Editorial
Experimentos chinos en la modernización socialista

Karl Marx y Friedrich Engels nunca legaron al movimiento socialista un modelo acabado para construir una nueva sociedad a partir de las contradicciones del capitalismo. Lo que ofrecieron fue un análisis concreto del movimiento del capital, basado en los recursos a los que tuvieron acceso, centrado principalmente en el desarrollo del capitalismo en Europa. De hecho, fueron enfáticos al afirmar que “el comunismo no es para nosotros un estado de cosas que deba implantarse, un ideal al que la realidad haya de ajustarse”, sino “el movimiento real que anula y supera el estado de cosas existente”.
La apertura del camino revolucionario en Rusia de la mano de Lenin y los bolcheviques desafió muchas de las suposiciones del marxismo ortodoxo de la Segunda Internacional. A través del proceso revolucionario en los eslabones más débiles del capitalismo —de Rusia a China, de Vietnam a Cuba— surgió una nueva manera de concebir el socialismo. En lugar de representar la culminación de las contradicciones de la modernidad capitalista, el socialismo podía ofrecer a las naciones más oscuras del Sur Global un camino hacia la modernidad. Un camino que prescindiera de la expansión militar, preservara el espíritu colectivista del mundo rural, resistiera la polarización socioeconómica y evitara crisis ecológicas. Pero, como lo demuestra la historia de la Unión Soviética (URSS) y de la China contemporánea, este proceso no está exento de profundas contradicciones y desafíos.
Es importante señalar que, en numerosos documentos oficiales o declaraciones de líderes chinos, el socialismo no se presenta necesariamente como un ideal trascendental que deba alcanzarse por sí mismo. Más bien, se concibe como el camino elegido para alcanzar metas concretas, como el rejuvenecimiento de la nación china y la realización del anhelo del pueblo chino de llevar una vida próspera. En varios discursos, el presidente Xi Jinping ha subrayado dos ideas. En su informe al XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh), en 2022, afirmó que “la modernización china es una modernización socialista”, que “comparte elementos comunes con los procesos de modernización de todos los países, pero se caracteriza principalmente por rasgos propios del contexto chino”.
Más adelante, en su discurso de apertura ante los partidos políticos del mundo pronunciado en marzo de 2023, Xi señaló: “Debemos mantener el principio de independencia y explorar caminos diversificados hacia la modernización”. Es decir, no puede haber un enfoque único y estandarizado para alcanzar la modernización, ya que este debe ajustarse a las realidades nacionales.
La presente edición de Wenhua Zongheng aborda los experimentos de China en la modernización socialista. No es la primera vez que la revista lo hace. De hecho, nuestro segundo número se llamó El camino de China desde la extrema pobreza hasta la modernización socialista, y en su editorial se describe el socialismo como un proceso histórico vinculado a la modernidad industrial. Mientras que ese número ponía el foco en cómo China sacó a 800 millones de personas de la pobreza en el proceso de modernización, los ensayos reunidos en esta edición exploran el “movimiento real” de la experimentación, la construcción institucional y la intensa lucha ideológica que han acompañado el proceso de modernización socialista en China. En este número, este proceso se presenta como un acontecimiento de alcance histórico mundial, colmado de saltos idealistas, retrocesos pragmáticos y múltiples contradicciones aún no resueltas.
La edición comienza con un ensayo del escritor y crítico literario chino Li Tuo, quien nos recuerda la naturaleza experimental del socialismo. Li sostiene que la reforma y apertura de 1978 en China es la heredera histórica de una larga serie de experimentos, que va desde la Comuna de París (1871) pasando por la Viena Roja (1918–1934), hasta la Nueva Política Económica (1921–1928). Li Tuo señala las profundas contradicciones que atraviesan el proceso de reforma y apertura: el hecho de que, si bien se ha permitido el florecimiento de la propiedad privada, el mercado y el incentivo de lucro, los mayores logros de esta etapa incluyen experimentos impulsados por el Estado, como la construcción de trenes de alta velocidad o la línea de transmisión eléctrica de oeste a este. Si estos logros deben atribuirse a la naturaleza socialista o a los elementos capitalistas de la modernización china constituye un importante debate ideológico. Como subraya Li, “las tendencias ideológicas en pugna luchan por realizarse a través del proceso de reforma”.
Por su parte, los economistas Meng Jie y Zhang Zibin, de la Universidad Fudan, presentan un análisis a nivel meso de la estructura institucional de la modernización china. En la economía del desarrollo occidental, la literatura sobre política industrial ha experimentado un resurgimiento desde la crisis financiera de 2009. Este ensayo se nutre del canon occidental sobre Estados desarrollistas y emprendedores y de la literatura marxista sobre la formación de mercados y Estados, para ofrecer un análisis original de la política industrial china. Para Meng y Zhang, el sistema de liderazgo de China la convierte en un “Estado emprendedor” ideal, capaz de resistir la captura por parte de intereses privados o extranjeros. Como enfatizan los autores, “cuando el desarrollo industrial enfrenta decisiones estratégicas fundamentales, la ideología del PCCh orienta nuevamente las políticas hacia la independencia”. Lo más significativo es su análisis de las instituciones del Estado chino que, bajo la dirección del PCCh, participan en una intensa competencia para promover el desarrollo de las fuerzas productivas. Estos mecanismos de competencia entre gobiernos locales mantienen a la burocracia comprometida con los objetivos fundamentales del desarrollo, impulsando la experimentación a nivel local, lo cual, a su vez, genera conocimiento e innovación a lo largo de toda la economía nacional.
Finalmente, Xiong Jie, coeditor de Wenhua Zongheng, reseña Neoliberalism or Neocollective Rural China [Neoliberalismo o China rural neocolectiva], un libro de Lu Xinyu, presidenta del Instituto de Investigación en Comunicación Internacional de la Universidad Normal del Este de China. La obra profundiza en la cuestión agraria y en el destino del campesinado dentro del proceso de modernización. La reseña destaca los intensos debates intelectuales que han tenido lugar en China desde comienzos del siglo XXI. Estos debates giran en torno a las políticas adoptadas durante el proceso de reforma y apertura, y hasta qué punto la penetración del capitalismo neoliberal podría —o debería— reconfigurar por completo la estructura política y económica de China. Al subrayar el debate de una década entre Lu Xinyu y el liberal chino Qin Hui, Xiong evidencia hasta qué punto debates de enorme relevancia política se llevan a cabo de manera abierta e intensa en los círculos intelectuales chinos. La cuestión agraria y el destino del campesinado ocupan un lugar central en estas disputas, en las que las fuerzas de derecha buscan culminar el proceso de acumulación capitalista primitiva en China, mientras que la izquierda lucha por encontrar formas de asegurar la continuidad de las estructuras colectivas en el mundo campesino.
Los ensayos reunidos en este número ofrecen un panorama de los experimentos de construcción socialista en el contexto chino. Nos recuerdan que el camino socialista hacia la modernización está lleno de contradicciones y luchas de clases. Mientras China avanza hacia su segundo objetivo centenario, convertirse en un país socialista moderno para 2049, se encuentra cada vez más en un territorio inexplorado. Tras haber alcanzado un nivel de industrialización y desarrollo sin precedentes para un país liderado por comunistas, no existen manuales claros sobre cómo —o cómo no— avanzar a partir del presente. La experimentación será el único camino posible.