Lo que fue censurado y eliminado, el pueblo lo expandió por el mundo
Los murales creados bajo la Unidad Popular fueron censurados durante la dictadura, pero su mensaje traspasó fronteras. Exploramos su legado revolucionario y hablamos con Mono González, muralista clave de esta resistencia artística global.

[Escuchen la canción “Vamos, mujer”, de Quilapayún, uno de los grupos más emblemáticos del movimiento Nueva Canción Chilena durante el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende.]
Nos encontramos en una sofocante tarde de verano en la Biblioteca Nacional de Chile, en el corazón de Santiago. Con su característico bigote blanco y a solo dos días de cumplir 78 años, Alejandro Mono González, connotado muralista chileno, se sentó y comenzó a hablar de inmediato sobre la exposición en la sala contigua. Patria negra y roja era una muestra dedicada al centenario del nacimiento del pintor chileno José Venturelli. Comunista de toda la vida, Venturelli inició su carrera a los 16 años como asistente del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Más tarde, se convirtió en una figura clave del Consejo Mundial de la Paz, lo que lo llevó a la joven República Popular China como un embajador cultural de facto para América Latina y el Caribe.

Izquierda: Alejandro Mono González y Tings Chak en la exposición de José Venturelli, Biblioteca Nacional de Chile. Derecha: Exposición del centenario de José Venturelli, Centro Cultural La Moneda.
Curiosamente, seguir los pasos de la trayectoria vital de Venturelli fue una de las razones que me llevaron a Chile, como pueden leer aquí. Pero no nos reunimos para hablar de Venturelli ni de los grandes muralistas mexicanos que lo inspiraron, tanto a él como a Mono. Estábamos allí para hablar de las legendarias Brigadas Ramona Parra, de las que Mono fue miembro fundador hace casi seis décadas, cuando era estudiante de diseño en la Universidad de Chile y militante de las Juventudes Comunistas de Chile. Las brigadas, nombradas en honor a Ramona Parra, una joven comunista de 20 años asesinada por la policía en Santiago en 1946 durante una huelga de trabajadores del salitre, se formaron en 1968, justo antes de la campaña electoral del líder socialista Salvador Allende. Eran jóvenes militantes comunistas, organizados en células que trabajaban en fábricas, puertos, escuelas secundarias y universidades, surgidos de un momento político floreciente en la región.

Izquierda: José Venturelli con sus estudiantes en China, s.f. Créditos: Eva Sandberg Xiao. Derecha: Mono González pintando su mural en Xinjiang, China, 2016.
“En los años sesenta, América Latina tuvo un fuerte movimiento musical: Atahualpa Yupanqui en Argentina, Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti en Uruguay, y la Nueva Canción Chilena. En literatura, estaban Julio Cortázar, Mario Benedetti y el Boom Latinoamericano”, sostuvo Mono González. Agregó que la Revolución Cubana de 1959 también inauguró una nueva tradición en las artes gráficas, especialmente en carteles, que influyeron en la cultura visual latinoamericana. Paralelamente, el arte callejero político y la estética desarrollada por los movimientos chicano y radical negro en Estados Unidos también llegaron a Chile.
“1968 fue un año importante a nivel mundial. No solo fue París, también ocurrió la masacre estudiantil en México, donde cientos fueron asesinados en la Plaza de las Tres Culturas”. El muralista chileno se refería a la brutal represión en Tlatelolco contra el levantamiento estudiantil, diez días antes de que el país albergara los Juegos Olímpicos. Durante la ola de protestas previas, las brigadas estudiantiles se organizaron con fuerza. Lxs alumnxs de ingeniería diseñaron globos para lanzar panfletos. Lxs estudiantes de teatro lideraron performances callejeras. Mientras la represión gubernamental crecía, también lo hacía el apoyo popular al movimiento estudiantil, respaldado por las Brigadas de Propaganda, responsables de producir volantes, carteles, pancartas y pegatinas. Las brigadas nacieron del fervor político y cultural de la época. Mono recordó que, “estos fueron fenómenos importantes, difíciles de replicar bajo condiciones históricas diferentes”.

Murales de las Brigadas Ramona Parra, década de 1970.
Con vínculos directos con el Partido Comunista de Chile, aunque “no eran controladas desde arriba y surgieron desde las bases”, las brigadas respondieron a las necesidades políticas del momento a través de su medio elegido: los murales, que tienen una capacidad única para expresar y disputar ideas en comunidades y territorios específicos. Una semana antes de las elecciones, coordinaron Amanecer Venceremos, una operación que movilizó a más de 120 brigadas en todo Chile para pintar murales la noche previa a la elección presidencial de Allende. El 4 de septiembre de 1970, la coalición de izquierda Unidad Popular ganó las elecciones con Allende como líder, bajo un programa para abordar el “estancamiento económico y social, la pobreza generalizada y el abandono total sufrido en todos los frentes por la clase trabajadora, el campesinado y otrxs grupos explotadxs.
Propusieron reformas económicas y sociales radicales, centradas en la nacionalización del cobre (Chile posee un quinto de las reservas mundiales conocidas) y en programas culturales innovadores. Entre estos esfuerzos estaba la creación del Museo de la Solidaridad, un proyecto del gobierno de la Unidad Popular para fomentar la donación de obras de arte de toda América y Europa. La visión de este proyecto, que estuvo en pleno apogeo desde 1971 hasta el golpe en 1973, era crear un museo de arte internacional para el pueblo chileno. Los murales desempeñaron un papel importante para popularizar las políticas y programas del gobierno de la Unidad Popular. “Durante la época de Allende los murales llegaban a cientos de miles de personas diariamente. Incluso si eran borrados, ya habían cumplido su propósito”, añadió Mono.
Sin embargo, la presidencia de Salvador Allende sería truncada cuando el liderazgo de Chile, un ejemplo para otros países del Tercer Mundo, resultó intolerable para el orden imperialista. El 11 de septiembre de 1973, sectores reaccionarios del ejército chileno, liderados por el general Augusto Pinochet y respaldados por la CIA, derrocaron al gobierno de la Unidad Popular, y Allende murió en el ataque a La Moneda, el palacio presidencial. Matar al líder no fue suficiente: los soldados de Pinochet querían matar ideas, quemando libros marxistas y obras de arte de izquierda, incluidas muchas del Museo de la Solidaridad.

Izquierda: Soldados de Augusto Pinochet queman libros marxistas y la serigrafía América despierta, 28 de septiembre de 1973. Créditos: Wikimedia Commons. Derecha: Mono, La mirada de las anchas alamedas, 2005. Créditos: Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA).
A pesar de los intentos del régimen golpista por borrar el museo, lxs trabajadorxs culturales chilenxs que estaban en la clandestinidad y el exilio revivieron la institución en el extranjero entre 1975 y 1990 bajo el nombre Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende. El proyecto se restauró en 1991 tras el retorno de la democracia a Chile y ahora se llama Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA). Pueden ver algunas de las obras de arte que destacamos en nuestro dossier por el quincuagésimo aniversario del golpe.

Murales en Mozambique. Créditos: Imagens de uma revolução (1982) de Albie Sachs.
Así como las obras del museo sobrevivieron al golpe y a los 21 años de dictadura que siguieron, también lo hizo el muralismo de las brigadas. “Los exiliados chilenos llevaron esta estética por todo el mundo”, dijo Mono. “El estilo se convirtió en parte del imaginario global, no solo de Chile. Lo que censuraron y mataron, el pueblo lo expandió por el mundo”. Algunxs integrantes de las brigadas terminaron en distintos lugares del mundo, incluido Mozambique, donde su influencia estética y política se puede apreciar en el muralismo de artistas como Malangatana Ngwenya, quien colaboró con exiliadxs chilenxs, como se documenta en el libro Imagens de uma revolução [Imágenes de una revolución] de Albie Sachs. La magnitud de esta influencia a nivel internacional quizás nunca se conozca por completo. “Aún hay mucho que permanece sin documentar, especialmente en relación con el exilio, y el trabajo de desenterrar, recuperar y preservar esa memoria histórica sigue pendiente”, agregó el muralista.
Aunque han pasado más de cinco décadas desde el golpe contra Allende, Mono no se ha dejado detener por el pasado y ha continuado su vida política y cultural, que ahora abarca más de 60 años. Hoy, aunque sigue pintando murales, dedica más atención al diseño de carteles. “Los murales grandes requieren financiamiento, maquinaria y tiempo. Por eso hemos optado más por los carteles. Un cartel bien colocado en un lugar de mucho tránsito puede ser tan efectivo como un mural”. Mientras nos reuníamos, terminaba de crear un cartel para el Día Internacional de la Mujer y se preparaba para su distribución masiva.

Cartel del 8 de marzo de Mono, con la imagen de Gladys Marín (1937–2005), ex secretaria general del Partido Comunista de Chile.
Para Mono, “el arte es una herramienta para la formación política. Ya sea a través de murales, carteles o medios digitales, nuestro desafío es mantener viva la resistencia cultural”. A menudo imparte talleres gratuitos para jóvenes artistas y activistas en su taller del mercado de pulgas Víctor Manuel, donde también nos reunimos mientras celebraba su cumpleaños 78. Aunque lamenta la pérdida de las escuelas de formación política estructurada para artistas del período de la Unidad Popular, y el hecho de que luchas como las feministas, ambientales e indígenas se han aislado debido a la falta de un “organismo coordinador central”, sigue trabajando incansablemente para crear arte que aporte al avance de las necesidades políticas de este tiempo. “Debemos asegurar que el arte sirva al pueblo. Ya sea en Chile o en el extranjero, la esencia sigue siendo la misma: crear obras que hablen de las luchas del momento”, concluyó.
En otras noticias…

Evento y exposición de carteles en la Feria del Libro de La Habana.
Entre el 15 y el 25 de febrero, nuestrxs buenxs amigxs de Utopix estuvieron en Cuba para la trigésima tercera Feria del Libro de La Habana. En colaboración con la Casa de las Américas, organizaron dos exposiciones de carteles, que incluyeron obras del Departamento de Arte del Tricontinental. Allí también presentaron el Calendario del Día de los Libros Rojos 2025. Por último, no dejen de ver la obra destacada de marzo en nuestra galería de retratos. Entre lxs revolucionarixs a quienes rendimos homenaje este mes está el poeta palestino Mahmoud Darwish (1941–2008), nacido el 13 de marzo, cuyo legado nos recuerda que “ser humano es amar, crear y resistir”.
Cordialmente,
Tings Chak
Directora de Arte, Instituto Tricontinental de Investigación Social