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ArtículosChina en el (des)orden mundial

Los BRICS en Kazán 2024: ¿una semilla hacia un mundo nuevo?

Isabel Rauber analiza los desafíos de los BRICS tras la XVI cumbre celebrada en Kazán: el desarrollo como horizonte y la importancia de la desconexión y la cooperación para alcanzarlo.

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¿A qué mundo pertenecen los BRICS?

Samir Amín, economista egipcio conocedor del sistema mundo regido por el capital y, por tanto, vislumbrador de caminos alternativos posibles para el desarrollo de los países dependientes y subordinados, propuso en la década del 60 del siglo pasado la estrategia de la desconexión. Esta desconexión no significa dar la espalda al mundo sino desconectarse del sistema mundo regido por el capital. Esto es, que los procesos de desarrollo nacionales no se van a regir, no van a definir su agenda, en función de las exigencias externas de la acumulación del mercado capitalista mundial. “No se van a regir”, quiere decir, en este caso, que no van a subordinar ni las riquezas ni los recursos nacionales a las exigencias del mercado internacional; que no se van a someter a sus requerimientos. Esa sería una primera clarificación. La segunda es que, seguidamente, es necesario definir las medidas, las tareas y quiénes las llevaran a cabo, para desconectarse.

Por otro lado y más contemporáneamente, Samir expuso consideraciones acerca de las relaciones geoeconómicas y geopolíticas internacionales, alertando que ya no se corresponden claramente con los conceptos Norte-Sur. Sin restarle valor analítico a esta clasificación, advirtió que la conceptualización de países centrales y países periféricos permite mayor precisión para el análisis de las relaciones económicas y políticas internacionales y la convivencia entre la diversidad de países del mundo.

En este sentido, los países centrales son los que concentran y ejercen el poder hegemónico del capital, usualmente denominados también desarrollados; definen el mercado económico y financiero internacional, le imponen sus características y fluctuaciones en función de sus intereses. El resto del mundo se ubica dentro del conglomerado de países que, en esta lógica, constituyen la periferia. La relación del centro con los países periféricos ha sido y es de subordinación, y su acceso al mercado internacional se emplea como castigo o premio en dependencia de los servicios prestados al poder y a sus requerimientos.

Pero la periferia no es homogénea, advierte Samir, en ella hay países marginalizados y países emergentes, evidentemente, con países que se encuentran entre ambos. Y aquí cabe destacar una precisión: No todos los países emergentes son ricos, ni todos los países marginalizados son pobres. 

“Se puede ser un país marginalizado rico, cuando tiene mucho petróleo, o marginalizado pobre cuando no tienen nada. Somalia tiene bananas; es un marginalizado pobre. Pero al lado está Dubai, que es también marginalizado, pero como tiene petróleo es un marginalizado rico. Ser marginalizado y ser pobre no son sinónimos. Emergente y rico, marginalizado y pobre no son sinónimos. China es un país emergente y tiene un per cápita de 2 mil dólares; Arabia Saudita no es emergente, es marginalizado, pero tiene un per cápita de 25 mil dólares. Es importante atender a esto porque muy seguido hay una imagen de que los países marginalizados son países con pobreza generalizada.” (Amín: 2009)

Hasta la Segunda Guerra Mundial el contraste centro-periferia fue prácticamente sinónimo del contraste entre países industrializados (centro) versus países no industrializados (periferia). Sin embargo, en algunos países periféricos como Argentina y Brasil la  industrialización ya había comenzado.

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El fracaso de la estrategia de la industrialización como camino al desarrollo para “alcanzar” al Norte

Los movimientos de liberación nacional, tanto los que buscaban reconquistar la independencia nacional en Asia y África, como también los movimientos que buscaban la renovación y modernización en América latina —fueran burgueses, populares o una mezcla de ambos—, aspiraron a la industrialización para poder “alcanzar” a los países desarrollados.

La visión se desprendía de la definición que clasificaba a tales países como subdesarrollados los cuales, supuestamente, vía industrialización, podrían, por un lado, “alcanzar” a los países industrializados y posicionarse en el sistema mundial como un par respetado y respetable que devendría con el tiempo, cada vez más “igual”. Por otro lado, con la industrialización y modernización, aspiraban a construir simultáneamente una organización social diferente, con un mejoramiento de las condiciones de vida para todos, aunque conservando una cierta jerarquía social.

Eso ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial. En algunos países mediante revoluciones socialistas: como China, Vietnam y Cuba; en otros, sin revolución, a través de procesos de liberación nacional, obligados a hacer la guerra al viejo imperialismo colonialista. Aquí vemos los procesos de las colonias portuguesas en África, como Argelia. También se dieron en países de Asia y África, cambios sociales más o menos revolucionarios, más o menos radicales de Asia, África. Mientras tanto en América latina, el populismo o el nacional-populismo, impuso al imperialismo la industrialización (al menos temporalmente). Estos procesos evidencian que “no fue el capitalismo desarrollado quien condujo a la industrialización de los países del Sur. Fue la lucha de los países del Sur por su independencia la que obligó al imperialismo a ajustarse —y ciertamente se ajustó bien—, a las reivindicaciones de los procesos burgueses o nacional populistas o populistas de los países del Sur.” (Amín: 2009)

Los duros aprendizajes de los países emergentes que emprendieron el camino de la industrialización

Los contraataques del imperio a los países atrevidos del Sur lograron aplastar muchos procesos, incluso anular la industrialización iniciada, particularmente en América Latina. Sin embargo, algunos países y regiones del Sur han entrado realmente en la industrialización en el sentido pleno del término. Esto ocurrió porque el desarrollo de las industrias, relativamente complementarias unas con otras, constituyeron un tejido industrial local integrado y relativamente capaz de devenir competitivo en el mercado mundial, sobre todo en el curso de los últimos 40 años. De inicio, esos fueron los países asiáticos como Corea y Taiwán, China, luego Brasil y algunos países de acá o de allá, como México, Turquía, o África del Sur. Estos son algunos de los países emergentes hoy visibles.

¿Qué caracteriza hoy a un país como emergente?

“Primero, un crecimiento económico muy fuerte, muy superior a la media mundial. Segundo, el crecimiento de las exportaciones modernas: los productos industriales, no agrícolas ni primarios, que se traduce en su capacidad de competencia en el mercado mundial. Tercero, el hecho de que eso se ha realizado sin apoyarse totalmente en el aporte del capital exterior, sino que es el resultado de una política combinada de una política local nacional con la asociación —en algunos casos— con el capital financiero internacional.” (Amín: 2009)

En el caso de los pueblos de los países marginalizados la amenaza es muy grande porque en la estrategia actual del imperialismo, esos pueblos han devenido inútiles. Y, por tanto, la mejor solución —desde el punto de vista del capitalismo—, es su destrucción. Como preclaramente señala Samir Amín, el genocidio está al orden del día, de manera directa o indirecta.

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Kazán marca la era de la desconexión

¿Un nuevo camino para el desarrollo?

Los países emergentes reunidos en los BRICS ya no se proponen “alcanzar” a los países del centro. La experiencia histórica demostró que ese camino es inviable. Además, el sistema mundo cambió y no solamente porque el imperialismo ha construido los medios para integrar la industrialización de estos países, transformándola en una industrialización subordinada y dominada, sino también porque la estructura social interna no permite “alcanzar” ese objetivo. De conjunto, todos los países de la periferia están subordinados al capital dominante a escala mundial. Salvo que opten, en el caso específico de los emergentes, por construir otros mecanismos y vías —más allá de la industrialización—, para lograr el desarrollo de modo independiente del centro del capitalismo mundial y sus requerimientos, es decir, desconectándose del mismo. Por ello resulta clave la asociación de los países emergentes en —al menos— un bloque económico, un bloque que abra las compuertas al intercambio mutuo y a la construcción de un sistema económico y financiero en común, además de que, en lo político y cultural, refuerce los valores éticos de defensa de la vida y, sobre esa base, potencie las búsquedas de nuevos rumbos civilizatorios promoviendo la creatividad colectiva. Y esto se condensa hoy con claridad, en la trayectoria y propuesta de los BRICS, en busca de su desarrollo autónomo y soberano.

Su propósito no es enfrentar a los países centrales, sino alcanzar —ahora sí, vía desconexión—, sus objetivos de desarrollo económico y de plenitud humana, objetivos que —como lo ha demostrado la historia—, son imposibles de lograr y sostener sometiéndose a la opresión que ejerce el capital a nivel mundial, mediante la acción de sus tentáculos de conquista y afianzamiento de su poder hegemónico. Entre ellos pueden destacarse, fundamentalmente: 

  1. El monopolio del acceso a los recursos naturales del planeta (que no busca la propiedad sino el libre acceso al control del petróleo, en primer lugar, y luego del agua, de los minerales). 
  2. El monopolio de la tecnología o de las tecnologías modernas: la informática, etc., y la protección de ese monopolio a través de la OMC y la legislación de las patentes, etc. 
  3. El monopolio del capital financiero mundializado. 
  4. El control de la comunicación, de la información, etc. 
  5. El control de los armamentos de destrucción masiva, nucleares y otros.

Como dice Samir Amín, este no es un fenómeno político exterior a la realidad económica porque es el último recurso de imposición del orden imperialista: “si usted no cede gentilmente lo que queremos, podemos bombardearlo”.

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Germinando un horizonte hacia un mundo nuevo

No buscar el enfrentamiento con los países centrales ni buscar intencionalmente el derrumbe del dólar como moneda de intercambio internacional, son aspectos cualitativos importantes y distintivos de los países BRICS. Enfrentar la tiranía del dólar es indispensable para estos países asediados, sancionados, privados de créditos internacionales, bloqueados y manipulados económica y financieramente por los dueños de esa moneda que la utilizaron y utilizan como arma de guerra para imponer sus exigencias y expansionismo. Es decir, que los BRICS necesitan establecer otros mecanismos de intercambio por fuera del dólar o sucumben; la desdolarización es una medida defensiva necesaria para llevar a cabo sus planes de desarrollo en integración. Por eso tampoco están en contra de los países centrales; no los anima la hostilidad, ni la guerra, ni la competencia, sino por el contrario la convivencia plural en un mundo de paz, en aras del bienestar colectivo de sus pueblos. Y esto quedó evidenciado claramente, entre otros elementos, en el encuentro que tuvo lugar en Kazán en octubre de 2024.

Allí, los discursos de los jefes de estado de los países miembros revelaron, además, que los BRICS no están en “modo conservación”, sino enfocados en el robustecimiento de posiciones que van bosquejando un nuevo horizonte hacia un mundo diferente al actual. Y no solo por la propuesta del multipolarismo ni por buscar, supuestamente, destronar al dólar; sino porque otros factores de fondo marcan ese camino.

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Nuevos códigos civilizatorios

La intervención del presidente Xi Jinping resume algunos de estos elementos. En su discurso subrayó la importancia de impulsar la reforma de la gobernanza mundial e hizo un llamamiento a promover la solidaridad y la cooperación entre los países BRICS. (CGTN: 2024)

«Debemos construir un BRICS comprometido con la paz, y todos debemos actuar como guardianes de la seguridad común.»

«Debemos construir un BRICS comprometido con la innovación, y todos debemos actuar como pioneros de un desarrollo de alta calidad. Debemos seguir el ritmo de la nueva ronda de revolución tecnológica y cambio industrial y fomentar nuevas fuerzas productivas de calidad.»

«Debemos construir un BRICS comprometido con el desarrollo verde, y todos debemos actuar como promotores del desarrollo sostenible

«Debemos construir un BRICS comprometido con la justicia, y todos debemos actuar como precursores de la reforma del sistema de la gobernanza mundial

«Debemos construir un BRICS comprometido con unos intercambios interpersonales más estrechos, y todos debemos actuar como defensores de la coexistencia armoniosa entre todas las civilizaciones

Estas palabras bastan para abrir las compuertas mentales y entrever con claridad que lo que allí sucedió responde a nuevos códigos civilizatorios. En vez de odios, guerras, egoísmos, chantaje, competencia, opresión, castigos, sanciones, exclusiones y muerte, sobresalen los llamados a la paz, al desarrollo sostenible para el bienestar colectivo, apoyado en la solidaridad y cooperación y el compromiso con la coexistencia armoniosa entre todas las civilizaciones en aras de construir entre todos lo que será un nuevo sistema de justicia para otra gobernanza mundial. Un mundo nuevo que está sentando los pilares básicos para su existencia y, a la vez, en ellos ya existe.

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La inspiración del Alba

Los conceptos claves esbozados claramente en la XVI cumbre de los BRICS en Kazán, recuperan y proyectan al mundo los planteamientos del ALBA-TCP, una alianza de los pueblos indo-afro-latinoamericanos surgida por iniciativas de Venezuela y Cuba. Esta alianza propone, en vez de competencia solidaridad y complementariedad, reconociendo las diferentes condiciones y posibilidades entre los países del continente, crea oportunidades para la integración de todos acorde con las capacidades y posibilidades de cada uno. En este sentido, ubicar las claves de su desarrollo fuera de las exigencias y el sometimiento del mercado mundial, salir de la imposición del dólar para las transacciones internacionales, permitiendo operaciones bilaterales en la moneda local de los países, son apenas los primeros pasos de un caminar —sostenido—, en tránsito hacia el bienestar y el desarrollo en común.

La creación del Banco de los BRICS —como otrora se propuso el Banco del SUR—, resulta hoy un importante paso en este sentido. Falta avanzar en el terreno financiero, pero lo logrado hasta ahora evidencia que la propuesta BRICS ha madurado en los pocos años de su existencia. El crecimiento es gigantesco, sus miembros se han nutrido de las sabidurías de los pueblos y van por más. El encuentro en Kazán 2024 reafirma que los BRICS representan la gran oportunidad para el desarrollo y el bienestar de los pueblos, afianzando para ello, simultáneamente, su caminar hacia un nuevo mundo. De ahí la larga lista de países solicitando ingresar al bloque, pues comprenden claramente que la estrategia asumida por estos representa hoy el único modo de salir de las garras del poder que multiplica saqueos, empobrecimiento generalizado, exclusión, guerras y muerte.

No se trata de un fenómeno revolucionario, ciertamente, pero en tanto sus ejes y acciones abren puertas a la esperanza y posibilitan que se vislumbre un nuevo horizonte civilizatorio para la humanidad, los BRICS constituyen —como señaló Samir Amin— un importante e insoslayable avance revolucionario. 

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El renunciamiento de Brasil

Es en esta perspectiva que retumba como lastre, la negativa de Brasil a permitir el ingreso de Venezuela como país asociado a los BRICS. En tanto los BRICS funcionan por consenso absoluto, ningún argumento esgrimido justifica tal decisión; puede explicarla, sí, pero en política y en la geopolítica mundial, las explicaciones sobran; cuentan los hechos. Y estos evidencian que, pese a idas y venidas, deslizando previamente el canciller a los anfitriones, que Brasil no sostendría la impugnación de Bolsonaro al ingreso de Venezuela al grupo de los nuevos países asociados, se alentó a los anfitriones a hacer efectiva la invitación al presidente Maduro para asistir al encuentro de Kazán. Cuando finalmente, sobre la hora, se desdijeron, asestaron un golpe insospechado al bloque y al conjunto de países aspirantes a integrarlo, reunidos en Kazán.

Esta actitud insólita, contraria a los principios de los BRICS y desprolija diplomáticamente, abochornó a los anfitriones, en primer lugar, a Putin y a Xi Jinping, que habían realizado previamente —como corresponde—, las consultas a los países miembros, acerca de cada uno de los nuevos países postulantes a miembros asociados a los BRICS. Pero no solo se trató de la censura a Venezuela. En tanto las formas son parte de los hechos, estos indican que el presidente de Brasil optó por no asistir a la cumbre de los BRICS en Kazán, evidentemente, para evitar codearse con Putin, criminalizado por el mundo occidental al que Lula pretende pertenecer, sin comprender que ello no se desprende de una cuestión geográfica sino del sistema-mundo. Y los señores de occidente, si doblegan una vez, doblegarán siempre, amenaza tras amenaza. Por eso, para Lula resultó más potable inventar una justificación y no ir a Kazán. De ese modo, no quedaría estampado en una foto con los “apestados”. Tal es el mensaje claro que resulta de la actitud de Brasil: Estamos sí, pero hasta un punto.

A contramano de las bases constitutivas de los BRICS: multipolaridad, tolerancia, convivencia en paz y armonía sin exclusiones de ningún tipo —ni siquiera hacia el Norte que los desprecia y agrede—, Brasil —cuya primera letra define el anagrama BRICS—, asume una actitud intolerante y excluyente. Esto es un hecho, no impresiones ni opiniones sujetas a interpretaciones diversas.

Pero el bloqueo a Venezuela no es contra su presidente, como se pretende hacer creer. Además de que —obviamente—, resulta un acto hostil hacia Venezuela, es en realidad el bloqueo a la presencia de los BRICS en indo-afro-latinoamérica, en abierta consonancia con la Doctrina Monroe 2.0 vigente en el continente en la actualidad. La aceptación de Bolivia viene a ser la excepción que confirma la regla. Y el apoyo de Brasil a Cuba, país bloqueado hace más de seis décadas, es la continuación de su política sostenida en las votaciones de la Asamblea General de la ONU que exigen que se levante el bloqueo; es decir, con el voto de aceptación del ingreso de Cuba a los BRICS, Brasil no paga costos.

Por otro lado, la posición de Brasil sostenida en cuanto a la admisión de nuevos miembros asociados a los BRICS, en el XVI encuentro sostenido en Kazán 2024, es un veto a la soberanía del continente y, con ello, a la soberanía de todo el Tercer Mundo. Es un veto al atrevimiento de intentar construir otro mundo, fuera de las garras de succión del poder geoeconómico financiero y guerrerista mundial. Esto deja claro, una vez más, que, sin la participación de los pueblos en la toma de decisiones, los gobiernos y los gobernantes —cualesquiera sean estos—, no son confiables. Aislados y aprisionados en la jaula del poder, estos apelan a cualquier argumento para justificarse, lo mismo si son de izquierda o de derecha, cuestión que evidencia una vez más que la pérdida de rumbo está generalizada.

Pero, en tanto no es posible tapar el sol con un dedo, la actitud de Brasil ha sido traslúcida para todos los presentes en Kazán y para el mundo. A pesar de la falta de ética cometida contra los anfitriones, con quienes comparte la membresía histórica, éstos —fieles a los principios de los BRICS—, no lo sancionarán, ni lo excluirán. Aparentemente todo quedó ahí, pero todos han tomado nota. Y si Brasil pretendió impugnar la entrada de Venezuela esgrimiendo el argumento de que su presidente no es confiable, resulta ahora que, para todos, quien resultó no ser confiable, es Brasil.

No es posible quedarse en los dos lados

Esto me lleva nuevamente a las conversaciones con Samir Amín, cuando alertaba claramente acerca de la disyuntiva actual de los pueblos. Por un lado, el camino de las derechas, aceptando el nuevo rol de comprador de las clases dominantes locales, dentro de una industria subalterna dominada por el mercado mundial y la represión de las clases populares. Por el otro, evolucionar hacia la izquierda con diversos grados de alianzas nacional y populares en los ámbitos regional e internacional, enfrentado conflictos con el imperialismo. Pero no se podrá quedar entre las dos.

La radicalización pasa por la consolidación

Está claro que los avances revolucionarios de los últimos años pueden ser engullidos por el poder imperialista, o bien estos “avances” pueden consolidarse en un escenario de integración con más fuerzas y países. De ahí la trascendencia de las decisiones que tomaron los BRICS, en la XVI cumbre en Kazán. Allí trazaron un derrotero claro de radicalización, es decir, de profundización y ampliación de sus acciones no para conservar sino, en un primer momento, para consolidar lo logrado. Si no fuera así, todo se reduciría a una radicalización retórica, verbal y sin resultados. Y es necesario que cada etapa de radicalización sea positivamente productiva para las clases populares. (Amin: 2009)

En lo referente a la búsqueda de una nueva gobernanza mundial, el desafío pasa por hacer retroceder el control militar del planeta por parte de las fuerzas guerreristas del poder del capital, con capacidad y voluntad de intervención militar y destrucción.

Que los pueblos pasen a la ofensiva con una alternativa política

Los pueblos y sus movimientos sociales resisten históricamente con una diversidad de formas y modalidades cuando se trata de enfrentar a una invasión, un golpe de estado, una usurpación… Han sido principalmente movimientos de resistencia. La ofensiva ha venido y viene del capital y los pueblos resisten.

Es necesario pasar de la defensiva a la ofensiva con una alternativa positiva. Esta alternativa late hoy en los BRICS y constituye un desafío gigantesco a la hegemonía del poder del capital, a la vez que reclama un cambio de posicionamiento estratégico por parte de los pueblos del planeta y sus movimientos. Para los BRICS, pasar a la ofensiva no son palabras sino hechos consolidados que han venido germinando y configurando un horizonte de búsqueda, creación y construcción colectiva de un mundo para que emerja una civilización rehumanizada.

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Bibliografía citada

Amín, Samir (2009) “El imperialismo colectivo: Desafíos para el Tercer Mundo”, entrevistado por Isabel Rauber. En: www.isabelrauber.blogspot.com

CGTN (2024) “Citas clave del discurso del presidente Xi Jinping en la 16ª Cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia.”
En: https://espanol.cgtn.com/news/2024-10-24/1849417275798814722/index.html

Rauber Isabel (2020) “La desconexión como ruptura civilizatoria con el capital en el siglo XXI.” En: www.isabelrauber.blogspot.com