No a la intervención militar. Sí a la insurrección haitiana

 

¿Qué está sucediendo en Haití?

A lo largo de 2022 se ha desarrollado una insurrección popular en Haití. Estas protestas son la continuación de un ciclo de resistencia que comenzó en 2016 en respuesta a una crisis social desarrollada por los golpes de Estado de 1991 y 2004, el terremoto de 2010 y el huracán Matthew de 2016. Durante más de un siglo, cualquier intento del pueblo haitiano de salir del sistema neocolonial impuesto por la ocupación militar estadounidense (1915-34) ha sido respondido con intervenciones militares y económicas para preservarlo. Las estructuras de dominación y explotación establecidas por ese sistema han empobrecido al pueblo haitiano: la mayor parte de la población no tiene acceso a agua potable, atención sanitaria, educación o vivienda digna. De los 11,4 millones de habitantes de Haití, 4,6 millones sufren inseguridad alimentaria y el 70% están desempleados.

La palabra del creole haitiano dechoukaj o ‘arrancar’ —que se utilizó por primera vez en los movimientos por la democracia de 1986 que lucharon contra la dictadura respaldada por Estados Unidos— ha pasado a definir las protestas actuales. El gobierno de Haití, dirigido por el primer ministro y presidente en funciones Ariel Henry, subió los precios del combustible durante esta crisis, lo que provocó la protesta de los sindicatos y profundizó el movimiento.

Henry fue instalado en su puesto en 2021 por el “Grupo Central” (formado por seis países y liderado por Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y la Organización de Estados Americanos) tras el asesinato del impopular presidente Jovenel Moïse. Aunque todavía no se ha resuelto, está claro que Moïse fue asesinado por una conspiración en la que participaron el partido en el poder, bandas de narcotraficantes, mercenarios colombianos y los servicios de inteligencia estadounidenses. Helen La Lime, de la ONU, dijo en febrero al Consejo de Seguridad que la investigación nacional sobre el asesinato de Moïse se había estancado, una situación que ha alimentado los rumores y ha exacerbado tanto la sospecha como la desconfianza dentro del país.

 

¿Cómo han reaccionado las fuerzas del neocolonialismo?

Estados Unidos y Canadá están armando al gobierno ilegítimo de Henry y planeando una intervención militar en Haití. El 15 de octubre, Estados Unidos presentó un proyecto de resolución al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en el que se pide el “despliegue inmediato de una fuerza multinacional de acción rápida” en el país. Este sería el último capítulo de más de dos siglos de intervención destructiva de los países occidentales en Haití. Desde la revolución haitiana de 1804, las fuerzas del imperialismo (incluidos los propietarios de esclavos) han intervenido militar y económicamente contra los movimientos populares que buscan acabar con el sistema neocolonial. Recientemente, estas fuerzas entraron en el país bajo el amparo de las Naciones Unidas a través de la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (MINUSTAH), que estuvo activa desde 2004 hasta 2017. Una nueva intervención de este tipo en nombre de los “derechos humanos” no haría más que reafirmar el sistema neocolonial gestionado ahora por Ariel Henry y sería catastrófico para el pueblo haitiano, cuyo avance está siendo bloqueado por bandas creadas y promovidas desde la sombra por la oligarquía haitiana, apoyadas por el Grupo Central, y con armas de Estados Unidos.

 

¿Cómo puede el mundo solidarizarse con Haití?

La crisis de Haití solo puede ser resuelta por el pueblo haitiano, pero debe ser acompañada por la inmensa fuerza de la solidaridad internacional. El mundo puede recurrir a los ejemplos demostrados por la Brigada Médica Cubana, que acudió por primera vez a Haití en 1998; por la brigada de Vía Campesina/ALBA Movimientos, que ha trabajado con los movimientos populares en la reforestación y la educación popular desde 2009; y por la ayuda prestada por el gobierno venezolano, que incluye descuentos en el precio del petróleo. Es urgente que quienes se solidaricen con Haití exijan, como mínimo:

  1. Que Francia y Estados Unidos reparen el robo de la riqueza haitiana desde 1804, incluida la devolución del oro robado por EE. UU. en 1914. Solamente Francia debe a Haití al menos 28.000 millones de dólares.
  2. Que Estados Unidos devuelva la isla de Navassa a Haití.
  3. Que la ONU pague por los crímenes cometidos por la MINUSTAH, cuyas fuerzas mataron a decenas de miles de haitianos, violaron a un número incalculable de mujeres y niñas e introdujeron el cólera en el país.
  4. Que se permita al pueblo haitiano construir su propio marco político y económico soberano, digno y justo, y crear sistemas de educación y salud que puedan satisfacer las necesidades reales del pueblo.
  5. Que todas las fuerzas progresistas se opongan a la invasión militar de Haití.