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Crecen las tensiones en el pico de la pandemia

Índice:

Consideraciones generales

Parte 1. La profundización de la crisis socio económica

Parte 2. El rol del Gobierno Nacional y los equilibrios internos del FDT

Parte 3. El bloque opositor

Parte 4. La interna sindical y el rol de los movimientos sociales

Consideraciones generales

01 –

Para fines de agosto la pandemia de Coronavirus sigue registrando récords de contagios y fallecimientos. La situación en el AMBA -por lejos la zona del país con más densidad poblacional- es de una frágil estabilidad. El riesgo de colapso inminente se trasladó a ciertas provincias (especialmente Jujuy y Río Negro), mientras que en varios distritos, en los que la pandemia estuvo controlada durante meses, se produjeron picos de contagios preocupantes (Mendoza, San Juan, Santa Fe). Por su magnitud y peso político específico, en el AMBA se juega buena parte del capital político del oficialismo, y del presidente Alberto Fernández en particular. Pero, paradójicamente, también de la figura de la oposición con mejor imagen en la actualidad, como es Horacio Rodríguez Larreta.

02 –

La crisis económica a nivel global ya es una realidad palpable. Si bien hay indicios de que se transitaron los meses más críticos en cuanto al parate de la actividad, las proyecciones más pesimistas indican que la economía argentina sufrirá este año una caída que rondará el 9% (un derrumbe comparable al que se dió en 2002). Además, en el caso argentino hay que tener en cuenta que entre 2016 y 2019 el producto se contrajo otro 4%. En ese marco, el Gobierno Nacional mantuvo las principales herramientas con las que viene asistiendo a trabajadores y empresas (IFE, ATP, Créditos a tasa cero para trabajadorxs autónomxs) y amplió el presupuesto un 33%, previendo que el 80% será destinado a programas sociales, laborales y productivos. De todos modos, la proyección de los fondos destinados a hacer frente a la crisis económica y sanitaria ronda el 2% del PBI, o sea muy lejos de lo que se va a perder y también por debajo de la masa de recursos que otros Estados, tanto de países centrales como latinoamericanos, terminarán inyectando en sus economías.

03 –

A pesar de la incertidumbre sobre la que transitan las interpretaciones de la crisis global y su efecto en cada país, es claro que asistiremos a varios meses de profundización de los efectos recesivos. Apelando a una experiencia muy cara a la memoria popular, la profundidad de la crisis se asemeja a la situación de 2001-2002. En un marco social y político de crecientes disputas, la dinámica económica local está atravesada por múltiples tensiones. Los sectores del capital pugnaron por resignar sus ganancias lo menos posible. Eso se traduce en suspensiones, caída de salarios y despidos. La pobreza entre lxs asalariadxs formales y, sobre todo, informales creció fuertemente. Según los números del INDEC, las medidas gubernamentales acotaron el proceso de pérdida de puestos de trabajo al inicio de la cuarentena, pero todo parece indicar que cuando esos números se actualicen mostrarán un salto importante en los meses posteriores. El cierre de los mercados de exportación representó una de los indicadores clave para entender la recesión a escala nacional. Las exportaciones en julio de este año cayeron el 16% respecto a 2019. Una contracara de ese derrumbe es la actual presión por la devaluación del tipo de cambio, que no solo aporta un factor de inestabilidad política y abre la puerta a un nuevo shock distributivo regresivo, sino que además explica buena parte del alza de precios domésticos. La inflación muestra signos de amesetamiento, pero es un problema latente en un marco de recesión y caída del consumo. La mayoría de los sectores que viven de su trabajo vio mermar sus ingresos en estos meses. Con la mayoría de las paritarias suspendidas, se abre un signo de incertidumbre sobre la viabilidad de ese esquema de ingresos en un país donde el peso de lxs trabajadorxs con convenio es significativo. En medio de algunos signos de recuperación en ciertas ramas industriales, cobra más fuerza el debate sobre los  pilares para un modelo de crecimiento económico inclusivo, que apunte a resolver la exclusión de casi la mitad de lxs trabajadorxs del mercado laboral, los nuevos niveles de pobreza récord, y el desmembramiento del aparato productivo que Cambiemos facilitó en pos de su modelo financiero, entre otras cuestiones.

04 –

Las expectativas acerca de que la pandemia y la existencia de un gobierno recién asumido iban a generar un marco de menor polarización y más concertación fue dejando paso a una lógica de disputas crecientes y en todos los planos. Luego de un primer momento (corto) caracterizado por el consenso generalizado en torno a las medidas de emergencia y por la acumulación de legitimidad por parte de los oficialismos nacional y locales, y de AF en particular, la extensión de las medidas de aislamiento, la agudización de la crisis económica y el cansancio generado en la población, dieron lugar a un escenario caracterizado por la confrontación, en el que se perfilan dos grandes bloques. De un lado, un conjunto de actores que convergen en un bloque opositor -con su pata mediática, política, judicial y empresarial-, y que si bien no tienen necesariamente una estrategia clara a futuro, comparten el objetivo inmediato de desgastar y debilitar al gobierno del FDT. No les sirve un gobierno que acumule más legitimidad y un Estado con mayor capacidad de acción. Es evidente que esos sectores están resueltos a cumplir con ese propósito, sin importar que el país esté transitando una crisis sanitaria ni que enfrente tengan un gobierno que transita el tramo inicial de su gestión y que ha hecho gestos claros de querer evitar una confrontación directa. En ese escenario, progresivamente, el polo que encabeza el oficialismo -que articula lo que sería por ahora una “mayoría silenciosa”- transitó meses de empantanamiento. Para que eso pase se combinaron errores, incapacidades y falta de homogeneidad, con la capacidad mostrada por ese bloque opositor para imponer condiciones e incluso para gestar acciones públicas que imponen agenda. Durante ese período de empantanamiento de la iniciativa oficial hubo varios momentos en los que el Gobierno quedó directamente a la defensiva. Las marchas y contramarchas con Vicentín constituyen la máxima expresión de esa situación, pero no el único episodio significativo. Los bloques que mencionamos expresan además, aunque no siempre de un modo directo y coherente, dos grandes orientaciones para salir de la crisis económica: un camino que apuesta a reforzar el perfil exportador (agronegocios más otras actividades extractivas), que requiere de más apertura económica y una mayor flexibilización laboral, para crecer y luego “derramar”, y otro que pone el eje principal en la generación de empleo y la reactivación del mercado interno, de la mano de una intervención estatal que acompañe ese proceso con medidas proteccionistas y distribucionistas.

05 –

Hay que tener en cuenta que durante los cuatro años de la gestión de Cambiemos, los sectores dominantes trabajaron afanosamente para imponer cambios mucho más profundos de los que lograron imponer, pero que sí avanzaron en muchos aspectos. Hay un bloque de fuerzas muy poderosas que siguen en esa tarea y que, como señalamos, tienen un objetivo básico en esta coyuntura: evitar que el gobierno del FDT termine de consolidarse y amplíe sus bases de sustentación. El contexto regional y global es actualmente más favorable a esos intereses que a un proyecto distributivo y de ampliación de derechos. A eso hay que sumarle que el escenario de cuarentena ha sido más propicio para que se exprese una minoría intensa, identificada culturalmente con un paradigma excluyente y elitista, que por momentos puede ampliarse al contactar con el descontento que genera el empeoramiento en las condiciones de vida de las mayorías. En el polo opuesto, el gran bloque social articulado en torno al FDT ha quedado limitado en su capacidad de acción. En gran parte porque tuvo que concentrarse en tareas de asistencia y contención de la crisis sanitaria y socio-económica. Las medidas de aislamiento hacen muy difícil visibilizar los niveles de respaldo y mucho más hacer cualquier tipo de demostración de fuerza en la calle. También existe una dificultad muy palpable para trabajar sobre los logros de las políticas gubernamentales cuando se trata de un cuadro que a lo sumo es menos malo que el de otros países.

06 –

La oposición política sigue fragmentada en relación a sus liderazgos, pero su fracción más dura está envalentonada. Hay muchos factores que operan en ese campo. Las causas judiciales que implican a funcionarios del anterior gobierno e involucran cada vez más a Macri son un elemento de división y además una razón para entender los niveles de confrontación que promueven los sectores más identificados e identificables con la gestión pasada. A la disputa evidente por encabezar a la oposición por derecha al FDT, que llevará a conflictos inmediatos de cara a las elecciones de medio término, se suma la cuestión de cuál es la estrategia política más adecuada: polarizar al máximo o ganar espacio a partir de mostrar logros de gestión local y disposición al diálogo. En cualquier caso, a pesar de su derrota digna en octubre pasado, la figura del expresidente Macri dejó de ser la prenda de unidad entre moderados y radicalizados.

07 –

El acuerdo por la deuda con los bonistas privados con legislación extranjera le permitió al gobierno construir un triunfo parcial pero triunfo al fin. Recuperó el centro de la escena después de mucho tiempo de estar a la defensiva y descomprimió los niveles de cuestionamiento dirigidos desde el bloque opositor. En términos económico-financieros el gobierno logró margen de maniobra, pero hay que insistir en que se trata de un ahorro de recursos que en realidad el Estado no posee y que todavía resta encarar la negociación con el FMI, que seguramente pretenderá imponer condicionamientos al proceso de reactivación y redistribución que necesita el país. En términos políticos, el gobierno -y el presidente en particular- salió fortalecido porque se propuso una estrategia que dio resultados, pudo mostrar “racionalidad” y firmeza a la vez y generó condiciones para darle sustento al relanzamiento de la acción gubernamental. Relanzamiento que tuvo sus hitos iniciales más destacables en el proyecto de reforma judicial, los anuncios de obras públicas y los programas de construcción de vivienda a escala federal, y la implementación de medidas que apuntan a atender derechos vulnerados históricamente y agravados por la pandemia (Plan Nacional contra la violencia de género, Ley de Teletrabajo, etc.).

08 –

Sin embargo, esas condiciones políticas duraron muy poco, en el mejor de los casos representaron apenas un paréntesis en una coyuntura cada vez más marcada por la confrontación sistemática desplegada desde sectores corporativos. Sacando ese paréntesis, dicho esquemáticamente, tenemos de un lado continuidad e incluso profundización de la estrategia: la oposición política se niega directamente a debatir el proyecto de reforma judicial en el Congreso, los medios opositores la denostan y una parte del Poder Judicial la rechaza preventivamente; se promueve una nueva movilización contra el gobierno para el 17 de agosto y otra más cuando se vota la reforma en el Senado; en medio de la negociación, las empresas de telecomunicaciones -con el Grupo Clarín a la cabeza- se niegan a pactar un aumento con congelamiento por seis meses.  Del lado del oficialismo, hay signos (cuya consolidación no está dada) de una impronta distinta: define avanzar con la reforma judicial a pesar de las críticas y de que espacios aliados adelantan que no le darán respaldo; el presidente decreta el congelamiento de tarifas de las telecomunicaciones y redobla la apuesta al establecerlas como servicio público esencial, y sale con un discurso agresivo que pone el foco en Macri y los resultados de su gestión; una semana después de ese DNU el oficialismo presenta el proyecto de aporte extraordinario de las grandes fortunas. En medio de estas acciones y reacciones, el escenario político argentino se enrareció a partir de las declaraciones de Duhalde respecto de un posible golpe de Estado. Está por verse qué derivaciones tiene semejante operación mediática y a qué sectores responde. Circularon lecturas que le restaron toda relevancia y otras que le dieron demasiada entidad. Lo que está claro es que se impuso un tema de agenda, que tiene una realidad evidente a nivel regional, pero que hasta hace muy poco tiempo en nuestro país solo podía tener lugar en algún portal dedicado a las operaciones de sectores marginales o en las campañas de fake news propagadas por redes sociales. Sin alentar lecturas que llevan a la parálisis o al desconcierto, es un hecho que puede resultar un síntoma de procesos que están en pleno desarrollo aunque no aparezcan en la superficie.

09 –

Los niveles de respaldo a la gestión del gobierno y a la figura de Alberto Fernández siguen siendo altos, y se ubican por encima de los índices de diciembre de 2019. No obstante, lo más probable es que en las próximas semanas los desafíos para el equipo de gobierno se diversifiquen.  El capital político construido sobre todo al calor de una conducción satisfactoria de la crisis sanitaria comenzará a ponerse cada vez más en juego en frentes simultáneos. El pico de la pandemia llega en momentos de una creciente relajación entre la población y de las diferencias de criterio que se vuelven  evidentes entre el Gobierno de la Caba y los gobiernos nacional y de la Provincia de Buenos Aires.  La situación socio-económica y la necesidad de activar medidas para salir de la crisis dan un margen cada vez más estrecho. A su vez, de ratificarse una intensificación del escenario de confrontación política,  el rol de Alberto Fernández como conductor se pondrá considerablemente en juego, en medio de una lógica que trató de evitar y para la que no fue elegido.

10 –

En este sentido, el frente gobernante enfrenta dilemas y desafíos de magnitud. La gran apuesta política que orientó la primera etapa de gestión de AF, y que de hecho explica su propia candidatura, fue la intención de “desagrietar” a la sociedad argentina. Como se puso más en evidencia durante el último mes, ese horizonte parece haberse desvanecido como escenario posible, sobre todo a causa de la reacción que han mostrado buena parte de los sectores corporativos más poderosos. Esto lleva a preguntarnos puntualmente por la validez de la principal hipótesis de construcción política que está en la base misma de la conformación del FDT: la concertación como camino y la despolarización como objetivo fundamental.

11 –

El gobierno, y por ende el proyecto que expresa, tiene el desafío de no quedar preso en el cruce de una serie de tendencias. Por un lado, en el orden interno, la prudencia y el posibilismo que están presentes en el modo en que se constituyeron los pesos específicos y los roles. Las debilidades que muestra en la gestión de la crisis, en buena parte heredadas, y que el contexto actual hace más difícil remontar. Las deficiencias de conducción política y de articulación de la fuerza propia, que se derivan de la heterogeneidad y del estilo desplegado por AF. Algo que incluso le dificulta afianzar a la base social que expresa en virtud de las medidas que la benefician y activar los respaldos necesarios para muchas de las batallas que tiene abiertas. Como venimos señalando, deberá enfrentar simultáneamente los efectos del pico de la pandemia, las consecuencias de una crisis económica y social de magnitud histórica, y la reacción de un polo opositor que no le dará aire en ninguno de esos frentes.

12 –

La coyuntura abierta durante agosto se terminará de desplegar en diversos terrenos y en relación a ciertas cuestiones clave. La gestión sanitaria y económica de la pandemia, y los conflictos que puedan surgir como emergentes de la crisis social. Los primeros pasos en la negociación con el FMI. Las presiones devaluatorias y la pérdida de reservas. Las respuestas que de el Gobierno Nacional a la cuestión de la seguridad/inseguridad y cómo enfrente el problema de la violencia institucional. El modo en que se desplieguen las tensiones en el FDT, en donde el horizonte electoral del año próximo empezará a ser un ingrediente de tensión cada vez más importante. El devenir de las disputas en el campo de la oposición y el avance de las causas judiciales que involucran a Macri y a funcionarios de su gestión. Los frentes abiertos en la relación con Estados Unidos -que entra de lleno en el escenario electoral- y los vínculos con China, que serán fundamentales para pensar los escenarios pospandemia. Finalmente, se vienen meses decisivos en Sudámerica. Para un gobierno que cuenta con muy pocos aliados en la región será crucial lo que ocurra en los procesos electorales de Bolivia y Chile, previstos para octubre, de Venezuela, pautados para diciembre, y de Ecuador, a realizarse dos meses después.