas luchas se convirtieron en integrantes de AIDWA. La encuesta y las luchas que generaron profundizaron la comprensión de las integrantes de AIDWA sobre la realidad de la opresión de casta y nos obligaron a garantizar que al menos una mujer dalit ocupara un cargo en cada comité de AIDWA. Durante este proceso, las mujeres dalit accedieron a diferentes niveles de liderazgo en la organización y mejoraron más aún nuestra comprensión de y trabajo contra la opresión de casta. Esto fue muy positivo.

La experiencia de las encuestas sobre intocabilidad y cuestiones agrarias le enseñó a AIDWA a priorizar la investigación. La práctica de llevar a cabo una encuesta antes de abordar un tema está arraigada en nuestro trabajo ahora. Hemos desarrollado una metodología concreta de muestreo y cuestionarios debidamente estructurados. Las integrantes del comité de distrito de AIDWA y los comités de bloque en Tiruchirappalli dirigieron el proceso de encuesta. La organización evaluó los resultados de la encuesta y comenzó a hacer campaña sobre los asuntos con base en nuestros hallazgos, y aseguró una resolución para las personas que sufren problemas relacionados con la dote.

Sea cual sea el problema, cuando te reúnes con los funcionarios que se espera que solucionen los agravios, te piden datos. Siempre es bueno hacer encuestas específicas de la zona y del problema antes de avanzar con tus demandas. Tanto si los funcionarios hacen o no algo al respecto, por lo menos estarán conscientes de que tales problemas existen. A través de este proceso, las militantes también obtienen una comprensión cualitativa mejor de la situación. Por ejemplo, la gente se queja de que no hay una tienda de raciones a precio fijo en el área, en otras palabras no hay una tienda del gobierno que ofrezca comida y combustible para cocinar subsidiados. Las militantes de AIDWA rápidamente aplicaron una encuesta para descubrir cuántos hogares irían a una tienda de racionamiento en esa zona. Luego, con los datos, nos dirigimos a la Autoridad de Abastecimiento Civil que establecería una tienda así con esta información y la solicitamos. Así presionamos al Estado para actuar.

Las integrantes de AIDWA ya no necesitan la ayuda de una profesora. Ellas formulan sus propias preguntas y realizan sus propios estudios de campo cuando comienzan a trabajar sobre un asunto. Dado que saben el valor que tienen las investigaciones, se han convertido en una parte fundamental del trabajo local de AIDWA, llevando esta investigación a las campañas, discutiendo los hallazgos en nuestros diversos comités y presentándolos en nuestras distintas conferencias. El compartir la información inspira a otras organizaciones a replicar estas prácticas de investigación militante.

El objetivo de AIDWA es cambiar el carácter socioeconómico de la sociedad. AIDWA es diferente de cualquier otra organización o club de mujeres en el país. Por ejemplo, una organización no gubernamental (ONG) que trabaje el tema del feticidio femenino podría buscar cómo implementar mejor la Ley Sobre Técnicas de Pre-Concepción y Diagnóstico Prenatal de 1994, pero estaría limitada tanto por la ley como por su enfoque en un solo asunto. AIDWA tiene una perspectiva diferente. No nos definen uno o dos temas, como el feticidio femenino, aunque abordamos este asunto en todo el país. En 2005, AIDWA realizó una encuesta en Haryana que reveló la cruda realidad de la violencia contra las mujeres. La encuesta descubrió que las altas tasas de dote son una de las principales razones para los abortos selectivos por sexo. Aunque existe una disparidad entre el número de mujeres y hombres en la sociedad, los hombres siguen dominando la práctica de seleccionar pareja para matrimonio, incluso utilizando intermediarios para atraer mujeres de fuera del estado. La encuesta de AIDWA nos llevó a realizar una campaña contra la dote que lucha por reducir los gastos financieros de las bodas y evitar que se paguen dotes; buscamos valorar y honrar a las familias con hijas, haciendo un esfuerzo para organizar a las chicas para que hagan valer sus derechos. Los resultados de la encuesta también dieron lugar a la campaña de AIDWA contra la imagen denigrante de las mujeres en nuestra cultura. Una campaña contra el feticidio también tiene que ser una campaña contra las visiones patriarcales de las mujeres y contra las dotes. No puede ser solo una lucha legal porque nuestro verdadero campo de batalla es la sociedad. Lo que caracteriza a AIDWA es que trabajamos con un marco social, económico, político y cultural más amplio que una ONG, cuyo ámbito a veces se limita a hacer demandas al Estado. Queremos que las mujeres sean actoras de su propia historia y queremos que las diversas jerarquías sociales que nos dividen, como la casta y la religión, se resalten en nuestra lucha común por trascender el horror del presente.

 

  1. AIDWA marcha por todo Tamil Nadu para condenar la violencia contra las mujeres y el consumo de alcohol asociado, 2019. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu
  2. La portada de un número de Magalir Sindhanai con imágenes de militantes marchando contra la violencia y el licor y el lema ‘Que tiemblen las calles y nazca la libertad’, diciembre de 2019. Fuente: Archivos de AIDWA en Tamil Nadu

 

Notas

1 Para más información sobre la organización intersectorial, pueden leer el estudio no. 2 de la serie Mujeres de lucha, mujeres en Lucha del Instituto Tricontinental de Investigación Social: https://thetricontinental.org/studies-feminisms-2-kanak-mukherjee.

 

Bibliografía:

Armstrong, Elisabeth. Gender and Neoliberalism: The All India Democratic Women’s Association and Its Strategies of Resistance. Nueva Delhi: LeftWord Books, 2021.

Chandra, R. y Venkatesh Athreya. “Drumbeats of Oppression”. Frontline, 10 de junio de 2000.https://frontline.thehindu.com/other/article30254173.ece.

Djurfeldt, Göran, Venkatesh Athreya, N. Jayakumar, Staffan Lindberg, A. Rajagopal, and R. Vidyasagar. ‘Agrarian Change and Social Mobility in Tamil Nadu’. Economic and Political Weekly 43, no. 45 (8 November 2008). https://www.epw.in/journal/2008/45.

Karat, Brinda. Survival and Emancipation: Notes from Indian Women’s Struggles. New Delhi: Three Essays, 2005.

Kranz, Susanne. Between Rhetoric and Activism: Marxism and Feminism in the Indian Women’s Movement. Münster: LIT Verlag, 2015.

Instituto Tricontinental de Investigación Social. “Kanak Mukherjee”. Serie Mujeres de lucha, mujeres en lucha, 8 de marzo de 2021. https://thetricontinental.org/es/estudios-feminismos-2-kanak-mukherjee/

 

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