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El nuevo Plan Cóndor. Geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe

Todos podemos reconocer con facilidad un golpe de Estado en su modalidad clásica; pero más opacos nos resultan aún los mecanismos solapados y no declarados de la guerra económica, las «revoluciones de colores», el lawfare, el neoliberalismo de guerra, la paraestatalidad, la narcopolítica, el oenegeismo colonial, el intervencionismo humanitario, la violencia sexual trasnacional, el terrorismo mediático o la instrumentalización política del ultraconservadurismo religioso. Estos mecanismos hacen parte de un «nuevo Plan Cóndor» que sobrevuela al sur del río Bravo.

El único punto de partida epistemológico válido para comprender y sortear los obstáculos de nuestra realidad
son ni más ni menos que los pueblos de América Latina y el Caribe
—y no de manera abstracta o dispersa, sino a través de las formas organizadas del pueblo-continente—.

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde los tiempos del Maine y desde los golpes de Estado «clásicos» que supimos conocer y sufrir en América Latina y el Caribe a lo largo de los siglos XIX y XX. Sin embargo, Existe una continuidad patente respecto de aquella articulación de dispositivos políticos, militares y comunicacionales puestos al servicio de la intervención y nuestro propio presente geopolítico, aunque las formas y los pretextos de la guerra se hayan desplazado hacia competencias que en otro tiempo tenían una relación más distante con las operaciones estrictamente militares.

El paradigma anterior de intervención dominante, conocido como guerra de «guerra asimétrica», implicaba la confrontación entre fuerzas convencionales (ejércitos regulares nacionales o fuerzas regulares de ocupación) contra fuerzas insurgentes (formaciones guerrillas, organizaciones político-militares de todo tipo, etc). De ahí la doctrina del «enemigo interno» común a las políticas de terrorismo de Estado articuladas en lo que se conoció como el Plan Cóndor —cuando el Pentágono asesoró y articuló a su servicio a las dictaduras militares de América del Sur, en las décadas de 1970 y 1980—, e incluso la idea del «enemigo difuso» tan utilizada para justificar las guerras en Medio Oriente a partir de la década de 1990.

En lo que va de este siglo, y más todavía tras el reto global presentado a la humanidad por la emergencia de la pandemia de COVID-19, la geopolítica parece ya parte de nuestro vocabulario cotidiano. De la geopolítica de las vacunas a la geopolítica del petróleo, de la geopolítica imperialista a la geopolítica de la integración, de la geopolítica del clima a la geopolítica militar; parece en vano intentar comprender algo sin ella. Las tentativas liberacionistas de los pueblos no pueden prescindir de la dimensión geopolítica como una herramienta epistemológica, ni tampoco como una mediación estratégica fundamental. Es notorio que el poder se concentra en el espacio de forma desigual. El espacio será, por lo tanto, un terreno privilegiado de la acción política, ya sea imperial o anti-imperial, colonial o liberadora.

A esta nueva situación global determinada por la emergencia de COVID-19 se suman otros «signos de los tiempos», entre ellos los indicadores cada vez más evidentes de una nueva transición hegemónica global; el desplazamiento del eje geopolítico del mundo hacia Oriente; el conflicto entre unipolarismo y pluricentrismo; la crisis de las principales instituciones del autodenominado «mundo occidental»; la militarización y paramilitarización incesante de la vida; la consolidación de «nuevas derechas» y la fascistización en proceso de diversos sectores sociales; la nueva revolución tecnológica y la irrupción de corporaciones de nuevo tipo; la desenfrenada disputa por los bienes de la naturaleza, de cara a que la rueda de la hiperproducción y el consumo continúe girando; el agravamiento del cambio climático y de todos los indicadores de la crisis ecológica; la erosión del neoliberalismo como sistema económico —e ideológico— hegemónico; la eventualidad de una crisis económica de magnitud histórica; el declive de los Estados Unidos y el simultáneo recrudecimiento de su accionar imperialista en América Latina y el Caribe. Fenómenos que nos urgen a una reflexión estratégica y situada sobre la actualidad geopolítica de la región en el marco de un mundo convulso e incierto.

 

Bajo la coordinación de Lautaro Rivara y Fernando Vicente Prieto te presentamos una nueva coedición entre Batalla de Ideas y el Instituto Tricontinental que busca privilegiar el análisis del enemigo, de sus actores, doctrinas, teorías, métodos y estrategias. 

El nuevo Plan Cóndor. Geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe reúne artículos de: Manuel Bertoldi (Argentina), Sally Burch (Ecuador), Javier Calderón Castillo (Colombia), Delana Corazza (Brasil), Pasqualina Curcio (Venezuela), Jacqueline Gómez (Argentina), Juan Grabois (Argentina), Fausto Jarrín Terán (Ecuador), Osvaldo León (Ecuador), Hugo Moldiz (Bolivia), Laura Pinzón Capote (Colombia), Carol Proner (Brasil), Mamyrah Prosper (Haití), Lautaro Rivara (Argentina), Silvina Romano (Argentina), Carlos Ron (Venezuela), Izett Samá Hernández (Cuba), William Serafino (Venezuela), João Pedro Stedile (Brasil) y Fernando Vicente Prieto (Argentina).

Como en el Seminario Internacional Nuevas doctrinas de intervención: geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe volvemos a invitarles a pensar la realidad desde diferentes contextos nacionales, pero señalando la regularidad de las políticas imperiales: analizar casos testigo que pueden ser representativos de la realidad general del continente; poner en común herramientas, dispositivos y voluntades que permitan dar la batalla de ideas en un plano —la geopolítica— que, aunque pueda parecer lejano de los azares del día a día, influye sobre la cotidianeidad de los pueblos y sus expresiones organizadas de modo determinante.

El nuevo Plan Cóndor
Geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe

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