Entrevista a Iber Mamani
por Fernando Vicente Prieto

 

Iber Mamani es de nacionalidad boliviana pero desde muy pequeño habita en Argentina. En la actualidad vive en La Matanza, el distrito más grande del muy poblado “conurbano bonaerense”, ese cinturón de trece mil kilómetros cuadrados y más de diez millones de personas que rodea a la ciudad de Buenos Aires. “Para mí es muy difícil presentarme como migrante, mis raíces son aymaras”, dice Iber. “Las circunstancias de la vida me empujaron a militar la cuestión migrante”.

El 23 de enero de 2015 su amigo Franco Zárate fue asesinado en el barrio de Mataderos, en Buenos Aires, en un episodio de racismo y xenofobia. Franco, de nacionalidad argentina y familia boliviana, había ido a comprar a un kiosko con su padre y un primo. Luego de una discusión por el precio de un producto, el kioskero sacó un arma y asesinó a Franco, al grito de “boliviano de mierda”. Luego, el asesino —llamado Gualberto Pelagio Ximenez, conocido en el barrio como “Beto”— hizo una denuncia por intento de robo. En lugar de tomar la denuncia por el asesinato, la policía se llevó al padre y al primo desde el hospital a la cárcel, acusados por la supuesta tentativa de robo que nunca había existido.

Esta situación movilizó a Iber. Comenzó a impulsar las movilizaciones y actividades en reclamo de justicia. “Eso me llevó a conocer varios casos similares al de Franco: xenofobia, racismo, al punto de llegar justamente a la muerte. Esto hizo que me empiece a involucrar más, cada vez más, en la lucha migrante”. Desde ese lugar participó activamente en las luchas contra el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/17 firmado por el entonces presidente Mauricio Macri, que buscaba acelerar la deportación de personas acusadas por delitos, incluso si no estaban condenadas.

El decreto, cuestionado también por organismos como el Comité de Protección de los Derechos de los Trabajadores Migrantes de la ONU, finalmente fue derogado en marzo de 2021, ya con otro gobierno. El eje de la conversación fue el proceso organizativo que se desarrolló en torno a esa coyuntura y su mirada sobre la situación en la actualidad.

 

¿Cómo viviste el proceso de organización migrante en rechazo al Decreto 70/17 de Macri? ¿Qué balance hacés de esa lucha?

A partir de 2015, cuando Mauricio Macri empezó su gestión, empezó a implementar una política en contra de los sectores populares, criminalizando las protestas, el trabajo de los trabajadores de la economía popular, las luchas sociales. Y dentro de ese combo también estábamos las comunidades migrantes. Fue un golpe muy duro para todo el pueblo en relación a derechos y conquistas. Particularmente fue en 2017 cuando Macri aplica el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/17, que utilizaba estrategias jurídicas en articulación con la Dirección de Migraciones para las expulsiones de migrantes, acelerando procesos y además, obviamente, aprovechando la situación para usar al migrante como un chivo expiatorio, responsabilizarlo de la falta de trabajo, de la inseguridad y de que los recursos del Estado se volcaban hacia los migrantes. Entonces, con toda esa clase de estrategias que empleó el gobierno de Macri, tratando de criminalizar a todo el colectivo migrante, ahí es que empiezan a surgir muchos espacios migrantes. Para mí eso fue lo interesante.

La población migrante en Argentina más grande de la historia fue después de la Segunda Guerra Mundial. Había un 35 % de población migrante. En su mayoría venían obviamente escapando de las guerras y de Europa. Hoy en Argentina, con datos de 2010 —ahora ya hay un nuevo censo pero todavía no tenemos todos los resultados—, la población migrante solo es el 4,9 %. O sea, la población migrante es muy reducida comparada con el último flujo grande, que hubo en la década de 1940.

Partiendo de eso, uno entiende que al ser una minoría no tenemos banca política, digamos, porque los partidos políticos también de alguna manera hacen ciertos cálculos, ¿no? Ven dónde hay votos, hacia dónde pensar o generar discursos y políticas, entonces en un contexto donde la Argentina estaba atravesando una crisis a consecuencia de las acciones del gobierno, había un malestar social ante el cual el gobierno no duda en vender una cortina de humo: ”Che, volquemos la problemática para otro lado”. Entonces, por ejemplo, la falta de trabajo no era porque las pymes habían cerrado por la decisión del gobierno de abrir las importaciones, por el “libre comercio”: el gobierno no va a decir que fue una responsabilidad suya por una decisión mala, sino que dice “no hay trabajo porque los migrantes sacan el laburo”, “no hay laburo porque los migrantes se roban el laburo, porque cobran menos, entonces eso hace que un argentino no pueda acceder ese laburo”. O que hay mucho presupuesto en la educación por los migrantes; recuerdo que Macri había dicho que las universidades estaban llenas de migrantes. Y ni hablar del tema de la delincuencia, de la inseguridad.

Cuando hay inseguridad también siempre se busca el chivo expiatorio y de hecho hay políticos como Pichetto que hasta el día hoy lo sigue repitiendo[1]. Tratan de asociar la delincuencia, el narcotráfico, con la migración. Y a veces también lo hacen con objetivos políticos. Claramente apuntan siempre a ciertos países que de alguna manera tienen cierto impacto. Siempre remarcan a Bolivia porque claramente Macri tenía una posición de golpear el gobierno boliviano de Evo Morales y así lo hacen muchos políticos.

Entonces, esa clase de discursos son de alguna manera apoyados por los medios masivos, entonces eso genera un sentido común en la población, ¿no? Un señor que llega del laburo prende Canal 13 y escucha… Escucha esta clase de discursos, esta cortina de humo que vende el gobierno y por eso la gente se ciega. Cree en ese discurso y entonces dice “claro, el problema son los migrantes” y creo que todos sabemos lo que han provocado los discursos fascistas, racistas, xenófobos. Son muy peligrosos y claramente eso es lo que hemos vivido desde 2015 a 2019 con el gobierno de Macri.

Era una situación muy complicada al punto que a mí me tocaba contener a sobrinos, familiares que en el laburo o en el colegio decían que por su culpa no había esto o lo otro. Ni hablar de la violación de los derechos humanos. ¿Cuántas cantidades de casos hay? Por ejemplo, recuerdo a una compatriota peruana que había cumplido una condena. Aún así abrieron la causa y aceleraron un proceso rápido. La expulsaron. No argumentaron el por qué, simplemente la expulsaron, desmembrando a su familia. Gran parte de su familia se había quedado acá, ella se había ido con su bebé más chico para Perú, una situación muy loca. De hecho, los organismos de derechos humanos a nivel internacional remarcaron que la aplicación de ese decreto estaba violando los derechos humanos. La verdad es que a muchas personas migrantes las impulsa a esconderse o en otras situaciones, a pelearla. En mi caso era eso, salir a exponer todas estas cosas. Y nos costaba también poder envalentonar a las personas, porque claro, como uno me decía: “sí yo voy a una marcha, porque estoy de acuerdo con lo que están haciendo, pero si me agarran y me inventan una contravención y a partir de eso armar una causa, me expulsan”.

La gente andaba con miedo y era toda una situación muy jodida la que se vivía, pero, repito, creo que eso nos sirvió bastante también para poder buscar estrategias, maneras de militarla. Hicimos muchas movidas para poder visibilizar, para poder argumentar también en los pocos medios de comunicación a los cuales tuvimos alcance. En algunos medios nos daban poco tiempo o nos sacaban de contexto. Ni siquiera nos daban la posibilidad de argumentar realmente que lo que vendían los medios masivos, lo que vendían los políticos amigos de Macri, eran todos discursos falsos. Porque si uno va a chequear bien la información, los datos, partiendo de que solo el 5 % es población migrante, entonces no hay manera de justificar que el problema de la educación, el problema de la falta de trabajo, el problema de la situación socioeconómica se debe a los migrantes.

Previo a que Macri aplique el DNU ya había un rumor por parte de los organismos derechos humanos que nos informaban que estaban pensando en una cárcel para migrantes —un centro de retención, decían ellos— que iba a estar ubicado en el barrio de Pompeya, en la ciudad de Buenos Aires. Y yo recuerdo que con un grupo de jóvenes amigos de Franco y de otros pequeños espacios que nos habíamos conocido en la militancia decidimos hacer una acción y movilizarnos al lugar donde se iba a abrir ese centro de retención y éramos muy poca gente, claramente recién empezaba la lucha. Y después, ya pasado un tiempo, cuando Macri aplica el DNU 70/17 y empieza a hacer expulsiones a migrantes sin respetar sus derechos, es ahí cuando empiezan a activarse varios espacios migrantes y te puedo decir que a la fecha de hoy ya no sé cuántas organizaciones migrantes hay. Antes me acuerdo que las contaba con los dedos y hoy son muchas, en distintos lugares. Creo que es algo positivo que se ha ido generando en ese contexto tan complicado.

 

¿Cómo ves la situación política del movimiento? En relación al grado de organización, la articulación, el grado de incidencia política que tiene.

Hoy son muchas las organizaciones migrantes y creo que también eso nos ha servido para tener más inserción dentro de las organizaciones sociales, políticas, sindicales. Más allá de que fue un contexto bastante jodido, nos ha servido para empezar justamente a involucrarnos más en la política y hoy claramente se nota la incidencia. Por ejemplo, a mí me sorprendió en las últimas elecciones que hubo candidatos, ya sea como concejales o como comuneros, que eran de las comunidades migrantes. Además, en Capital Federal por la militancia de las organizaciones migrantes se pudo lograr el empadronamiento automático para votar, que no lo tenían.

Veo cada vez más actores en distintos lugares, muchas organizaciones migrantes ya están entendiendo que no podemos hacer batallas nosotros solos como comunidades, la comunidad boliviana por allá, la comunidad peruana por allá. No estamos entendiendo que la lucha es una sola, que la lucha por la tierra, por el trabajo, es para todos y para todas y claramente eso conlleva a que nos involucremos y formemos parte de las organizaciones. Tal es mi caso, yo milito en el MTE y eso también me ha hecho entender. Gran parte de la comunidad migrante trabaja en la informalidad. Por ejemplo en el sector textil el 70 % de la industria textil se hace de manera informal, y lo hacen manos migrantes en su mayoría. Entonces claramente entiendo que tengo que involucrarme. Si quiero que mis compatriotas de la comunidad boliviana cada vez tengan más pisos de derechos, tengo que involucrarme y construir, ser parte de un sindicato que pueda de alguna manera organizar a estos sectores textiles.

Entonces la reflexión que yo hago, veo que la hacen muchos compatriotas y hermanos de distintas comunidades migrantes, en especial las comunidades paraguaya, peruana y boliviana porque somos las comunidades más grandes en la Argentina hasta el día de hoy. En el último censo de 2010 la población paraguaya era el 31 % de la población migrante, la comunidad boliviana era el 15 % y la comunidad peruana era el 12 %. En esta última etapa hubo un flujo de migración de países como Ecuador, Venezuela, de Centroamérica, de África; pero las comunidades boliviana, paraguaya y peruana siguen siendo las comunidades con más peso, con más participación política.

 

¿Cómo ves la situación actual?

Lamentablemente te tengo que decir que hoy veo algo similar al momento del Decreto 70/17. Estamos en un contexto distinto, con un gobierno distinto, pero siento que están brotando nuevamente esta clase de discursos aporofóbicos, de odio a los pobres, que va rebotando por distintos políticos, incluyendo a dirigentes y referentes políticos del Frente de Todos. Se escucha hablar por ejemplo del tema de los planes sociales y cómo de alguna manera empiezan a involucrar a los pobres como si fueran la causa del problema. El problema son los pobres, no es el problema de la deuda de los 45 mil millones que dejó Macri. También creo que ese discurso viene porque hay nuevos actores en la política, una derecha mucho más salvaje, más violenta, como es el caso de Milei[2], que de alguna manera ha corrido el discurso para un lado y claramente muchos sectores políticos lo están empezando a aceptar. Porque es el juego, ¿no? Porque se viene una etapa electoral, entonces necesitan acumular votos, necesitan de alguna manera vender un discurso fácil y que convenza.

Hoy entonces me preocupa porque se habla mucho del tema de los planes sociales y quienes conocemos a los trabajadores de la economía popular realmente sabemos que existen los trabajos, la función que cumplen. Y dentro de esos trabajadores de la economía popular somos una gran parte de la comunidad migrante. La producción de frutas y verduras en su mayoría lo producen manos migrantes. Ya te había comentado de la industria textil, ni hablar de la construcción. Si vas a ver una obra, por ejemplo acá en La Matanza, los que hacen las veredas, las calles, son en su mayoría gente de la comunidad migrante, que están trabajando en esos rubros. Es muy lamentable porque ahora nuevamente resuena otra vez este discurso fascista de odio, y creo que vamos a tener que buscar nuevas estrategias para poder romper con este discurso que están empezando a instalar.

 

A nivel continental, y también de Argentina —recién hablabas de Milei—, pareciera que hay un resurgir muy fuerte de grupos de ultraderecha fascistas, pero en el mismo momento se dan situaciones como la victoria de un gobierno de izquierda o de centroizquierda en Colombia, que es algo inédito; también hay grandes expectativas depositadas en lo que puede pasar en Brasil en octubre con Lula y de algún modo hay un debate en torno a la posibilidad de una nueva etapa política de integración latinoamericana y caribeña. ¿Cómo ves esa posible etapa en clave de integración? Y en ese hipotético escenario, ¿cuál debería ser la política a impulsar por parte de los gobiernos desde una perspectiva de integración?

Es una bocanada de esperanza el triunfo en Colombia, también en Perú y en Chile, países donde la derecha había gobernado ya desde hace mucho tiempo. Creo que es algo muy importante para nuestra región, para la Patria Grande y desde ese punto de vista lo veo muy positivo. Creo que eso realmente nos va a dar cierta espalda para que los pueblos puedan seguir alcanzando un montón de derechos y conquistas.

Por otro lado, más enfocado en la cuestión migrante, creo que los gobiernos de la región deberían trabajar agendas propias, enfocándose en la soberanía económica y política de los pueblos y obviamente dentro de esa agenda tiene que estar la cuestión migrante. Mucha gente tuvo que migrar de sus países ya sea por situación económica hasta consecuencias climáticas, persecuciones políticas, golpes de Estado. Entonces creo que es importante que dentro de esa agenda esté la problemática migrante, que se trabaje una agenda para fortalecer políticas conjuntas. Por ejemplo, deberían buscarse más facilidades para que las familias tengan la posibilidad de obtener sus documentos de identidad.

 

Casa del Pueblo Franco Zárate

“Sí, quiero decir algo. En el contexto de la aplicación del DNU en 2017 abrimos un espacio cultural, que se llama Casa del Pueblo Franco Zárate”, dice Iber Mamani. La conversación sobre la lucha migrante en Argentina se cerraba y la última pregunta había sido si quería tocar algún tema sobre el que no se le hubiera preguntado. Iber quiso pasar del balance general al ejemplo de un saldo puntual pero concreto.

“Lo hicimos en homenaje a mi amigo, con la idea de poder ayudar a realizar los trámites migratorios, pero la necesidad justamente hizo que empecemos a abordar más áreas y hoy el espacio ha crecido. Hoy tenemos un espacio de género que aborda esas problemáticas en la comunidad migrante. También un espacio que se llama preuniversitario, donde estamos dando ayuda a los pibes y pibas del barrio que quieran acceder a estudiar en la universidad. Hay veces que es complicado. Por ejemplo para los cursos de ingreso no todos tenemos las mismas posibilidades. La educación no es la misma, lamentablemente, para todos y por eso es que abrimos este espacio. En coordinación con profes universitarios se da capacitación a jóvenes. También tenemos un espacio cultural, con talleres de idiomas: aymara y quechua. Y bueno, todo lo que está relacionado con la violencia institucional, enfocado más a un espacio de derechos humanos. Eso nomás. Para comentarles y para que sepan que desde nuestro humilde lugar también nosotros tratamos de ayudar a fortalecer los derechos de las personas”.

 

La Casa del Pueblo Franco Zárate está ubicada en Villa Celina, partido de La Matanza. Se puede ver algunas de sus actividades y contactar a través de la página de Facebook Consultoría Migrante «Casa del Pueblo».

 

 

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Referencias

Gobierno de la República Argentina (2017). Decreto 70/17. Recuperado de http://www.migraciones.gov.ar/pdf_varios/residencias/Decreto_70-2017.pdf (Acceso: 21 de junio de 2022)

Gobierno de la República Argentina (2021). Naciones Unidas celebró la derogación del DNU 70/17 que violaba los derechos de las personas migrantes. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/noticias/naciones-unidas-celebro-la-derogacion-del-dnu-7017-que-violaba-los-derechos-de-las-personas (Acceso: 23 de junio de 2022)

Rho, María Gabriela (2020). De las luchas por una nueva ley de migraciones al Paro Migrante: Nuevas configuraciones de las luchas migrantes en Argentina; Centro Scalabriniano de Estudos Migratórios; REMHU; 28; 58; 4-2020; 127-145. Recuperado de  https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/130829 (Acceso: 21 de junio de 2022)

 

Notas

[1] Se refiere a Miguel Ángel Pichetto, un dirigente político argentino de extensa trayectoria. Durante décadas dirigente del peronismo —movimiento con el que llegó a ser senador nacional, entre otros cargos—, en 2019 dio el salto hacia la coalición de derecha Juntos por el Cambio y acompañó a Mauricio Macri en las presidenciales de octubre de ese año, como candidato a vicepresidente. La fórmula Macri-Pichetto perdió en primera vuelta frente a la coalición Frente de Todos, que llevaba a Alberto Fernández como presidente y a Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta.

[2] Se refiere al diputado Javie Milei, dirigente político de ultraderecha que fue electo al Congreso en 2021 y que ya anunció que se presentará a las elecciones presidenciales de 2023. Milei se identifica como “libertario” y aboga por la máxima mercantilización de la vida. A nivel internacional se referencia en figuras como Donald Trump y Jair Bolsonaro.