La planta siderúrgica del pueblo en Visakhapatnam y su lucha contra la privatización

Dossier no. 55

 

La historia de la planta siderúrgica de Visakhapatnam no es sólo la historia de sus trabajadorxs. Su resistencia, sus aspiraciones y sus victorias forman parte de un lienzo más amplio que se entrelaza con las luchas por la defensa del sector público, los enfrentamientos con el neoliberalismo y la lucha por llevar a cabo un proyecto de modernización nacional. Cada collage de este dossier combina elementos desde tres perspectivas diferentes: el interior de la planta siderúrgica, con fotografías tomadas por los propios trabajadores; las movilizaciones en la calle, en las que participan niñas, niños, ancianos y amplios sectores de la sociedad; e imágenes históricas y contextuales que reflejan el entorno más amplio de esta lucha. Leídas en conjunto, las obras ponen de manifiesto la naturaleza interconectada e intergeneracional de la lucha de Visakhapatnam, llevándonos de la planta de producción a las calles, de la India al mundo.

Las fotografías que aparecen en este dossier fueron facilitadas por Kunchem Rajesh, del periódico Prajasakti, con sede en Andhra Pradesh, y por los trabajadores de la planta siderúrgica de Visakhapatnam, y han sido convertidas en collages por el Instituto Tricontinental de Investigación Social.

 

La planta siderúrgica del pueblo en Visakhapatnam y su lucha contra la privatización

Cuando la tormenta neoliberal arrasó la India hace tres décadas, la industria del sector público fue la primera en sufrir un golpe frontal. Para quienes desencadenaron la tormenta, una alianza del capital internacional y el gran capital indio, las empresas públicas representaban un suculento buffet de activos y recursos por engullir. Había cientos de empresas que podían ser privatizadas para alimentar el hambre de activos del gran capital. Entre ellas se encontraban puertos, industrias navieras, astilleros, aeropuertos, aerolíneas, ferrocarriles, industrias de extracción de petróleo y gas, refinerías petroquímicas, la red de telecomunicaciones, la red ferroviaria nacional, empresas de fabricación de maquinaria pesada y equipos eléctricos, hoteles, empresas de generación y distribución de energía, grandes empresas de seguros, la enorme red de bancos públicos y por último, pero no menos importante, plantas siderúrgicas.

Durante estos 30 años de neoliberalismo, el Estado indio, a instancias del gran capital, ha llevado a cabo una ofensiva persistente y perniciosa para socavar las empresas del sector público. Sin embargo, esta ofensiva no ha sido tan fluida ni tan fructífera como hubiera querido el campo neoliberal, porque la clase trabajadora sindicalizada ha luchado con uñas y dientes contra cada movimiento de privatización, sea grande o pequeño, con muchos más éxitos que fracasos. Aunque el gobierno indio ha privatizado o cerrado decenas de empresas públicas, muchas más unidades, sobre todo las más grandes, como las plantas siderúrgicas, permanecen en el sector público como resultado de la resistencia de las y los trabajadores. Esta lucha entre la clase trabajadora india y el gran capital, mediada por el Estado de India, cuenta una historia instructiva sobre la lucha contra el neoliberalismo, una lucha de cuyos éxitos apenas se habla.

La historia de la planta siderúrgica de Visakhapatnam es un importante ejemplo de esta inquebrantable lucha. Situada en la costa del Golfo de Bengala en la ciudad portuaria de Visakhapatnam, en el estado de Andhra Pradesh, al sureste de la India, Visakha Steel [Acero Visakha], como llaman afectuosamente a la planta los habitantes del estado, o Rashtriya Ispat Nigam Limited (RINL), como fue bautizada oficialmente por el gobierno indio, ocupa un lugar de honor en el paisaje industrial del estado. La historia del nacimiento de Visakha Steel es en sí misma ilustrativa de las profundas raíces del sector público en la sociedad india y las razones de su continua supervivencia.

Esta singular planta siderúrgica, que nació de la voluntad popular en 1982, ha sobrevivido a múltiples intentos de privatización y ha prosperado frente a muchos desafíos. En función de la situación política y económica de cada momento, los gobiernos han intentado diversas vías para privatizar la planta. Cuando la planta es vulnerable, intentan impulsar la desinversión, la privatización de departamentos individuales y la venta de activos; cuando la planta va viento en popa, sus métodos incluyen el desvío de recursos, el sabotaje político, la negación de permisos y el retraso en decisiones empresariales vitales. Todos estos intentos han sido rechazados con éxito por los trabajadores de la planta, junto con movimientos aliados y personas de la región que han luchado junto con ellos.

 

 

Aspiraciones para la siderúrgica popular

Después de ser brutalmente explotada y despojada de sus riquezas, recursos y vigor durante dos siglos, India se liberó del yugo colonial británico y declaró su independencia en 1947. La rápida modernización e industrialización estaban entre los objetivos fundamentales del recién formado Estado. Aunque lastrado por el subdesarrollo, la pobreza generalizada, la escasez de divisas y el atraso tecnológico, el país se embarcó en un ambicioso proyecto de industrialización en el que el Estado estableció las industrias pesadas de larga duración necesarias para la modernización y expansión de la economía. Con la ayuda de la Unión Soviética y otros países, el Estado indio construyó plantas siderúrgicas, refinerías de petróleo, minas, centrales eléctricas e industrias de producción de maquinaria pesada, equipos eléctricos, equipos de defensa y productos farmacéuticos. Casi todas ellas se crearon como empresas del sector público.

Entre estos proyectos, la creación de plantas siderúrgicas fue un hito crucial en el desarrollo económico nacional. La autosuficiencia en la producción de acero era fundamental para el proyecto de modernización, ya que el acero era vital para construir la gran red ferroviaria así como para desarrollar puertos, construir la industria pesada y grandes proyectos de irrigación que llevaran agua por canal a millones de acres de tierras resecas. Para las y los indios, el acero —una aleación de hierro con un poco de carbón— se convirtió en mucho más que eso, y las acerías se transformaron en emblemas de las aspiraciones de un país independiente.

Las plantas siderúrgicas que se construyeron en los cinturones ricos en hierro del norte y el este de la India fueron objeto de aspiración y envidia para las personas del sur. A sus ojos, las enormes plantas siderúrgicas del sector público, instaladas en miles de hectáreas de terreno y que producían millones de toneladas de acero para forjar una nueva India, eran nada menos que templos. El considerable número de empleos generados por las plantas siderúrgicas y las industrias auxiliares que surgían a su alrededor eran altamente deseables, lo que llevó a los habitantes de Andra Pradesh a luchar por su propia planta siderúrgica.

En 1965, el gobierno indio, encabezado por el entonces primer ministro Lal Bahadur Shastri, anunció su intención de establecer la primera planta siderúrgica de la India en Visakhapatnam, siguiendo la recomendación del Consorcio Anglo Americano que fue contratado para seleccionar una ubicación adecuada en el sur del país. Esto se convirtió en motivo de júbilo en un Andhra Pradesh indiviso, especialmente para la juventud, que aspiraba a un empleo industrial y moderno.

Aunque es una bulliciosa ciudad portuaria, Visakhapatnam está ubicada en una de las regiones más subdesarrolladas y pobres del país. En ese tiempo, la región norte de Andhra Pradesh, alrededor de Visakhapatnam, era predominantemente pobre con una gran población de indígenas en los bosques de la zona. La región estaba plagada por el hambre, las enfermedades y la desnutrición, y a menudo miles de personas morían por fiebres epidémicas. La industria existente en Visakhapatnam —una parte del sector público, pero la mayoría del sector privado— era inadecuada para sacar a la región de la pobreza. Una planta siderúrgica significaría una mucho mayor disponibilidad de empleos y una mejor perspectiva de desarrollo. Esto fue motivo de regocijo para las y los habitantes de la región.

Sin embargo el júbilo pronto se convirtió en despecho e indignación, cuando la entonces primera ministra Indira Gandhi se retractó de la promesa de crear la planta siderúrgica en 1966, alegando escasez de fondos. Con posiciones y promesas cambiantes, el gobierno central trató de desencadenar una suerte de pelea entre los estados del sur por una planta siderúrgica. El pueblo de Andhra Pradesh, descontento con lo que consieraban una discriminación y abandono del sur, reaccionó con rabia y comenzó una batalla por la planta siderúrgica.

 

 

Visakha Ukku, Andhrula Hakku

“Visakha Steel es un derecho del pueblo de Andhra”.

Incluso antes de su lucha por la planta siderúrgica, el pueblo en Andhra Pradesh ya tenía un historial de liderazgo en movimientos políticos por la modernización, como su exitosa lucha por la construcción de la presa Nagarjuna Sagar en el río Krishna en 1955. Habiendo visto la transformación que el agua de riego de la presa supuso para las aldeas situadas aguas abajo, las esperanzas de la población por una planta siderúrgica no eran menores. Así, se lanzaron una vez más a luchar por este nuevo proyecto.

En 1966, estudiantes de la Universidad de Andhra, de la Facultad de Medicina de Andhra y de otras universidades en Visakhapatnam salieron a las calles a protestar para exigir que se construyera una planta de siderúrgica en la ciudad y para apoyar la huelga de hambre indefinida del destacado líder telugu T. Amrutha Rao con el mismo fin, lo que desencadenó un movimiento más amplio. Rápidamente, la agitación se extendió al resto de Andhra Pradesh, con jóvenes y estudiantes de todas partes protestando en las calles durante meses, coreando: Visakha ukku, andhrula hakku [Visakha Steel es el derecho del pueblo de Andhra].

El movimiento contó con el firme apoyo de las y los comunistas, que tenían una importante presencia en Andhra Pradesh. Con 51 miembros en la Asamblea estadual, el Partido Comunista de India (Marxista) y el Partido Comunista de India constituían juntos la mayor oposición política en el estado. Los comunistas creían profundamente en la importancia de la industrialización para liberarse de los grilletes de la explotación feudal y del subdesarrollo que estrangulaban los impulsos progresistas de la sociedad. También reconocían cuán vital era la industrialización para el surgimiento de una clase trabajadora organizada lo suficientemente numerosa y fuerte como para liderar la lucha contra la explotación capitalista y terrateniente de las masas indias. Esta perspectiva les llevó a prestar su considerable fuerza política y organizativa a este movimiento por la industria moderna, y su intervención jugó un papel crucial en la transformación de los sentimientos espontáneos del pueblo en un movimiento sostenido en todo el estado. Las movilizaciones estudiantiles improvisadas se volvieron más organizadas rápidamente tras el involucramiento de los comunistas, cuya presencia dominante en el movimiento le dio fuerza y ayudó a llegar a las y los campesinos y trabajadores que ya estaban organizados bajo su liderazgo. Pronto cobró impulso una movilización popular más amplia.

El gobierno central, furioso por el desafío popular, llamó al ejército indio para sofocar las protestas. Esto solo encolerizó aún más a la población que sintió que el gobierno los trataba como enemigos nacionales: el ejército, que se supone que debe defender las fronteras del país, estaba siendo enviado contra su propia gente. Cuando las masas salieron a protestar por la presencia del ejército en Visakhapatnam, las fuerzas armadas abrieron fuego indiscriminadamente. Entre las víctimas del ejército estaba un niño de nueve años; mientras yacía en un charco de sangre, gritando por agua, las fuerzas armadas dispararon a los manifestantes que intentaron llegar a él, matando a nueve personas ese día.

La ira popular contra la matanza de manifestantes por parte del ejército se extendió por todo el estado y aún más gente salió a las calles en el marco de protestas y huelgas de hambre en pueblos y ciudades en todo Andhra Pradesh. En un distrito tras otro, los gobiernos locales no pudieron funcionar y el transporte ferroviario y por carretera se detuvo. El movimiento no pudo ser sofocado a pesar de la escalada de la violencia estatal que mató a 32 personas y dejó a miles heridas, ni a pesar de las detenciones y la tortura generalizada de activistas en custodia policial. Cuanto más severa la represión, más determinado era el pueblo. Con huelgas y paros,1 los trabajadores cortaron el suministro eléctrico a varios departamentos del gobierno, sabotearon las comunicaciones e interrumpieron la radiodifusión pública. En la asamblea legislativa, renunciaron a sus escaños 67 miembros de la oposición, 51 de los cuales eran de partidos comunistas, intensificando la presión sobre el gobierno.

Tras los primeros meses de protestas callejeras, la lucha por la planta siderúrgica continuó de diferentes formas hasta que el gobierno central, dirigido por Indira Gandhi, se vio obligado a aceptar la voluntad popular, aceptando finalmente la demanda de construir una planta de acero en Visakhapatnam y construir su primer pilón en el lugar elegido en 1971. Jubiloso por su victoria, el pueblo de Andhra Pradesh no pensó que aquello era solo el comienzo de su lucha, ni que la planta siderúrgica que fue concebida y nacida de su voluntad requeriría de su lucha constante, su apoyo y su solidaridad para que siguiera existiendo y fuera viable.

 

Abandonada por el neoliberalismo

Durante los años siguientes, el gobierno central dilató el asunto, retrasando la construcción de la planta a pesar de campañas incansables de líderes destacados, como Tenneti Viswanatham. Sin embargo, la derrota en las elecciones de 1977 del partido de Indira Gandhi, llamado Congreso Nacional Indio y comúnmente conocido como Congreso, así como la formación del gobierno del Partido Janata ese mismo año, ayudaron a acelerar el proceso: el nuevo gobierno acordó construir la planta, para lo cual asignó 10.000 millones de rupias y firmó un acuerdo con la Unión Soviética para su construcción.2 Pero esto no duraría y para la década de 1980 el país estaba de nuevo bajo el gobierno del Congreso, con Rajiv Gandhi como primer ministro de 1984 a 1989. Para entonces, el gran capital indio había crecido en tamaño y estaba impaciente por obtener más poder económico y mayor participación en la riqueza del país. Su poder sobre los bloques políticos dirigentes estaba creciendo y su influencia, combinada con la presión del capital occidental, llevó a India a salirse del camino de la autosuficiencia y del desarrollo dirigido por el sector público y pasar al de la liberalización y la privatización.

Visakha Steel fue probablemente la primera empresa del sector público de India que experimentó el sabor amargo de la liberalización, porque el gobierno de Rajiv Gandhi intentó acabar con la planta incluso antes de que tomara forma definitiva. El celo por la liberalización de las importaciones reinaba en los pasillos del poder y el gobierno no veía lugar para la planta siderúrgica en ciernes, porque podía importar muchas commodities, incluido el acero, a precios mucho más baratos de mercados internacionales. También era una época en la que las industrias del acero en Estados Unidos y Europa tenían un exceso de capacidad y estaban buscando cómo vender su producto en los mercados de los países en desarrollo. India era un destino atractivo para colocar acero a precios muy bajos, y el gobierno indio contribuyó con su voluntad de tirar por la borda la búsqueda de la autosuficiencia y abandonarse a los caprichos del capital internacional y de los mercados que controla. Las salvajes oscilaciones de las commodities en el mercado internacional, que pasan de estar muy baratas un día a costar un ojo de la cara al siguiente, nunca dejaron espacio suficiente para que la nación se parara sobre sus propios pies.

A pesar de haber gastado ya 17.000 millones de rupias en el proyecto de Visakha Steel, el gobierno de Rajiv Ghandi decidió abandonarlo (Narasinga Rao, 2021). Sin embargo, reconociendo que tal decisión provocaría la ira del pueblo que había luchado y entregado sus tierras para la planta, los funcionarios con compromiso social de la planta hicieron una propuesta alternativa. Como compromiso, la planta reduciría considerablemente respecto al diseño original, que contemplaba altos hornos y una siderúrgica con capacidad de producir 3,4 millones de toneladas de acero, con varias acerías para manufacturar productos de alto valor como vigas en l, un puerto de uso exclusivo (también conocido como puerto cautivo) cerca, en Gangavaram, y una mina de hierro cautiva en Bailadila (que entonces estaba en el estado de Madhya Pradesh y ahora pertenece al estado de Chhattisgarh). En su lugar, el gobierno solo permitiría que se construya una acería con una capacidad de producción de menos de 3 millones de toneladas de acero, con una gama reducida de productos acabados, empleando una mano de obra mucho menor. Además, la planta no tendría ni minas ni puertos cautivos.

Esto significaba que la planta siderúrgica no tendría una capacidad óptima y estaría en desventaja económica, ya que tendría que enfrentar costos más elevados para transportar la materia prima y los productos terminados, al tiempo que se vería obligada a pagar entre cuatro y diez veces más para comprar mineral de hierro en el mercado abierto de lo que pagaría si operara con una mina cautiva. Dado que el costo del mineral de hierro representa aproximadamente una cuarta parte del costo total de la producción de acero, la posesión o ausencia de minas cautivas puede hacer que una planta siderúrgica se convierta en un éxito o un fracaso.

Una planta siderúrgica es un proyecto de larga gestación que tarda años en concebirse, materializarse y ponerse en marcha y aún más tiempo en ser financieramente viable. Por otro lado, el mercado del acero depende del clima de inversión y es propenso a cambios cíclicos. Además, la producción de acero, que implica el funcionamiento de diversos hornos, no puede ajustarse fácilmente en función de la demanda del mercado. Debido a sus propiedades físicas particulares, el enfriamiento y recalentamiento de los hornos en respuesta a la demanda provoca importantes daños físicos en su estructura producto del estrés térmico, lo que amplía los costos asociados a las fluctuaciones de la producción, sólo la producción continua evita esos costos. Tanto si un horno de acero produce hierro bruto a plena capacidad como si lo hace un poco por debajo, el costo de operación varía poco. Esto lleva a una situación incongruente en la que un auge en el mercado y altos precios para los productos siderúrgicos van asociados a un menor costo de producción por tonelada, mientras que una demanda más lenta y precios más bajos van de la mano con un aumento del costo de producción por tonelada. Aunque este es el caso con la mayor parte de la industria pesada, este problema es más agudo en la industria siderúrgica.

Precisamente por esto el gobierno indio aplicó desde el principio una política de adjudicar minas cautivas a las plantas siderúrgicas, sea en el sector público o privado, permitiéndoles producir su propio mineral de hierro a partir de las minas que se les asignan. Esta capacidad de obtener mineral de hierro de alta calidad de las ricas minas indias a costo de producción protege sus márgenes de ganancia y aumenta sus posibilidades de sobrevivir en un mercado impredecible. Visakha Steel fue la primera empresa que se llevó la peor parte del ataque del neoliberalismo al sector público cuando se le negaron las minas cautivas, lo que le obligó a depender de la compra de mineral de hierro caro mientras sus competidores en el mercado tenían sus propias minas.

Además, el gobierno demoró la entrega de los fondos para la finalización de la planta, lo que provocó retrasos y sobrecostes. Como la construcción se prolongó durante una década debido a la negativa del gobierno a proporcionar fondos adecuados, Visakha Steel se vio obligada a pedir préstamos por grandes sumas para completar la planta, en contraste con todas las demás plantas siderúrgicas del sector público, que habían sido totalmente financiadas por el gobierno. En consecuencia, la empresa fue cargada con la fuerte suma de 37.000 millones de rupias en deuda en su puesta en marcha en 1992 puntos (Narasinga Rao, 2021).

Pero entonces la economía india experimentaba una grave crisis y el proyecto de globalización neoliberal en el país estaba en pleno desarrollo bajo la dirección del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Había comenzado la desregulación del sector financiero indio, causando que las tasas de interés se disparen a lo largo de la década de 1990. Desde el primer día, la fábrica tuvo que hacer frente a los enormes costos del servicio de la deuda que mermaron sus ganancias de operación, que de todas formas eran magras debido a las adversas condiciones económicas en la India y en el extranjero durante dicha década.

Cuando la planta entró en funcionamiento, los altos hornos tenían capacidad para producir 3,4 millones de toneladas de hierro bruto al año, mientras que la acería tenía una capacidad significativamente menor para procesar el hierro en acero. En consecuencia, la planta se vio obligada a vender una parte sustancial del hierro bruto que salía de los altos hornos sin convertirlo en acero. Dado que los márgenes de ganancia en la venta de hierro bruto son muy inferiores a los del acero acabado, la falta de capacidad adecuada en la acería fue un impedimento serio para la viabilidad financiera de la planta.

A pesar de la presión sobre los márgenes de ganancia debido a la falta de minas cautivas y la escasez de capacidad en la acería, Visakha Steel seguía teniendo el menor costo de producción de acero por tonelada del país, en gran parte debido al compromiso de sus trabajadores e ingenieros, que afinaban incansablemente los procesos y hallaban formas de aumentar la producción y reducir costos. Además, a pesar de una fuerza de trabajo altamente productiva, la planta estaba cargada con una deuda tan grande que los costos del pago del servicio de la deuda añadían por lo menos 60 rupias por cada 100 rupias gastadas en la producción de acero. Como resultado, en el primer año de su operación, la planta siderúrgica reportó pérdidas por 5.600 millones de rupias y continuó acumulando pérdidas netas a lo largo de su primera década de funcionamiento (Ibíd., 2021).

 

 

Primeras victorias

La lucha popular que dio origen a la planta siderúrgica, junto con la fuerte presencia del movimiento comunista entre las y los trabajadores de Visakhapatnam, aseguró que los trabajadores de Visakha Steel fueran muy militantes desde el comienzo. Se dieron cuenta muy pronto de que luchar por sus derechos como trabajadores no sería sostenible a menos que su lucha estuviera conectada con el movimiento popular más amplio y anclada en una visión alternativa para su propia industria y para la independencia económica y el desarrollo del país en su conjunto. Esta visión se convirtió en la base de su lucha contra todos los esfuerzos por debilitar, sabotear y privatizar Visakha Steel.

En los primeros años, los trabajadores, liderados por la Central de Sindicatos Indios (CITU, por su sigla en inglés), de izquierda, agitaron continuamente en torno a tres reivindicaciones respecto a la planta:

  1. Que el gobierno reestructurara los préstamos y los convirtiera en capital estatal.
  2. Que el gobierno asignara minas de hierro cautivas a la planta.
  3. Que el gobierno aceptara aumentar la capacidad de la acería para equipararla con los altos hornos.

La primera medida reduciría la carga de intereses de la planta, mientras que las dos últimas aumentarían mucho sus márgenes de ganancia, convirtiendo a Visakha Steel en una entidad viable y rentable.

En cambio, el gobierno se propuso subvertir la demanda de los trabajadores de una fundición de acero adicional y convertirla en oportunidad para privatizar gradualmente la planta de Visakha. En 1994, el gobierno firmó un memorando de entendimiento con una empresa privada que le permitía instalar una fundición con una capacidad de 1,5 toneladas dentro de las instalaciones de Visakha Steel. El plan era que el hierro fundido de los altos hornos de Visakha Steel pasara directamente a la fundición de la empresa privada, que luego podría vender el acero procesado en el mercado con altos márgenes de ganancia. Esto significaba que Visakha Steel tendría que cargar con las complejas y peligrosas operaciones de manipulación del mineral de hierro, las plantas sinterización, los hornos de coque, las plantas de separación de aire, la central eléctrica y los altos hornos, solo para recibir precios bajos por el hierro bruto, mientras que la empresa privada se ocuparía del segmento más rentable de la producción, que también implica relativamente menos inversión. Esto no era más que robar a uno para pagar a otro, un intento descarado de drenar la sangre de Visakha Steel para mejorar las ganancias privadas.

En respuesta, la CITU organizó un gran taller que reunió a las y los trabajadores, activistas sindicales e incluso funcionarios de la planta siderúrgica y les pidió que lucharan contra la privatización por la puerta trasera de las operaciones de la empresa. Los trabajadores organizaron huelgas de brazos caídos en los talleres para detener cualquier apropiación de Visakha Steel por parte de intereses privados, lo que obligó al gobierno a poner fin a sus planes y a permitir que la empresa creara fundiciones adicionales por su cuenta en 1997.

 

 

Una prueba crítica y una victoria decisiva

Debido a las varias desventajas de Visakha Steel, para 1999 había acumulado pérdidas por 46.000 millones de rupias, lo que proporcionó una excusa conveniente para que el gobierno impulsara su privatización (Ibíd, 2021). Sin tener en cuenta que fue el propio gobierno socavando la empresa lo que condujo a estos problemas financieros, los medios de comunicación también desataron un bombardeo de propaganda para preparar el terreno para la privatización. El gobierno central, dirigido por el Partido Bharatiya Janata (BJP), encontró la situación propicia para buscar compradores para la planta, tanto entre las corporaciones indias como extranjeras, e incluso ofreció sanear sus balances condonando las préstamos de la planta para hacer a la venta atractiva. El gobierno, que durante años se había negado a reestructurar los préstamos o conseguir una reducción de las tasas de interés, ahora estaba dispuesto a condonar toda la deuda para facilitar la venta de Visakha Steel a empresas privadas y extranjeras. Esto enfureció a las y los trabajadores que se opusieron firmemente a la medida.

En un intento de dividir a los trabajadores, parte de los administradores de la planta, guiados por el gobierno, intentaron convencerlos de que si Visakha Steel fuera comprada por una buena empresa como el Grupo Tata, el mayor conglomerado de la India, su futuro estaría a salvo. Esta campaña engañó a buena parte de los trabajadores y sindicatos, pero los trabajadores y activistas afiliadas a la CITU entraron en acción, visitando todas las plantas de la acería, organizando reuniones y hablando con los trabajadores como parte de una campaña que duró varias semanas. Argumentaron que las empresas capitalistas, ya sean “buenas” o “malas”, se preocupan por sus ganancias inmediatas y no por los intereses de la nación, el pueblo o la clase trabajadora. Tuvieron éxito en convencer a los trabajadores de que el argumento del buen capitalista no era nada más que un intento de manipularlos para que estén de acuerdo con la privatización contra sus propios intereses como trabajadores y para traicionar los deseos de la población del estado que luchó por la planta.

Una vez unidos, los trabajadores lanzaron rápidamente un movimiento contra la venta de la planta y se tomaron las calles a comienzos de 2000, con paros apoyados por la gente en la ciudad. Movimientos de estudiantes, jóvenes y mujeres de la región se movilizaron en apoyo a los trabajadores para organizar protestas y huelgas de hambre. Destacados luchadores por la libertad como Patti Seshayya y Bairagi Naidu hicieron una huelga de hambre indefinida, marchando hacia el mar con piedras en el cuello cuando el gobierno no cedió, con miles de trabajadores y miembros del pueblo a su lado. Incluso cuando la policía cargó con un lathi (bastón) y detuvo a los trabajadores y luchadores por la libertad, estos no se detuvieron y continuaron protestando de diversas formas, uniéndose la gente a cada paso. Las protestas fueron tan extendidas y frecuentes que la policía no pudo controlar su intensidad ni siquiera cuando detuvo a los líderes. Cuando el ministro jefe del estado llegó a la ciudad para hacer campaña electoral, los trabajadores bloquearon las carreteras. Para evitar enfrentarse a los trabajadores, el ministro jefe tomó un helicóptero para llegar al lugar del evento público, pero allí también se encontró con trabajadores protestando. El afán de la administración del estado por aplacar el enfado del ministro jefe se tradujo en una ola de violencia policial en el evento, tanto contra los trabajadores como contra el público, dejándoles con heridas que iban desde hemorragias graves hasta fracturas de cráneo y extremidades. Los que estaban en huelga de hambre tampoco se salvaron y fueron duramente golpeados por la policía.

La violencia puso en el punto de mira la cuestión de Visakha Steel y el pueblo de Andhra Pradesh se unió a los trabajadores del acero con más vigor. Esto hizo que al Partido Telugu Desam (TDP por su sigla en inglés), que estaba en poder en el estado, y al BJP, con quién estaba aliado para el gobierno central, les fuera mal en las elecciones de los gobiernos locales. El TDP aprendió una lección sobre la rabia popular y revirtió su anterior postura favorable a la privatización. A medida que las corporaciones se dieron cuenta que tendrían que enfrentarse a la resistencia de los trabajadores materializada en huelgas de brazos caídos, así como a un público hostil en sus intentos de apropiarse de la planta siderúrgica, redujeron sus esfuerzos. Estos acontecimientos obligaron al gobierno central, liderado por el BJP y dependiente del apoyo del TDP, a aceptar las demandas de los trabajadores. Finalmente, los trabajadores consiguieron una importante victoria, ya que el gobierno central, dirigido por el primer ministro Atal Bihari Vajpayee, retiró la medida de vender la planta y aceptó una reestructuración de capital.

 

Una década fructífera

Gracias a las duras luchas de las y los trabajadores, Visakha Steel se vio relativamente liberada de la necesidad de luchar contra la privatización en la década que siguió a la victoria de 2000. Además, la fuerza de los partidos comunistas en el parlamento entre 2004 y 2009 proporcionó a las industrias del sector público un escudo contra la privatización, ya que la coalición Alianza Progresista Unida (UPA por su sigla en inglés) liderada por el Congreso, que necesitaba el apoyo de la izquierda para formar y sostener el gobierno después de las elecciones de 2004, evitó las iniciativas de privatización.

Luego de frustrar dos intentos de privatización, Visakha Steel aumentó su viabilidad y márgenes de ganancia a medida que crecía la demanda mundial de acero. La medida de ampliar la capacidad de la fundición propia rindió frutos y el acero de alta calidad de Visakha tuvo una gran demanda a medida que el crecimiento económico mundial requería cada vez más acero. La planta no solamente logró ganancias sustanciales y pagó sus préstamos, sino que en 2004 tenía excedentes en su contabilidad para una mayor expansión.

Los trabajadores del acero exigieron al gobierno que permitiera la ampliación de la planta. Bajo la presión del lobby empresarial, el gobierno de la UPA demoró continuamente el permiso para hacerlo, pero la contrapresión de los partidos de izquierda lo obligó a permitir la expansión en 2006. En los años siguientes, utilizando sus propias ganancias y préstamos bancarios, Visakha Steel amplió su capacidad de producción de 3,4 a 6,3 millones de toneladas de acero por año entre 2016 y 2015.3

En este contexto es importante tomar nota del hecho de que los trabajadores de Visakha Steel no solo han luchado contra la privatización, sino que han estado firmemente comprometidos con el crecimiento de la empresa como una planta técnicamente eficiente y financieramente viable, ya sea luchando por la ampliación de la planta, por la obtención de minas cautivas o por la resolución de fallos y problemas técnicos. Cada vez que ha surgido un problema técnico en la planta, ya sea con los hornos de coque, las centrales eléctricas, el taller de fundición de acero o lo que fuere, los trabajadores y sindicatos han llevado a cabo incansablemente estudios y análisis exhaustivos para idear e implementar soluciones adecuadas.

 

Una amenaza renovada

 

Tres estrategias de privatización

La protección ofrecida al sector público por la influencia que los tres partidos de izquierda ejercieron durante el primer periodo del gobierno de la UPA desapareció cuando esta fue elegida para un segundo gobierno en 2009 y se debilitó la fuerza de los partidos comunistas en el parlamento, lo que llevó a renovados esfuerzos por privatizar Visakha Steel.

El primero de estos esfuerzos fue en 2010, cuando el gobierno designó a la planta Visakha como navratna del sector público.4 Este estatus permitía al consejo de administración de Visakha Steel gastar hasta 10.000 millones de rupias en decisiones operativas sin el permiso del gobierno y, por tanto, asumir la ampliación cuando así lo requiriera sin esperar por permisos (Bashkar, 2021). Pero el gobierno añadió una advertencia, para mantener el estatus navratna Visakha Steel tendría que vender el 10% de sus acciones en el mercado en los siguientes dos años. En 2012, cuando se planteó la oferta pública inicial (cuando las acciones de una empresa se venden al público por primera vez) para la venta del 10% de las acciones, los 36.000 trabajadores de la planta hicieron una huelga de un día en julio y declararon un cronograma de nuevas huelgas. Como resultado de la resistencia de los trabajadores el gobierno se vio obligado a retirar la oferta pública.

Mientras tanto, el gobierno intentó una segunda estrategia: privatizar la planta por partes. Esto recordaba a los años 90, cuando el gobierno se dispuso a privatizar la central eléctrica y la planta de separación de aire conectadas. Ambas plantas son fundamentales para el funcionamiento de Visakha Steel: la central térmica eléctrica provee la energía que la planta necesita y produce aire a alta presión para los altos hornos, mientras que la planta de separación de aire produce varios gases necesarios para la producción de acero. La privatización de estas plantas supondría una carga financiera adicional para la planta siderúrgica, que tendría que pagar costos más altos a empresas privadas por el suministro de energía y gases como oxígeno.

Aunque los trabajadores habían conseguido resistir exitosamente a los intentos de privatizar la planta eléctrica térmica y la planta de separación de aire en la década de 1990, en 2010 el gobierno finalmente logró traer a la empresa francesa Air Liquide para construir, poseer y operar las dos nuevas unidades de separación de aire en Visakha Steel. Debido a errores en el diseño de las unidades de separación de Air Liquide, las tuberías de oxígeno a alta presión explotaron durante la prueba en 2012, matando e incinerando a 19 funcionarios y trabajadores. Aunque han pasado diez años desde el incidente, las plantas de separación de aire aún no han entrado en funcionamiento, porque Air Liquide considera que las ganancias por su operación no son óptimas. Mientras tanto, las plantas de oxígeno más antiguas, que fueron diseñadas por la empresa del sector público Bharat Heavy Plate and Vessels (BHPV) continúan funcionando eficientemente en la planta de acero. Este agudo contraste proporciona uno de los muchos ejemplos claros de los peligros de la privatización.

La tercera y más exitosa estrategia de privatización del gobierno ha sido demorar o negar permisos a las empresas del sector público para limitar su crecimiento, permitiendo así que las empresas de acero privadas se hagan con una mayor cuota del mercado. Por ejemplo, cuando Visakha Steel decidió crear una fábrica para producir tubos sin costuras —un segmento del mercado con gran valor agregado— el gobierno presionó a la planta para que archivara este plan, a pesar de que los trabajos para establecer la fábrica ya habían comenzado. Esto se hizo principalmente para beneficiar a otros grandes fabricantes de acero privados con una cuota de mercado sustancial en este segmento. De esta forma, a Visakha Steel se le negó el permiso para ampliar sus gama de productos en varios momentos en las dos últimas décadas.

 

Gobierno de Modi

Desde comienzos de la década de 2000 hasta comienzos de la de 2010, la economía india experimentó altas tasas de crecimiento. Los mayores beneficiarios de este crecimiento fueron las grandes corporaciones indias, las que hurtaron los recursos del sector público a través de métodos como el uso displicente de activos pertenecientes a las empresas de telecomunicaciones del sector público, la extracción ilegal de gas de los bloques de gas del sector público, la explotación de minas y la malversación de miles de millones de rupias en préstamos de los bancos del sector público mediante defaults (Rukhaiyar, 2020; Kaul, 2021). Al mismo tiempo, el gobierno adjudicó gratuitamente a empresas privadas tierras que pertenecían a industrias del sector público, descuidó deliberadamente el sector público de los ferrocarriles indios en beneficio de los fabricantes de automóviles y otorgó enormes exenciones tributarias a las corporaciones. Este proceso permitió un crecimiento anárquico y parasítico del capital, metamorfoseando los grandes capitalistas de la India en megacorporaciones que han llegado a ejercer una influencia sin precedentes.

La creciente influencia corporativa junto con el copioso financiamiento que estas empresas han proporcionado al BJP, han contribuido para que el primer ministro Narendra Modi y el BJP estén al frente del gobierno indio desde 2014. Bajo su mandato, el crecimiento de las grandes empresas ha continuado con renovado vigor. Con su régimen autoritario y la inquebrantable dedicación de su gobierno a promover los intereses de las corporaciones, se ha entregado una serie de activos públicos a un pequeño número de empresas (la más grande de ellas de propiedad del principal financista de Modi, Gautam Adani, cuyo patrimonio aumentó 1.600% con este gobierno) incluyendo puertos, aeropuertos, plantas siderúrgicas, líneas ferroviarias, minas muy valiosas y la red nacional de silos e infraestructura de almacenamiento pertenecientes a la Corporación de Alimentos de la India (FCI) (Peterson-Withorn, 2022).5

Hoy el grupo Adani posee y explota el puerto de Gangavaram, el mismo puerto que iba a ser construido y operado por Visakha Steel como puerto cautivo. En vez de ello, Visakha Steel paga tasas sustanciales para utilizar el puerto privado de Adani, construido en 11,33 km2 de tierra que originalmente pertenecían a la planta siderúrgica. La incongruencia de la política del gobierno queda demostrada además por el hecho de que el puerto privado de Adani está exento de pagar impuestos a la propiedad en la ciudad mientras que Visakha Steel no.

 

Un acuerdo por la puerta trasera con POSCO

Desde que Modi llegó al poder, Visakha Steel ha aparecido periódicamente en las noticias como candidata a la privatización. Modi ha afirmado a menudo que “el gobierno no tiene nada que hacer en los negocios” (Economic Times, 2012; India Today, 2013; Business Today, 2022) y que la venta de las empresas del sector público es una de sus prioridades. El Plan Nacional de Monetización (PNM) lanzado durante el segundo mandato de Modi es una manifestación extrema de esta filosofía. El PNM tiene como objetivo vender o arrendar todas las infraestructuras públicas posibles, incluidos los terrenos y activos pertenecientes a las empresas del sector público, de aquí a 2025.

Con este espíritu, en 2019 el gobierno de la India propuso una iniciativa conjunta con la gigante siderúrgica surcoreana POSCO para establecer un tren de laminación que podría producir acero especial para automóviles en 12 km2 de terreno pertenecientes a Visakha Steel, que recibiría una participación minoritaria en la iniciativa. Aunque el gobierno afirmó que esto sería una empresa en la que ambas partes saldrían ganando, los trabajadores no veían el beneficio de ceder una extensión de terreno tan grande —con un valor de 300.000 millones de rupias en el mercado— que Visakha Steel podría necesitar para su expansión futura.6 Al igual en que algunas de las tácticas de adoptadas décadas atrás, se le pedía a Visakha Steel que se encargara de los trabajos más complejos, peligrosos y sucios: obtención de mineral de hierro, funcionamiento de los hornos de coque, plantas de oxígeno y las diversas fundiciones, mientras POSCO se encargaría de la parte más lucrativa de la cadena de valor. Además, el desvío de parte del acero de los talleres de fundición de Visakha Steel a las fábricas de POSCO provocaría en una escasez de suministros de acero para las propias fábricas de Visakha, obligándolas a cerrar. El objetivo final era claro: despejar el camino para la adquisición total de Visakha Steel por parte de POSCO.

Las y los trabajadores volvieron a hacer huelga para impedir que el gobierno permitiera la construcción de una planta de POSCO en las tierras de Visakha Steel. Junto con el movimiento sindical más amplio, hicieron una amplia campaña en todo el estado. Miles de trabajadores participaron en concentraciones de scooters en las calles de Visakhapatnam, así como una caravana de motocicletas de 400 km en diciembre de 2019, que terminó en la capital del estado, Amaravathi, pasando por muchas ciudades y pueblos en el camino. Los sindicatos y las federaciones de estudiantes hicieron campaña en otras ciudades y pueblos en Andhra Pradesh, invocando el recuerdo de la lucha para construir Visakha Steel y los sacrificios de los 32 mártires asesinados en 1966. Todos los partidos políticos, tanto en la oposición como en el poder, con la excepción del BJP, se vieron obligados a apoyar el movimiento de la clase trabajadora.

Cuando miles de agricultores que protestaban irrumpieron en la capital nacional el Día de la República (26 de enero) de 2021 toda la nación se enteró. 7 Mientras la atención se centraba en los agricultores, al día siguiente el Comité del Gabinete de Asuntos Económicos del gobierno decidió una venta estratégica completa de la planta siderúrgica Acero Visakha, aunque no se anunció inmediatamente. Una vez tomada la decisión, el gobierno de Modi se puso a construir coartadas para la privatización

Esperando una adquisición por parte de POSCO, el gobierno del BJP concedió una mina cautiva en Jharkhand a Visakha Steel en 2019, tres décadas después de la concepción de la planta. El principal atractivo para POSCO en la India es el abundante mineral de hierro de alta calidad del país. Establecer una planta siderúrgica en India con minas cautivas también permitiría a POSCO acceder a mineral de hierro barato para sus plantas en otras partes de Asia oriental. Cuando los trabajadores de la siderúrgica frustraron el proyecto de POSCO, el gobierno, de modo vengativo, canceló la asignación de la mina a Visakha Steel. Irónicamente POSCO, que no tiene una sola planta de acero en la India en la actualidad, conserva las minas cautivas que se le asignaron en Odisha para una planta que no ha construido, un agudo contraste con la mina cautiva que fue asignada brevemente a Visakha Steel y que le quitaron antes de que pudiera extraer ni una gota de mineral.

Para 2022, Visakha Steel había contraído una deuda de 220.000 millones de rupias, gran parte de ella debido a la expansión de la empresa entre 2006 y 2015. La trágica desventura de Air Liquide junto con los daños graves infligidos a la planta por el ciclón Hudhud en 2014, causaron retrasos y aumentaron los costos de la expansión. Cuando la expansión estaba a punto de generar resultados, la industria del acero se vio fuertemente afectada por la pandemia de COVID-19. Visakha Steel, al igual que muchos otros productores de acero, se ha enfrentado a una grave recesión debido al colapso de la demanda desde el estallido de la pandemia. Si se le hubiera permitido conservar la mina que se le asignó en 2019, el menor costo del hierro podría haber amortiguado las pérdidas durante la crisis pandémica.

Después, cuando la crisis comenzó a remitir y la demanda a recuperarse, la empresa se vio afectada por la escasez de carbón en los mercados internacionales, exacerbada por la guerra en Ucrania. Como resultado, el precio del carbón de coque importado de Australia se ha disparado, excediendo incluso el precio del mineral de hierro por tonelada. En consecuencia, las necesidades de capital circulante de Visakha Steel han aumentado sustancialmente, como ocurre con todas las plantas de acero en la India.

Debido al límite impuesto por el gobierno de 270.000 millones de rupias en los préstamos que puede obtener, Visakha Steel, cuyos préstamos ya han superado el 80% de este límite, no puede satisfacer plenamente sus necesidades de capital circulante. Como resultado, aunque el mercado de acero se ha reactivado, la planta está obligada a producir por debajo de su capacidad: en 2021-2022 producía 5,2 millones de toneladas de acero, muy por debajo de los 7,3 millones de toneladas de su capacidad total.

La actual crisis de capital circulante a la que se enfrenta Visakha Steel es una crisis creada por el gobierno. En sus tres décadas de operación, la empresa ha probado una y otra vez su capacidad para cumplir con sus obligaciones de deuda. De hecho, nunca ha renunciado al pago de los intereses o del capital de los préstamos que ha obtenido de bancos. Por el contrario, muchas empresas siderúrgicas privadas (como Bhushan Steel y Essar Steel), que se han expandido a ritmo exponencial obteniendo importantes préstamos de los bancos del sector público de la India, han incumplido más de un mil millones de rupias de préstamos en total a estos bancos (Lele, 2017).

La negativa del gobierno a aumentar los límites de crédito de Visakha Steel es simplemente un instrumento más para debilitar la planta y así diluir la oposición popular a su venta. A pesar de estos esfuerzos, la empresa ha registrado ganancias netas de 9.400 millones de rupias en 2021-2022 (Parliament of India, 2022).

Sin embargo, esto no impidió que Visakha Steel y sus trabajadores dieran un paso adelante para socorrer a la población durante el verano de 2021, cuando una mortífera ola de COVID-19 asoló el país, matando a miles de personas diariamente debido a falta de tratamiento y escasez de oxígeno. Cuando los hospitales públicos se vieron desbordados y la mayoría de los hospitales privados se negaron a tratar a pacientes con COVID-19, dejándolos sin aire en las calles, Visakha Steel fue una de las primeras empresas del sector en intervenir para suministrar oxígeno médico a los hospitales de Andhra Pradesh y de todo el país. Incluso cuando la empresa estuvo en problemas por la caída de la demanda de acero inducida por la pandemia, sus plantas de oxígeno funcionaron continuamente para suministrar miles de toneladas de oxígeno médico a los hospitales (Telangana Today, 2021).

 

 

El camino por delante

Con la mayoría absoluta del BJP en ambas cámaras del parlamento, Modi parece pensar que tiene muy pocas razones para considerar los deseos de la población de la región. Sin embargo, si la espectacular victoria campesina contra el gobierno de Modi ha enseñado alguna cosa a las y los trabajadores de Visakha Steel, es que se puede obligar al gobierno a dar un paso atrás mediante una movilización fuerte y sostenida que pueda durar más que su intransigencia. La agitación de los agricultores y su victoria ha energizado a los trabajadores del acero y reafirmado su creencia de que pueden ganar esta batalla porque tienen que hacerlo.

La solidaridad entre campesinos y trabajadores se ha convertido en algo vital en este contexto. Los trabajadores del acero, muchos de los cuales vienen de familias del campo, reaccionaron instintivamente a la agitación campesina y la apoyaron desde el primer día. En uno de muchos ejemplos similares, una delegación de la planta siderúrgica visitó a los campesinos que protestaban en Delhi en enero de 2021 y les entregó fondos recaudados entre los trabajadores del acero. El movimiento sindical, en coordinación con los campesinos que protestaban, convocó huelgas y otras acciones conjuntas, incluido un exitoso paro nacional. Estas interacciones desempeñaron un papel importante a la hora de persuadir a los líderes del movimiento campesino para que se posicionaran contra la privatización de las empresas del sector público, particularmente la de Visakha Steel. En abril de 2021, Rakesh Tikait, Ashok Dhawale y otros prominentes líderes del movimiento campesino viajaron a Visakhapatnam y ofrecieron su apoyo a la lucha de los trabajadores del acero en una reunión pública, atrayendo la atención de todo el estado, particularmente del campesinado. Esto le dio un carácter más amplio a la lucha por defender el sector público y la planta siderúrgica de Visakha, fortaleciendo aún más a la opinión pública contra la privatización de la planta.

Muchas de las alrededor de 16.000 familias que donaron sus tierras para que se construyera Visakha Steel continúan luchando junto a las y los trabajadores, argumentando que vender esas tierras a corporaciones privadas sería una traición a la intención original y a la promesa hecha al pueblo. A lo largo de los años, estas familias junto con los sindicatos lucharon exitosamente para garantizar la creación de 8.000 puestos de trabajo, y siguen luchando por más contrataciones. En la lucha actual contra la privatización, se han unido a los trabajadores en una sentada indefinida en la carretera nacional 16 que lleva más de 500 días, desde el 12 de febrero de 2021.

Además de la sentada indefinida, los sindicatos iniciaron una campaña masiva para llevar la lucha indefensa de Visakha Steel a todos los rincones del estado, proponiéndose recolectar al menos 10 millones de firmas en una declaración contra la privatización de la planta. Las trabajadoras sindicalizadas anganwadi (de los centros rurales de atención a la infancia), que están presentes en casi cada pueblo del estado, declararon su apoyo a los trabajadores del acero y se comprometieron a recoger al menos diez firmas cada una en los pueblos donde trabajan. Para mayo de 2022, más de seis millones de personas en el estado ya habían firmado, siendo el alcalde y miembros de electos de la corporación municipal de Visakhapatnam los primeros, mientras se siguen recogiendo firmas en los pueblos.

Tres décadas de luchas ininterrumpidas han transformado a las y los trabajadores del acero de Visakha Steel en experimentados luchadores políticos. Hoy, los trabajadores confían en que pueden mantener el rumbo, resistir la presión y ganar la lucha contra la privatización. El apoyo generalizado que han recibido de un amplio espectro de personas y organizaciones en el estado y en todo el país indica que están avanzando en la dirección correcta.

 

 

Agradecimientos

Este dossier se basa principalmente en entrevistas con Ch. Narasinga Rao, secretario del comité estadual de Andhra Pradesh de la CITU, con información adicional de J. Ayodhya Ram, presidente del Sindicato de Empleados de la Planta Siderúrgica, U. Ramaswamy, secretario de organización del Sindicato de Empleados de la Planta Siderúrgica y D. Adi Narayana, secretario general del Sindicato de Trabajadores de Visakha Steel.

 

Bibliografía

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Notas de pie

1 En la India, las protestas shutdown [paro] implican el cierre de los establecimientos comerciales, las oficinas gubernamentales y la mayoría de los servicios (incluido el transporte por carretera), excepto los más esenciales, como los hospitales y los medios de comunicación. Quienes convocan la protesta suelen intentar imponer el paro bloqueando las carreteras e instando a la gente a mantener cerrados los establecimientos y las oficinas.

2 Ch. Narasinga Rao (secretario del Comité Estadual de Andhra Pradesh de la CITU), J. Ayodhya Ram (presidente del Sindicato de Empleados de la Planta Siderúrgica), U. Ramaswamy (secretario de organización del Sindicato de Empleados de la Planta Siderúrgica) y D. Adi Narayana (secretario general del Sindicato de Trabajadores de Visakha Steel), en conversación con los autores, 2022.

3 Rashtriya Ispat Nigam Limited / Visakhapatnam Steel Plant, Annual Report (varios años), Visakhapatnam, www.vizagsteel.com.

4 Navratna (que significa ‘nueve joyas’) es un estatus otorgado por el Gobierno de la India a las empresas del sector público central (CPSE) del país sobre la base de criterios como la rentabilidad y el tamaño. También hay otras dos categorías: maharatna (‘gran joya’) para las CPSE más grandes y rentables que las navratna, y miniratna (‘pequeña joya’) para las CPSE más pequeñas y menos rentables que las navratna.

5 Calculado a partir de los datos publicados en “India Rich List 2014 – Forbes India Magazine”, Forbes India, consultada el 26 de julio de 2022.

6 Ch. Narasinga Rao et al., discusiones.

7 Para más información sobre la movilización del campesinado y las y los trabajadores agrícola, véase Instituto Tricontinental de Investigación Social, La revuelta campesina en India, dossier no. 41, 14 de junio de 2021.