Adelia González Arzac es militante (urbana) de la rama rural del MTE y parte de la Cooperativa Pueblo a Pueblo. Es bióloga y trabaja como docente en la UBA y en el Bachillerato Popular Anuillán.

 

¿Cuándo nace la cooperativa Pueblo a Pueblo y en respuesta a qué tipo de problemáticas?

Pueblo a Pueblo nace en el año 2016, es un canal corto de comercialización de alimentos que garantiza un precio justo para quien produce y para quien consume. Nació formalmente en 2016, pero el paso inicial fue dado cuando familias agricultoras del cinturón hortícola platense, hoy organizadas en la rama rural del MTE, comenzaron a vender bolsones de verdura en las esquinas de La Plata. Este tipo de venta directa o canal corto de comercialización fundamentalmente intenta compensar la injusticia generada en los canales convencionales de comercialización, en los que son las grandes comercializadoras que distribuyen los alimentos —en vez de quienes los producen— las que determinan el precio de venta. En los canales convencionales a las familias productoras se les paga muy poco por su producción (a veces ni cubre los costos) y encima los alimentos llegan a los/as consumidores/as con un sobreprecio de hasta veinticinco veces más de lo que se le pagó a las familias productoras.  Además, Pueblo a Pueblo nació con el objetivo de apoyar y fomentar la transición a la agroecología. Para poder llevar adelante esta transformación productiva las familias necesitan abrir canales alternativos de comercialización que les permitan tener mejores ingresos y estabilidad.

 

¿Qué tipo de productos comercializan desde la cooperativa y en qué áreas geográficas?

Los productos que comercializamos son alimentos producidos por familias agricultoras organizadas en la rama rural del MTE, alimentos frescos como frutas y verduras, huevos y también elaborados: mermeladas, quesos, conservas, café, harina, y más. Cada lugar donde se desarrolla Pueblo a Pueblo tiene su propia característica, se ofrecen alimentos producidos localmente. Algunos de los alimentos son de producción agroecológica y otros en transición, pero con el horizonte apuntando hacia la agroecología, todos provienen de pequeños productores que están día a día luchando por la soberanía alimentaria.

Hay nodos Pueblo a Pueblo en el AMBA: CABA, Zona Norte (desde Florida hasta Escobar y José C. Paz), Zona Oeste (La Matanza, Morón, General Rodríguez, Luján), Zona Sur (Lanús, Berazategui, Quilmes, Ensenada). También en Junín, Olavarría y Azul en provincia de Buenos Aires; en Santa Isabel (La Pampa); en las provincias de Córdoba y Entre Ríos, en Rosario (Santa Fe) y en El Dorado (Misiones).

 

¿Cuál es el perfil de consumidores —en términos generales— que recurren a este tipo de canales de comercialización?

El perfil es muy variado, nos faltaría hacer un relevamiento para tener datos y poder conocerlo y hablar con más fundamento; pero, desde la experiencia de estar hablando todas las semanas con quienes hacen el pedido a Pueblo a Pueblo en CABA, puedo decir que hay gente comprometida enteramente con el proyecto e interesada en el bienestar de las familias agricultoras y en acceder a buen alimento, también están quienes tienen el foco puesto en consumir alimentos sanos y quienes se acercan porque es más económico. Lo maravilloso de estos canales alternativos es que al haber un ida y vuelta de comunicación entre quienes producen y quienes consumen, también las motivaciones se van transformando y crece la conciencia de que alimentarse  es también un acto político.

 

¿Cuáles son las principales ventajas de los circuitos cortos de comercialización?

La ventaja para quienes producen es que reciben un precio justo por su trabajo y para quienes consumen, que tienen acceso a un alimento sano a buen precio. Además, este tipo de canales generan trabajo y vínculos entre productores y consumidores, y de esta manera los actores del sistema agroalimentario se vinculan y pueden organizarse para transformarlo.

 

¿Cuáles son las principales limitantes de este tipo de circuitos?

Esta pregunta es difícil, porque veo que nuestro alcance tiene un techo que es muy difícil de atravesar, pero no logramos hacer un diagnóstico claro de qué cosas son las que lo definen.  En los últimos tiempos, este tipo de canales alternativos como Pueblo a Pueblo, que distribuyen productos de la agricultura familiar, de cooperativas y fábricas recuperadas crecieron y se multiplicaron. Pero seguimos sin dar abasto en lograr distribuir toda la producción de alimentos de la agricultura familiar. Para crecer en la capacidad de distribución se necesitan cuestiones estructurales como medios de transporte, galpones de acopio y toda la logística de distribuir productos frescos perecederos es bien compleja. Por otro lado, también semana a semana la demanda es inestable (ni hablar de los cambios antes, durante y después de la pandemia). Como sea, sin duda estos canales se beneficiarían mucho si hubiera, por ejemplo, un mayor incentivo desde compras públicas del Estado, con las que la agricultura familiar podría abastecer a las instituciones públicas (escuelas, hospitales, cárceles, comedores, etc) de alimentos sanos y a un precio justo.

 

¿Los canales alternativos de comercialización son una respuesta para un mejor precio a los consumidores?

Sí, sin duda, aquellos canales cortos que tienen por objetivo un precio justo.

 

En su opinión, ¿los circuitos cortos de comercialización representan una alternativa o un complemento de los canales convencionales de comercialización?

Son una alternativa y ojalá algún día en el que estemos más cerca de alcanzar la soberanía alimentaria constituyan la modalidad predominante.

 

Desde su perspectiva ¿qué tipo de rol debería jugar el Estado —en sus diferentes jurisdicciones— en la comercialización de los alimentos en Argentina? ¿Y en cuanto a los circuitos cortos de comercialización en particular?

Por un lado, debería regular los precios de los alimentos, los formadores de precios no pueden ser las grandes comercializadoras; por otro, debería priorizar e incentivar circuitos cortos y de venta directa. Y como ya mencioné, sería algo simple y a la vez muy poderoso un sistema de compras públicas de alimentos de la agricultura familiar para las instituciones.