Observatorio de América Latina y el Caribe

 

Hoy sigue siendo quien manda, pero en los últimos cuatro años nunca hemos estado tan seguros como ahora de que mañana será otro día. Después del 31 de diciembre de 2022, Bolsonaro dejará la presidencia y Lula tomará el relevo el primero de enero de 2023. El camino hacia la victoria no fue fácil y el resultado electoral debe servir como experiencia de aprendizaje.

Las elecciones dejaron al descubierto el profundo Brasil del racismo, el machismo, el autoritarismo, la anti izquierda, el anticomunismo y también las banderas fascistas. Hubo más de 58 millones de votos para Bolsonaro, lo que principalmente significó la connivencia con estas ideas o incluso el apoyo a las mismas. El gran apoyo recibido en 2022 es más preocupante que el recibido en 2018. Aunque perdiera las elecciones, en la segunda vuelta de 2022, Bolsonaro obtuvo 400.000 votos más que en aquella oportunidad, cuando fue ganador. El número de votos prácticamente se repite y la historia se confirma para aquellos que dudaban de cómo piensa o se comporta casi la mitad de los brasileños y las brasileñas.

Por otro lado, el récord de votos a favor de Lula es la esperanza. Fue una respuesta del mismo Brasil contra la crueldad del gobierno, contra las manifestaciones fascistas, contra un gobierno que desprecia a los trabajadores y a los más necesitados. El voto a Lula fue por todas las víctimas de la COVID-19, por todos los que murieron de hambre y por los y las que perdieron sus empleos durante estos cuatro años. Es muy significativo que el quinto país más grande del mundo haya derrotado en las urnas a un líder fascista que llevó a cabo un gobierno de extrema derecha.

Si las condiciones socioeconómicas externas e internas para el próximo año no son las más favorables posibles, será mejor estar bajo el liderazgo de Lula y de un gobierno comprometido con el pueblo brasileño.

En este Cuaderno hemos podido poner de manifiesto los principales retos del próximo gobierno de Lula y señalar las posibilidades de progreso en diversas áreas. En el ámbito económico, el reto es adoptar una política fiscal realmente adaptada a las necesidades del pueblo brasileño, en la que los pobres tendrán que volver a formar parte del presupuesto público. El texto también destacó la grave situación socioeconómica que vive el país y las políticas que deberán adoptarse de nuevo, como el Programa Bolsa Família, el aumento del salario mínimo, las medidas de reindustrialización del país, la reactivación de la política medioambiental y la inversión en sanidad y educación. En el ámbito de la política exterior, se destacó que las relaciones exteriores de Brasil con los países latinoamericanos están entre las prioridades del próximo gobierno de Lula, siendo la tarea más inmediata el fortalecimiento de la región, su integración productiva a través de acuerdos en Unasur, Mercosur y CELAC y la revisión de algunos acuerdos birregionales, no favorables a los países de la región, entre Mercosur y la Unión Europea. El texto que abordó los retos de la Reforma Agraria destacó la importancia de la política en un contexto más amplio, el de la lucha contra males sociales como el hambre y la desigualdad social. También se destacó que es una tarea urgente para las familias asentadas seguir produciendo alimentos y promover acciones solidarias. En la entrevista sobre el fenómeno del Bolsonarismo, destacamos aquí el análisis de la perspectiva del fenómeno ante la victoria de Lula, que si por un lado debe mantenerse sólido dado que el fenómeno tiene profundas raíces socioculturales en los brasileños, por otro lado puede perder fuerza si la figura de Bolsonaro sufre un castigo, como la cárcel, y por la acción del próximo gobierno en la mejora de las condiciones de vida del pueblo. La victoria de Lula podría ser un ejemplo positivo para la lucha contra la extrema derecha en la región latinoamericana. Lula es un líder de masas que representa claramente un contrapunto al extremismo en la región. Finalmente, el último texto planteó el Poder Popular como estrategia de mejoras sociales en Brasil y en la región latinoamericana y caribeña, enumerando tareas prioritarias en el campo de las luchas, como el enfrentamiento al fundamentalismo y la centralidad de las luchas por una alimentación sana, que combine la producción de alimentos con el cuidado de la naturaleza.

Por lo tanto, siguiendo el tema de nuestro texto de cierre, para que las posibilidades de avance se materialicen, no pueden depender sólo del gobierno, sino que deben contar con un Poder Popular activo, en el que los movimientos sociales organizados expresen la voluntad del pueblo en las calles.

Que el tercer gobierno de Lula vuelva a ser un ejemplo de políticas públicas que den dignidad a nuestros pueblos; que signifique unión y fortalecimiento entre los países de América Latina y el Caribe. Esta unión es más que necesaria para que prácticas como la persecución sufrida por Lula, a través del lawfare, y repetida en 2022 con Cristina Kirchner, no vuelvan a ocurrir. Para que podamos resistir los intentos de golpe de Estado que se manifiestan a menudo en Nuestra América, como el más reciente en Bolivia con el intento de derrocar a Luis Arce. Estos últimos acontecimientos sirven para ponernos en alerta. Como cantaba nuestra musa de la Tropicalia, Gal Costa, que nos dejó el 9 de noviembre de 2022, «¡Atención! Hay que estar alerta y ser fuerte».

La ola de gobiernos progresistas no se garantizará a sí misma. Además de la unión entre estos gobiernos será necesario movilizar a nuestros pueblos en defensa de nuestros intereses y para solidificar esta defensa será necesario fortalecer nuestras banderas avanzando en nuestras reivindicaciones.

Las condiciones están dadas, las ventanas de posibilidades de avance, frente a los desafíos, están ahí. Es hora de esperanzar, es hora de luchar.

 

Volver al artículo principal