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Boletín de ArteNº 16

Lloremos por nuestro país amado: Ngũgĩ wa Thiong’o

Boletín de arte Tricontinental n°16 (junio de 2025)

Honramos la vida y el legado de Ngũgĩ wa Thiong’o (1938-2025): revolucionario, escritor y profeta del alma africana. Recordemos su obra, su exilio, su lucha y el futuro que imaginó.

[Escucha Wiyathi na Ithaka [Libertad y tierra], himno de la rebelión Mau Mau contra el dominio colonial británico, interpretado por Joseph Kamaru.]

“¿Quiénes son esos que cantan? ¿Por qué lloran? Cantan por su héroe que viene del bosque”. Entonadas en gĩkũyũ, estas fueron las palabras que recibieron a Ngũgĩ wa Thiong’o (1938–2025) cuando aterrizó en su tierra natal, Kenia, el 8 de agosto de 2004, tras 22 años de exilio. Miles de personas dieron la bienvenida en el aeropuerto de Nairobi a uno de lxs escritorxs marxistas y anticolonialistas más reconocidxs de África. Entonaron canciones de liberación de la rebelión Mau Mau (1952–1960) contra el colonialismo británico, un contexto histórico crucial de sus novelas como, Weep Not, Child [No llores, niñx](1964) y A Grain of Wheat [Un grano de trigo] (1967).

Entre la multitud estaba Gacheke Gachihi, quien había viajado en autobús desde lejos como parte de la delegación juvenil que organizó la recepción de Ngũgĩ. La dictadura de 24 años de Daniel Toroitich Moi había terminado 2 años antes, marcando el fin de una era y la posibilidad del regreso de Ngũgĩ.

Hoy coordinador del Centro de Justicia Social Mathare en Nairobi, Gachihi recuerda la escena de hace 21 años, cuando llegó Ngũgĩ. Mientras funcionarixs del gobierno intentaban escoltarlo discretamente, él insistió en bajarse del auto para tocar el suelo keniano. Fue en ese momento cuando Gachihi se acercó con su ejemplar de Moving the Centre: The Struggle for Cultural Freedoms [Desplazar el centro: La lucha por las libertades culturales] (1993) una colección de ensayos de Ngũgĩ sobre la persistencia del imperialismo cultural.

“¿Qué libro es este?”, le preguntó Ngũgĩ, antes de firmar el libro que transformó el pensamiento de Gachihi y lo impulsó al activismo político. Este fue el primero de varios encuentros entre Gachihi, Ngũgĩ y su familia durante las dos décadas siguientes.

“Recuerdo una palabra de The River Between [El río que nos divide] (1965) que me acompañó por 20 años: ‘burguesía’”, rememora Gachihi, mientras conversamos sobre el legado de Ngũgĩ al día siguiente de su fallecimiento, el 28 de mayo de 2025, a los 87 años. “Me inquietó hasta que comencé a estudiar las clases sociales y el análisis de clase”. Gachihi forma parte de las generaciones de activistas y revolucionarixs que se politizaron gracias a la obra de Ngũgĩ, que abarca seis décadas y a su propio trabajo político.

“Por desgtracia, gran parte de su legado revolucionario ha sido despolitizado”, afirma con pesar. “La corriente dominante —el sistema educativo, los medios e incluso las instituciones culturales— se centra en su trabajo sobre lengua y cultura, ignorando su crítica al neocolonialismo y a la clase, borrando los aspectos más radicales de su obra”.

Izquierda: Ejemplar de Pambana (julio de 1983); Derecha: Borrador del Programa Mínimo de MWAKENYA (1987). Créditos: Ukombozi Library.

Gachihi se refería a la participación de Ngũgĩ en el Movimiento 12 de Diciembre (DTM, por su sigla en inglés), una organización clandestina marxista-leninista activa en las décadas de 1970 y 1980. Nombrado en conmemoración de la independencia de Kenia del dominio británico en 1963, el movimiento, también conocido como MWAKENYA, o Muungano wa Wazalendo wa Kukomboa Kenya [Unión de Patriotas por la Liberación de Kenia], sentó las bases de la izquierda radical keniana. En una entrevista con William Acworth en 1990, Ngũgĩ habló de su rol como portavoz durante la creciente represión del gobierno de Moi, incluida la Masacre de Wagalla en 1984, donde murieron más de mil somalíes keniatas. Citó algunos objetivos de su Borrador de Programa Mínimo (1987): recuperar la soberanía nacional, construir una cultura democrática y patriótica, impulsar una política exterior independiente y establecer un sistema político democrático. Para él, la lucha por la democracia no era un “fenómeno abstracto”, sino que “adquiere sentido cuando se vincula a la lucha contra las estructuras neocoloniales”.

En la época de la fundación de MWAKENYA, Ngũgĩ participó activamente como instructor y colaborador en el Teatro Kamiriithu, un espacio popular al aire libre, experimentando con representaciones en lenguas africanas locales con campesinxs y trabajadorxs  fabriles de la zona, construyendo un espacio para la educación y la expresión cultural. Allí, junto a su compañero el dramaturgo Ngũgĩ wa Mirii, presentaron durante seis semanas la obra en gĩkũyũ Ngaahika Ndeenda [Me casaré cuando quiera]. Por su trabajo cultural y político, ambos escritores fueron arrestados el 31 de diciembre de 1977 y encarcelados sin juicio durante el año siguiente. La obra, una aguda crítica marxista a la sociedad poscolonial, al despojo continuo del campesinado y a los efectos del cristianismo, fue prohibida por el gobierno con base en las “Normas de Seguridad Pública”.

Izquierda: Portada de Ngaahika Ndeenda [Me casaré cuando quiera]; Derecha: Teatro Kamiriithu, ca. 1970s.

Sin embargo, el encarcelamiento en una prisión de máxima seguridad agudizó la visión política de Ngũgĩ. Allí elaboró las ideas que darían forma a Descolonizar la mente: la política lingüística de la literatura africana (1986). En esa obra fundamental, introdujo el concepto de “bomba cultural” para describir la violencia del imperialismo que “aniquila la fe de un pueblo en sus nombres, en sus lenguas, en su entorno, en su herencia de lucha, en su unidad, en sus capacidades y, en última instancia, en sí mismo”. Preservar y difundir las lenguas africanas, “el banco colectivo de memoria de la experiencia de un pueblo en la historia”, era un acto profundamente descolonizador y político.

En su reflexión sobre la brutalidad del colonialismo, Ngũgĩ sostenía: ”La bala fue el instrumento de sometimiento físico. La lengua, el de sometimiento espiritual”. Fue así como, durante su encarcelamiento, tomó la decisión de abandonar el inglés como lengua principal para su creación literaria y abrazar su lengua materna, llegando a escribir su primera novela en gĩkũyũ, en trozos de papel higiénico. Como explica en Descolonizar la mente, escribir en “una lengua keniana, una lengua africana, constituye parte fundamental de la lucha antiimperialista de los pueblos keniano y africano”. Este gesto fue además un intento por superar la división de clases y acercar la literatura precisamente a aquellas personas cuyas luchas buscaba representar, el campesinado y la clase trabajadora.

Ngũgĩ en Londres durante una protesta del Comité por la Liberación de lxs Prisionerxs Políticxs en Kenia, 1988. Créditos: Biblioteca Ukombozi.

Tras salir de prisión, Ngũgĩ fue forzado al exilio en 1982 y terminó en Londres, donde recibió el apoyo de camaradas revolucionarixs como el marxista tanzano Abdulrahman Mohamed Babu. Allí, inspirándose en las luchas contra el apartheid sudafricano, fundó el Comité por la Liberación de lxs Prisionerxs Políticxs de Kenia (CRPPK por su sigla en inglés). Este comité, que publicaba el boletín Kenya News, el CRPPK se convirtió en uno de los grupos más firmes en denunciar y difundir los abusos del gobierno de Moi.

Durante su exilio, Ngũgĩ siguió escribiendo. En uno de los ejemplos más potentes y surrealistas de resistencia literaria, su novela de 1986 Matigari ma Njiruungi [Las balas de lxs patriotas], sobre un combatiente por la libertad llamado Matigari, alcanzó una enorme popularidad en Kenia: se leía en bares, autobuses y hogares. Tanto así que comenzaron a circular rumores de que esa figura profética vagaba por la Provincia Central. En un clima de miedo y represión, el gobierno de Moi llegó incluso a ordenar la detención de Matigari. Al darse cuenta del absurdo, la policía allanó librerías y confiscó todos los ejemplares de la novela.

“Ngũgĩ no fue arrestado por un acto, sino por un libro”, dice Gachihi, cuyo centro de justicia social organiza un club de lectura en honor a Matigari. “La dictadura creyó haber detenido a una persona. Temían el poder de sus palabras. Ese libro se convirtió en un texto político clave para educar a las masas. Su escritura siguió creando conciencia mientras estuvo en el exilio”.

Hoy, al leer los obituarios o los homenajes al legado de Ngũgĩ, poco se dice de su militancia política, desde MWAKENYA hasta el CRPPK. “Tras décadas de dictadura y neoliberalismo, aún no tenemos instituciones que preserven estas historias”, lamenta Gachihi. “A diferencia de Sudáfrica o Tanzania, donde se le celebra como intelectual revolucionario, en Kenia se le reduce a un ícono literario. Es como el profeta que no es honrado en su tierra”.

Ngũgĩ también advirtió sobre el peligro de borrar la memoria histórica. En 2023, al cumplirse 60 años de la independencia de Kenia, publicó un artículo en el que reflexionaba sobre el trabajo político y creativo que lo llevó al exilio. Sobre los muchos “sacrificios que han debido soportar lxs intelectuales, artistas y activistas para democratizar nuestro país”. Hizo un llamado a “nuestrxs jóvenes patriotas” a estudiar la historia, mencionando a la Biblioteca Ukombozi, que generosamente proporcionó los materiales para este boletín de arte, en particular los archivos de MWAKENYA y el CRPPK. En ese mismo texto, recordó el brutal ataque que sufrió junto a su esposa en su casa poco después de volver del exilio, diciendo: “Por favor, no lloren por mí. Lloremos por nuestro amado país”. Este boletín llega mientras miles de kenianos salieron a las calles en todo el país esta semana, con 16 manifestantes asesinados por la policía, en el aniversario de las protestas contra la Ley de Presupuesto. La lucha por una Kenia más justa continúa. Mientras lloramos la muerte de Ngũgĩ y recordamos su vida y obra como escritor y activista político, deberíamos tener muy presentes esas mismas palabras.

En otras noticias…

Exposiciones en Cuba e India.

Para conmemorar el centenario del nacimiento de Malcolm X, Frantz Fanon y Patrice Lumumba, nuestrxs compañerxs de Utopix organizaron una exposición internacional de carteles, que incluye obras de nuestro departamento de arte. La primera muestra se realizó este mes en la Casa de las Américas (La Habana, Cuba), en paralelo al III Coloquio Internacional del Programa de Estudios Afroamericanos.

El mes pasado, también colaboramos con Young Socialist Artist Collective  [Colectivo de Jóvenes Artistas Socialistas] de la India para presentar la exposición “May We Rise” [Que nos levantemos], en conmemoración de diversos eventos revolucionarios y figuras históricas vinculadas al mes de mayo, desde el Día Internacional de lxs Trabajadorxs hasta Malcolm X, pasando por Ho Chi Minh y Rabindranath Tagore.

Como parte de nuestra galería mensual de retratos, una colaboración entre el Instituto Tricontinental de Investigación Social y Utopix, honramos a Malagantana Valente Ngwenya (1936–2011), uno de los pintores y poetas más destacados de Mozambique. Nacido este mes, Malagantana, al igual que Ngũgĩ, forjó su génesis artística descolonial junto a su militancia en el FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique), movimiento que derrocó al colonialismo portugués.

Este boletín está dedicado a Ngũgĩ, Malagantana y a las generaciones de artistas militantes cuyas vidas y obras se consagraron a la lucha —aún inconclusa— por la  liberación del continente africano y de su pueblo, donde la cultura es uno de los principales campos de batalla. Como dijo Ngũgĩ: ”La lucha por el alma de África es la lucha por sus lenguas y culturas. Es la lucha por su memoria. Es la lucha por su futuro”.

Cordialmente,

Tings Chak
Directora de Arte, Instituto Tricontinental de Investigación Social